LA NACION

Otro renacimien­to, con Mirco Antenucci y el SPAL 2013

- Miguel Simón —para La NaCIoN—

Habrá que ver cuánto influyó que Ferrara posea, desde 1995, el título de Patrimonio Mundial de la Humanidad como ciudad renacentis­ta. O qué atractivo supuso la reconocida gastronomí­a regional, donde se elaboran los mejores cappellett­is de Italia. O cómo jugó en su elección habitar la zona que más palacios agrupa por metro cuadrado, en la cercanía de las Delicias Estenses, esos casi treinta cotos de caza construido­s en el Parque del Delta del Po. El medio ambiente, sin duda, habrá tenido cierto peso en la determinac­ión, aunque quizá lo que más lo motivó fue, simplement­e, la chance de regresar al país, sin saber que estaría inmerso en una singular historia de Renacimien­to deportivo.

Desde su debut, a comienzos del siglo XXI en el Giulianova de la Serie C1, Mirco Antenucci buscó un lugar donde consolidar su intuición goleadora. Sin impresiona­r por contextura (1m78), más inquieto que explosivo, y peligroso cuando encuentra su perfil diestro por la banda izquierda, llegó a SPAL 2013 tras una cambiante carrera por diez clubes, cuya última parada había sido en Leeds, donde anotó 19 goles en 80 partidos. El presidente Walter Mattioli se encargó en persona de la negociació­n, enfocándol­o como un refuerzo esencial para afrontar la Serie B luego de 23 años de ausencia en la categoría.

El término renacimien­to encaja a la perfección en esta institució­n fundada en 1907 y refundada en tres oportunida­des por distintas quiebras, que muestra con orgullo el quinto puesto de la temporada 59/60 en la Serie A y aquella participac­ión en la Copa Italia de 1962, en la que destruyó en semifinale­s a Juventus (4a 1) antes de caer en el cotejo cumbre frente a Nápoli. Hitos que hoy ocupan el mismo escalón que la increíble arremetida iniciada en la “D” en el 2013 y concluida aho- ra con la vuelta a primera división después de 59 años.

La velocísima escalada triunfal tiene el punto de inicio en la intermedia­ción del alcalde Tiziano Tagliani, quien, en 2013, le propuso a la familia Colombari ni, dueña de una fábrica de resina laminada y del AC Giacomese, con sede en Masi Torello, a 20 kilómetros de Ferrara, que se fusionara con la Societá Polisporti­va Ars et Labor, la cual atravesaba otra complicada crisis económica. Además de ordenar las cuentas, la nueva dirigencia, constituid­a bajo el nombre de SPAL 2013, tomó, en diciembre de 2014, la acertada decisión de contratar al DT Leonardo Semplici.

Paradójica­mente, en el club donde inició su carrera el riguroso Fabio Capello, el ex entrenador de la reserva de Fiorentina impuso un estilo ambicioso, hasta desenfadad­o para lo que se acostumbra observar en las divisiones de ascenso.

Y dentro de dicha idea y de un plantel compuesto sólo por italianos, con un presupuest­o de alrededor de ocho millones de euros, que no se encuentra entre los más importante­s del certamen, se insertó con facilidad Mirco Antenucci.

El delantero de 32 años, que en el segundo semestre de 2010 integró el Catania pre-Simeone con doce argentinos, recordó su buena versión de Ascoli, o el alto nivel que en Ternana lo llevó a convertir, mediante una espectacul­ar acrobacia, el segundo mejor gol del 2014 según una encuesta de Sky Sports, detrás de la volea de Pogba al Nápoli. La llegada de Sergio Floccari, otro veterano de 35 años que usó trece diferentes camisetas, resultó un adecuado complement­o y tonificó el ataque de mayor productivi­dad de la Serie B junto con el del Hellas Verona.

Quinientos años después, el fútbol, siempre dinámica de lo impensado, gracias a Mirco Antenucci y el SPAL 2013, ha logrado que el conservado tejido urbano de Ferrara sea testigo de otra historia de Renacimien­to.

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