Por qué las urbes crecen sin control
la ausencia de políticas de acceso al suelo generó una ciudad fragmentada
La década autodefinida como “ganada”, de inicial mejora de una economía expansiva, no se tradujo en la posibilidad de acceso democrático al suelo urbano y la vivienda. El crecimiento descontrolado de la ocupación ilegal de tierras y de viviendas urbanas evidenció la necesidad de implementar políticas de regulación de dichos mercados promoviendo el derecho a la ciudad de calidad con infraestructura, servicios y equipamiento y a la vivienda digna. La AMBA constituye el conglomerado metropolitano donde el llamado “desarrollo inmobiliario” ha evidenciado más claramente su fracaso a la hora de solucionar el problema habitacional en un territorio integrado, paradójicamente cuando se produjo una oferta increíble de superficie disponible para vivienda. Localizaciones privilegiadas servidas por el Estado con infraestructura y equipamiento en desmedro de zonas menos “rentables” para el inversor privado.
Se insistió en ciertas lógicas de desarrollo urbano, de desregulación del mercado inmobiliario. Ausencia de políticas de gestión de suelo, combinación de factores macroeconómicos determinados, oportunidad de inversión especulativa del excedente de actividades de la economía desigualmente beneficiadas en desmedro de otras contribuyeron al desarrollo de este fenómeno. Cuando la “oferta de m2” responde a lógicas de mercado, en sectores urbanos privilegiados y a precios inalcanzables para el grueso de la población, la brecha social se incrementa. La ciudad se fragmenta. El alza desmesurada de los precios del suelo es la manifestación de este fenómeno que en AMBA reproduce una de las características de los países en desarrollo que en las últimas décadas ha comenzado a tratar de revertirse mediante instrumentos urbanos específicos.
La autora es docente del posgrado de real estate de la UCA