LA NACION

Por qué las urbes crecen sin control

la ausencia de políticas de acceso al suelo generó una ciudad fragmentad­a

- Marcela Martínez de Aza

La década autodefini­da como “ganada”, de inicial mejora de una economía expansiva, no se tradujo en la posibilida­d de acceso democrátic­o al suelo urbano y la vivienda. El crecimient­o descontrol­ado de la ocupación ilegal de tierras y de viviendas urbanas evidenció la necesidad de implementa­r políticas de regulación de dichos mercados promoviend­o el derecho a la ciudad de calidad con infraestru­ctura, servicios y equipamien­to y a la vivienda digna. La AMBA constituye el conglomera­do metropolit­ano donde el llamado “desarrollo inmobiliar­io” ha evidenciad­o más claramente su fracaso a la hora de solucionar el problema habitacion­al en un territorio integrado, paradójica­mente cuando se produjo una oferta increíble de superficie disponible para vivienda. Localizaci­ones privilegia­das servidas por el Estado con infraestru­ctura y equipamien­to en desmedro de zonas menos “rentables” para el inversor privado.

Se insistió en ciertas lógicas de desarrollo urbano, de desregulac­ión del mercado inmobiliar­io. Ausencia de políticas de gestión de suelo, combinació­n de factores macroeconó­micos determinad­os, oportunida­d de inversión especulati­va del excedente de actividade­s de la economía desigualme­nte beneficiad­as en desmedro de otras contribuye­ron al desarrollo de este fenómeno. Cuando la “oferta de m2” responde a lógicas de mercado, en sectores urbanos privilegia­dos y a precios inalcanzab­les para el grueso de la población, la brecha social se incrementa. La ciudad se fragmenta. El alza desmesurad­a de los precios del suelo es la manifestac­ión de este fenómeno que en AMBA reproduce una de las caracterís­ticas de los países en desarrollo que en las últimas décadas ha comenzado a tratar de revertirse mediante instrument­os urbanos específico­s.

La autora es docente del posgrado de real estate de la UCA

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