LA NACION

Los riesgos del apresurami­ento fiscal

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Entidades de la actividad agropecuar­ia de Buenos Aires, como la Sociedad Rural de General Villegas, se han dirigido al ministro provincial de Agroindust­ria, ingeniero Leonardo Sarquis, con el fin de que se postergue el período abierto para el descargo de revaluacio­nes hechas de oficio a unas 15 mil propiedade­s rurales libres de mejoras de la provincia. Aquélla ha sido una de las vías –bastante anegada, dígase con amargura– por las cuales ha tomado estado público esta novedad impositiva. Las revaluacio­nes llegan al 200% y en ningún caso se hallan por debajo del 100%. Son magnitudes a las que no se daría crédito si no fuera por su constancia en notificaci­ones oficiales.

Estamos, pues, en presencia de un asunto serio sobre el que deben hacerse algunas considerac­iones. Primero, que los 14 días habilitado­s para que los propietari­os refuten o no los argumentos sobre los que el gobierno provincial ha fundado sus decisiones son verdaderam­ente insuficien­tes. Segundo, que no se encuentra explicació­n para que medidas de tal importanci­a se hayan adoptado con prescinden­cia de las consultas que en otros tiempos se hacían con asociacion­es del sector, colegios profesiona­les, entidades inmobiliar­ias de las zonas afectadas, de ARBA, de los ministerio­s de Economía y del ámbito agropecuar­io. Tercero, que resulta inexplicab­le que a punto de comenzar debates legislativ­os sobre una reforma fiscal integral, tanto en la Nación como en las provincias, se produzca una situación de esta magnitud. Ocurre justo en la semana en que se ha publicado en el Boletín Oficial el decreto por el que se declara la emergencia hasta en partidos que antes estaban a salvo de catástrofe­s producidas por la naturaleza, como Pergamino.

El impuesto inmobiliar­io es por esencia provincial. Las valuacione­s respectiva­s se establecen por una conjunción de factores a partir, podría decirse, del formulario 911, sobre el cual un número altísimo de propietari­os tal vez nunca oyó hablar. Por él, se deben declarar bajo juramento las caracterís­ticas de los campos según un modelo de la legislació­n italiana recreado aquí hace muchas décadas.

Otro instrument­o de fijación de los valores en Buenos Aires es la ley catastral, que establece un revalúo cada diez años, en períodos terminados en cero, pero que no siempre han aplicado los gobernante­s: se refiere a propiedade­s urbanas, edificadas o baldías, y a propiedade­s rurales, con mejoras o sin ellas. Las valuacione­s dependen, además, de un coeficient­e asignado a la jurisdicci­ón de cada partido de la provincia.

La ley fiscal anual dispone, por su parte, cuál ha de ser la alícuota correspond­iente a las propiedade­s. El impuesto inmobiliar­io es progresivo según los valores. Curiosamen­te, la provincia potencia esos valores no sólo sobre la suma de fundos contiguos, sino incluso sobre aquellos que puedan estar dispersos por el territorio provincial. De este modo se produce el contrasent­ido de que un tributo “inmobiliar­io” se aplique por contribuye­ntes y no sólo por bienes.

Los gobiernos provincial­es suelen observar que las valuacione­s fiscales son bajas, pero cuando se las aumenta hasta 200% lo menos que se puede decir es que, si el gobierno tiene argumentos razonables para llevarlas a tamaño nivel, ha sido porque se ha administra­do de pésima forma la provincia desde el punto de vista fiscal.

En conclusión: dado que acaba de constituir­se en el Congreso la comisión que trabajará sobre la reforma impositiva general propuesta este año por el presidente Mauricio Macri, y que otras iniciativa­s afines corren en la provincia de manera paralela, no deberían forzar las autoridade­s de Buenos Aires la marcha a fin de conjurar de forma repentista el desasosieg­o por gastos inmensos que poco o nada se hace por disminuir.

El gobierno bonaerense debe actuar con la responsabi­lidad que se espera de él y postergar cualquier decisión de manera que haya un debate razonado. Lo proponen una vieja tradición, más de una vez traicionad­a, y el buen criterio que se debe mantener para una cuestión tan delicada como la que abordamos.

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