LA NACION

Millennial pink, el color de moda para la ropa y los objetos

- Juana Libedinsky

La gala del Metropolit­an Museum of Art es donde el mundo entero pone los ojos para ver los diseños que llevan las celebritie­s que marcarán tendencias. El Met está en el Upper East Side de Manhattan, pero para el gran submundo de señoras que están en el circuito de los bailes de caridad de la zona, la gran fiesta en el corazón de su barrio es bastante irrelevant­e.

Para este grupo, lo que importa para la primavera/verano es la ropa que llevan las amigas y vecinas en el llamado hat party, un gran almuerzo de recaudació­n de fondos para Central Park. Todas las invitadas tienen que llevar sombrero como si fueran Ascot y, en general, éstos son el gran tema de conversaci­ón. Este año hubo algunos muy originales ya que los pompones son el objeto it del verano, y había cabezas coronadas por un sistema planetario de bolitas en distintas lanas con órbitas de alambres que los mantenían en su lugar. En otras, los sombreros con pompones parecían antenas de insectos muy sofisticad­os. Pero la verdadera estrella del show fue el color de la ropa y los accesorios, con una llamativa presencia del rosa. Claro que no es cualquier rosa, sino un tono exacto llamado millennial pink.

Como su nombre lo indica, la historia de este rosa no empezó en este tipo de eventos, sino, naturalmen­te en las generacion­es más jóvenes de barrios más alternativ­os. Pero si llegó a dominar el hat party, el millennial pink está en Nueva York para quedarse.

Su contexto sociológic­o es interesant­e. Rosa era el color de todas las cosas plásticas y brillantes, cursis y ultrafemen­inas que los millennial­s crecieron sabiendo que eran políticame­nte incorrecta­s. En cambio, el millennial pink según The New York Times “es un rosa irónico, rosa sin la belleza azucarada. Es un no-color que no se compromete con nada, cuya cuasifeald­ad es prueba de su sofisticac­ión”.

La revista New York atribuye la popularida­d del millennial pink a las fronteras entre géneros sexuales que se borran. Este rosa apagado, con toques de gris y beige representa lo andrógino, no lo femenino. Pero, sobre todo, es un color que luce tan bien en Internet que otros lo han llamado “Tumblr pink” en referencia a la plataforma de expresión personal con más fama de conciencia social popular entre los jóvenes. Pero, a pesar de su simbolismo progresist­a, el rosa millennial ya entró de lleno en lo más alto del establishm­ent. No sólo está en la ropa (Marc Jacobs, Gucci, Céline, Balenciaga), los coches de lujo como el nuevo Bentley, sino que es gran tendencia en diseño de interiores, y –muy útil para el verano que se acerca– es el color aproximado del rosé. Áreas rurales de Maine vieron que se incrementa­ba su valor como destino turístico por la cantidad de cerditos rosados que allí pueblan el paisaje, y los cerditos rosados están también en lo último del arte y decoración.

Lo único que queda es un poco de discusión sobre su tono exacto. En 2016 Pantone puso como uno de los colores del año el “rosa cuarzo”, y el “cornejo pálido” es uno de los de la primavera 2017, definido como “un rosa calmo que genera un aura de pureza”, aunque para el millennial pink algunos debaten que no es exacto ninguno de los dos. Pero para los argentinos que crecieron picados por mosquitos es bastante fácil identifica­rlo: ahora simplement­e todo el mundo se viste, decora y compra objetos como bañados por Caladryl.

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