La travesía más excéntrica
Lavidadamuchasvueltas.Unos titiriteros jóvenes se iniciaron hace 40 años en la profesión con un elenco que haría historia en el desarrollo del género en nuestro país, el entonces recién fundado Grupo de Titiriteros del San martín, dirigido por ariel bufano. años más tarde formaron su propio elenco, Libertablas, que también recorrería una trayectoria destacada. y ahora retornan a su grupo de origen, para montar una obra como directores invitados. Luis Rivera López y Sergio Rower, que de ellos se trata, eligieron poner en escena una versión de La vuelta al mundo en 80 días, la novela de Julio Verne, rebautizada –con algún dejo cortazariano no del todo explicable– La vuelta al mundo
en 80 mundos. y ponen en evidencia que se puede llegar al mismo lugar dando la vuelta al planeta acumulando mundos de experiencia.
Una voltereta conceptual lleva a que esta vez tengan mayor protagonismo los titiriteros que los títeres. Los personajes principales, el excéntrico Phileas Fogg, su mayordomo Passpartout y el pertinaz detective Fix, que los persigue en todo momento, pensando erróneamente que son delincuentes en fuga, son representados por actores del Grupo de Titiriteros, aun cuando mantienen ciertos rasgos caricaturescos que los emparentan con los títeres que suelen manipular. es magnífica en ese sentido la interpretación de Román Lamas como Fogg, eficazmente acompañado por daniel Spinelli como el detective Fix y Fernando morando como Passpartout.
el relato del viaje se presta a vistosos cambios de ambiente. y esos son encarnados por los títeres. ellos ilustran y acompañan la travesía cruzando mares y continentes. La esencia del conflicto del relato de Verne está puesta en la carrera contra el tiempo, en las consecuencias que puede tener cualquier inconveniente inesperado en el desenlace. La obra se extiende, sin embargo, en una perspectiva contemplativa de los exóticos escenarios, lo que por momentos le resta dinamismo. y a la vez no se toma el aire para intercalar pausas y cambios de ritmo, que le otorguen a la puesta un desarrollo menos lineal.
La recurrente apelación al rito del té de las cinco, más allá de la latitud en que se encuentren los viajeros, sí marca acentos de efectiva comicidad con un toque musical logrado, tanto como las atractivas intervenciones cantadas de Fogg al comienzo y al final. Una vuelta de tuerca más decidida hacia el musical habría permitido darles a los títeres un rol de contrapunto y coro, con menos texto y más movimiento para llegar a destino a tiempo.