El festival que fue de los músicos y ahora es del público
En la primera mitad de la década del 90, cuando la generación X parecía conquistar el mundo con su angustiosa ira, el Lollapalooza apareció en escena como una suerte de Woodstock recargado para una nueva nación alternativa. Kurt Cobain aún no se había disparado el tiro del final y bandas como Nine Inch Nails, red Hot Chili Peppers, Jane’s addiction, rage against the Machine, Primus y Violent Femmes, entre muchas otras, encontraron en este festival ideado por uno de los suyos (Perry Farrell) su lugar en el mundo. el concepto Lollapalooza incluía además una nueva visión (adelantada, por cierto) de los festivales de música e intentando ir más allá para abarcar a toda la cultura rock, en plan circo freak y con espíritu punk. todo, transmitido por MtV en cadena para el mundo.
Con su esencia antimainstream, el Lollapalooza quedaba muy lejos de casa y por entonces nadie podía imaginar que un encuentro así se pudiera realizar en la argentina. Para peor, en 1997 el festival se discontinuó, y cuando Farrell volvió a montarlo, en 2003, el mundo era otro y el Lollapalooza parecía haber perdido su razón de ser. Pero el pequeño e inquieto cantante de Jane’s addiction guardaba un as en la manga: llevar su festival itinerante más allá de los estados Unidos.
Primero fue Chile, después Brasil y finalmente, en 2014, aterrizó en el país. a más de veinticinco años de su creación, con su megaestructura y reglas estrictas de calidad tanto arriba como debajo del escenario, el Lollapalooza llegó para elevar el estándar de los festivales locales, con una propuesta acorde con los tiempos, que busca atraer tanto al público millennial como a los papis rockeros de canas, en donde el pulso de las redes sociales se cruza con un espacio/ guardería para niños con borcegos, food-trucks con sushi y una oferta multidireccionada que en su line up no deja a nadie afuera: hay leyendas, bandas atravesando sus quince minutos de fama, artistas emergentes y los dJ del momento.
La del próximo fin de semana será la cuarta edición consecutiva del festival en el país, y así como en el interior el Cosquín rock ya es un clásico, los porteños –y bonaerenses– hicieron del Lollapalooza una de las paradas ineludibles de la cartelera local, incluso más allá de quién toque en cada uno de los escenarios. así como en el inicio los músicos lograron identificarse con el festival, hoy es el público el que encontró en el Lollapalooza “su lugar en el mundo”. Ya no es sólo rock and roll, pero les gusta.