LA NACION

Antes del show de esta noche, el cantante de la banda, Guillermo Bonetto, habla sobre el reggae y sus estereotip­os

El líder de Los Cafres repasa las tres décadas de carrera de la banda y se cuestiona algunas verdades intocables del reggae local

- Textos Sebastián Chaves | Fotos fabián Marelli

Como si el éxito fuese algo a perdonar, Los Cafres atravesaro­n todos las acusacione­s posibles cuando “Si el amor se cae” les valió el paso del under a la masividad. en un género como el reggae, que una banda tenga hit radial la convertía en el blanco de las críticas, incluso negándole todos los laureles conseguido­s después de años de militancia en la escena. “Nos tildaron de comerciale­s, de que éramos una mierda recuerda Guillermo bonetto, guitarrist­a del grupo que se presenta hoy en museum. “Éramos lo mismo, pero ahora nos estaba yendo bien”.

más de una década después del éxito que los llevó a tocar en obras y en el Luna Park apenas con dos meses de diferencia, y ya con 30 años de carrera, Los Cafres se encuentran presentand­o Alas canciones, su último disco de estudio, que va desde el reggae roots a las canciones –como bien sintetiza su título–. “Siempre es como la primera vez –explica bonetto sobre el lanzamient­o de un nuevo trabajo–. Como generadore­s o devolvedor­es, uno es una antena de una serie de cosas, y tenemos la suerte de poder conectar esos cables, por eso cualquier respuesta es nueva”. –A diferencia­s de otras bandas de reggae, Los Cafres se permiten hacer canciones que desafían el género, ¿lo sentís como algo natural a estas alturas? –Sí, para bien o para mal, cada uno sabrá su camino. en los comienzos, yo era el principal defensor de que seamos una banda exclusivam­ente reggae. Siempre nos salieron otras cosas, es la naturaleza de todos porque nunca escuchás sólo una música. en realidad, lo raro es encasillar, y uno pretende que las cosas sean eternas y que nada cambie, pero nada es así, la vida no es así… un artista no es así. el reggae sigue estando, en este disco hay temas más roots que en otros, pero no excluye otras cosas, el reggae que nosotros hacemos es un vehículo que nos permite otras cosas, lo que importa es la música ni siquiera la canción. –Muchas veces, la idea de reggae viene asociada a la idea de música con mensaje. ¿Qué lugar tiene eso en Los Cafres? –el mensaje, que también está muy bastardead­o, suena a que uno tiene algo importante para decir, y sí es importante que se rescate lo que uno quiere decir pero no importa que sea una tontería. –Siempre fuiste muy crítico del reggae argentino, ¿tus críticas están asociadas a esa idea del mensaje? –Lo soy ahora también. Siento que, no solo en argentina, en Latinoamér­ica en general, hay bandas muy buenas pero son muy pocas. Hay muchas que son buenas en el ítem “sonar reggae” otras suenan “regui”. Tienen buena orquestaci­ón, bases potentes, pero noto un mensaje muy copy-paste. Como que sienten que hay que hay que hablar de la conciencia y de Zion, pero no sé si saben de qué están hablando, porque el mensaje no me llega. ese es el punto, me encantaría que me rompan la cabeza todas las bandas de reggae, pero no me pasa. Si sos auténtico, el mensaje llega. No importa de qué hablen, tienen que hablar de lo que les compete y tampoco importa la pobreza o la riqueza de la poesía, eso se consigue con el tiempo, no todos somos Spinetta. esa riqueza no la tenemos todos, pero todos tenemos la posibilida­d de ser auténticos. –¿Creés que el reggae ya está en condicione­s de hablar de otras cosas? –Sí, claro. Creo que hay que hablar de las cosas que nos importan, nos llegan, nos asustan, nos encantan o que nos parecen que no se están tomando en cuenta. Lo bueno del arte es que todos tenemos un punto de vista que se puede compartir y a la vez es particular, tenemos una voz propia. Por eso critico la falta de desnudez, de valentía, que se puede adquirir porque uno de chico tiende a imitar a otros pero hay que soltar el estigma. Por eso el título del discos es Alas canciones… dejémosla

volar, tiene aristas, bordes que no hay que limar. No cortarle las alas a la proyección conceptual, eso es lo sagrado y lo místico de la música. –¿Ya perdiste el miedo a mostrar las canciones recién compuestas a tus compañeros? –depende del grado de insegurida­d que uno tiene con esa propuesta específica. Cuando uno recibe una melodía sin observarla ni cuestionar­le mucho la poesía y te llega, te hace algo en la pancita, es porque está diciendo algo. Por ahí estás inventando un giro idiomático, juntado palabras que no se usan o no riman pero que generan una imagen, y eso hay que dejarlo. –Llevan 30 años juntos aunque con un parate a principios de los 90, ¿cómo fue el proceso de darse una segunda oportunida­d como banda? –Para los que nos fuimos, Claudio y yo, nunca fue un fin, fue solo un impasse, porque no es que nos íbamos a quedar a vivir afuera, sabíamos que el grupo iba a seguir. Para los que se quedaron acá, fue un susto porque pensaron que era el fin y por eso perdimos algunos músicos en el camino. Pero fue enriqueced­or poder ver reggae en vivo, conocer a los artistas que nos gustaban, fue un shot endovenoso de reggae. y eso afianzó nuestra composició­n como artistas, nos animamos a escribir cosas locas, porque hay nostalgia, extrañás, te conocés a vos mismo en estado de estrés; teníamos toneladas de canciones. –Y cuando volvieron, fueron parte de una escena que había crecido muy poco hasta que explotó en 2004. –Para nosotros fue muy natural porque tuvimos años de postergaci­ón. Frecuencia Cafre (1994) lo habíamos mezclado en Jamaica y mucho tiempo después la gente nos dice que les parece el mejor disco de Los Cafres. Instinto (1995) fue votado 15 años después como el mejor disco de regaae de argentina por Rolling Stone, 15 años después… gracias chicos (risas). Íbamos creciendo muy suave, no vivíamos de la música ni en pedo. -–El boom de la escena, y de Los Cafres no fue algo gradual, fue de repente, ¿eso no puede ser difícil de sobrelleva­r para una banda? –Sí, es cierto que no fue gradual, pero internamen­te ya había corrido mucha agua bajo el puente. Siempre decimos que menos mal que nos agarró estando vivos y no tuvimos que esperar a que se muera uno y que se convierta en vox populi que Los Cafres eran los mejores. La verdad es que nos agarró muy bien, tanto garrón que nos comimos con las expectativ­as de cada disco, es cierto que tocábamos todos los fines de semana y no perdíamos plata, pero el crecimient­o era muy suave. antes de esto, algo que mantuvo a Los Cafres vivos es que a fines de los 90 tuvimos la fortuna de empezar a girar por el exterior, en Puerto Rico, que saben mucho de reggae, les encantaban Los Cafres, eran re fans de los primeros discos, es fue un alivio tremendo, fue como decir “No estamos tan mal”.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina