Los juicios laborales, en alza: hay 100 demandas por mes
EMPLEO. Creció el número en los últimos cinco años; las pymes temen tomar más empleados
En los últimos 5 años, los juicios laborales fueron en alza y hoy cada juzgado de la Capital Federal recibe unas 100 causas por mes, cuando tiene recursos para absorber sólo la mitad.
Las causas de los pleitos, además de los accidentes laborales, que a partir de marzo tienen nuevas normas, son por fallas en la manera de registrar a las personas o directamente por su no registro, una falta que puede hasta triplicar la indemnización, y por no realizar los aportes a la seguridad social.
Pero también se penalizan acciones que las pymes viven como gestos de confianza como, por ejemplo, ofrecer beneficios de manera informal que luego se reclaman como salario encubierto.
Las 850.000 pequeñas y medianas empresas que existen en la Argentina contienen el 70% del empleo registrado. Y podría ser aún más; sin embargo, temen expandir la cantidad de personal a su cargo porque estiman que prácticamente todos los empleados se terminarán yendo de la firma, en algún momento, con un juicio laboral que no podrán pagar. Mientras que las compañías grandes y multinacionales tienen algún tipo de asesoramiento legal preventivo, las más chicas se ven envueltas en pleitos que duran entre 3 y 5 años y que pueden terminar con indemnizaciones millonarias.
Mario Fera, juez de la Sala IX y vicepresidente de la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo, dice que “la legislación laboral tiene un punto flojo. No existe una regulación diferenciada para pymes. Si bien existe una ley para ellas, no es todo lo eficaz que debiera ser. Lo sustancial de las normas se aplica de la misma manera tanto si se trata de una multinacional, como si es una empresa pequeña, cuando sus realidades son completamente diferentes”.
Pablo Justo asegura que hay 60 familias que dependen de la empresa que él mismo fundó hace 29 años y que va a hacer todo lo posible para continuar dándoles trabajo.
La promesa responde a que este ingeniero hospitalario hoy se ve bajo la amenaza de un juicio laboral por parte de un trabajador registrado que podría obtener una indemnización de $ 350.000 aproximadamente. Incluyendo gastos de representación, esa suma se dispararía a un máximo de hasta $ 3.000.000. Se trata de una persona que trabajó en esta pyme familiar no más de 12 años, con un sueldo de alrededor de $ 12.000. “No podríamos pagar ni cerca de eso”, dice Justo, que es también socio fundador de la Asociación Argentina de Arquitectura e Ingeniería Hospitalaria.
La firma, cuyo nombre el empresario pide no publicar, realiza blindajes electromagnéticos con la particularidad de ser de las pocas que existen en el continente, por lo que reciben pedidos de toda la región. Sin embargo, comparte el reclamo y la preocupación de muchas pymes que temen contratar trabajadores por la cantidad de juicios laborales que reciben en contra los empleadores, aun si tienen a su personal debidamente registrado. “Es muy difícil tomar gente, porque la industria del juicio es muy fuerte y se incita a que los empleados, en manos de abogados laboralistas inescrupulosos, hagan reclamos injustos. Entonces la gente se retira de las empresas con demandas millonarias”, lamenta Justo, que escribió una carta de lectores a la nacion, publicada el domingo pasado, en la que advirtió: “los juicios laborales están terminando con nosotros y para pagar las fabulosas sumas de los injustos pleitos nos veríamos obligados a cerrar la empresa”. La realidad es que siguen dando pelea para sacar adelante esta empresa exportadora que, por ejemplo, acaba de recibir un pedido desde Pakistán.
En una recorrida por la casona en donde está la fábrica, en el barrio de Saavedra, se puede ver el corazón de su expertise: un prototipo de sala blindada contra las ondas electromagnéticas que se usa normalmente en laboratorios especiales o salas de resonancia magnética, donde las interferencias pueden afectar la calidad de las imágenes. Ingenuidad
El juicio que ahora sobrellevan es, según reflexiona Justo, “producto de la ingenuidad que muchas pymes tenemos. Es el hecho de brindar beneficios a los empleados, que sigo aclarando que están todos debidamente registrados, pero que después se te vuelven en contra. Para nosotros es dar una mano porque hay una relación de confianza, de afecto. Se trata de ayudar en lo que se puede, pero después los abogados dan vuelta las cosas y dicen que es salario encubierto, derechos adquiridos y se viene el reclamo de indemnización”.
Con desilusión y mucho de amargura, advierte que “hoy una pyme no puede dar ningún paso, por mínimo que sea, sin asesorarse con un abogado. Cualquier favor informal no se puede hacer. Hoy hay que ser experto en derecho laboral”.
Relata también el caso de una mujer que contrataron para hacer la limpieza a través de una empresa supuestamente “especializada”, que después de dos meses de trabajar dos veces por semana reclamó la relación de dependencia. “Tuvimos que arreglar”, recuerda. Agrega que “hoy hasta una llamada fuera del horario laboral puede dar pie a un reclamo por horas extras. La idea que siempre prevalece es que el empresario tiene plata y hay que hacerle juicio. Creo que lo peor del gobierno anterior fue la demonización de los empresarios, señalarlos como saqueadores y no es así”.
Aunque se acaban de lanzar beneficios económicos para las pymes, otros problemas que enfrentan y que son compartidos por otras son: altos costos laborales, un dólar que consideran bajo para exportar, un estancamiento económico que para ellos ya lleva 4 años y baja rentabilidad. “Cercana a cero”, aclara Justo. A pesar de ello, asegura que la intención es hacer todo lo posible por no despedir. “Ni siquiera en 2001-2002 despedimos gente”, se enorgullece.
Hay 20.000 pymes industriales en el país, que emplean a 600.000 personas, según datos del Observatorio Pyme. ¿Qué piden? Medidas de fondo, cambios en la legislación laboral, asesoramiento integral y el reconocimiento de que este tipo de empresa proporciona el 70% del empleo formal en la Argentina, y que para crecer y tomar más gente necesita más garantías.