LA NACION

El festival que fue de los músicos y ahora es del público

- Sebastián Ramos

En la primera mitad de la década del 90, cuando la generación X parecía conquistar el mundo con su angustiosa ira, el Lollapaloo­za apareció en escena como una suerte de Woodstock recargado para una nueva nación alternativ­a. Kurt Cobain aún no se había disparado el tiro del final y bandas como Nine Inch Nails, red Hot Chili Peppers, Jane’s addiction, rage against the Machine, Primus y Violent Femmes, entre muchas otras, encontraro­n en este festival ideado por uno de los suyos (Perry Farrell) su lugar en el mundo. el concepto Lollapaloo­za incluía además una nueva visión (adelantada, por cierto) de los festivales de música e intentando ir más allá para abarcar a toda la cultura rock, en plan circo freak y con espíritu punk. todo, transmitid­o por MtV en cadena para el mundo.

Con su esencia antimainst­ream, el Lollapaloo­za quedaba muy lejos de casa y por entonces nadie podía imaginar que un encuentro así se pudiera realizar en la argentina. Para peor, en 1997 el festival se discontinu­ó, y cuando Farrell volvió a montarlo, en 2003, el mundo era otro y el Lollapaloo­za parecía haber perdido su razón de ser. Pero el pequeño e inquieto cantante de Jane’s addiction guardaba un as en la manga: llevar su festival itinerante más allá de los estados Unidos.

Primero fue Chile, después Brasil y finalmente, en 2014, aterrizó en el país. a más de veinticinc­o años de su creación, con su megaestruc­tura y reglas estrictas de calidad tanto arriba como debajo del escenario, el Lollapaloo­za llegó para elevar el estándar de los festivales locales, con una propuesta acorde con los tiempos, que busca atraer tanto al público millennial como a los papis rockeros de canas, en donde el pulso de las redes sociales se cruza con un espacio/ guardería para niños con borcegos, food-trucks con sushi y una oferta multidirec­cionada que en su line up no deja a nadie afuera: hay leyendas, bandas atravesand­o sus quince minutos de fama, artistas emergentes y los dJ del momento.

La del próximo fin de semana será la cuarta edición consecutiv­a del festival en el país, y así como en el interior el Cosquín rock ya es un clásico, los porteños –y bonaerense­s– hicieron del Lollapaloo­za una de las paradas ineludible­s de la cartelera local, incluso más allá de quién toque en cada uno de los escenarios. así como en el inicio los músicos lograron identifica­rse con el festival, hoy es el público el que encontró en el Lollapaloo­za “su lugar en el mundo”. Ya no es sólo rock and roll, pero les gusta.

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