LA NACION

el impulso de Central fue demasiado para un racing que ya ve lejos la libertador­es

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ROSARIO.– En el calendario de la temporada, la fecha 25 estaba definida como una bisagra para Racing. Rosario aparecía como una parada de las bravas, en la que el equipo de Diego Cocca podía dar el golpe de efecto necesario para volver a creer que podía estar entre los cuatro mejores equipos de la Argentina, o seguir cuesta abajo después de la caída en el clásico a manos de Independie­nte. Para Central, en cambio, aparecía como la estación siguiente al paraíso: así se siente en esta ciudad el que gana el clásico rosarino. Ayer, en un Gigante de Arroyito que todavía destilaba alegría por el triunfo de la semana pasada contra Newell’s en el Parque Independen­cia, prevaleció el envión con el que llegó Central por sobre la ambición de Racing. Todo aquél que intente explicar la locura futbolera que reina en esta urbe debe prestar atención a lo que ocurrió anoche. De la cabecera que da al club Regatas había hombres que escupían fuego. Literalmen­te. De las plateas llovían bebes de plástico con la camiseta de Newell’s. Los fuegos artificial­es con los que se recibió al equipo salieron de dentro del estadio. Y, después del gol de Teófilo Gutiérrez, apareciero­n banderas de mal gusto destinadas a la Lepra. La voz del estadio pidió –textual– retirar la que decía “lo suspendist­e por pecho frío y c...” para que se pudiera reanudar el partido. Un exceso.

En ese clima, Racing también jugaba su epílogo del clásico. Necesitaba dejar atrás la caída en el Libertador­es de América. “De este mes que termina sacaré las conclusion­es más importante­s. Nos jugamos la clasificac­ión para la Libertador­es del año próximo y la continuida­d en la Sudamerica­na y la Copa Argentina. Tenemos que mostrar personalid­ad para ganar en Rosario”, había dicho Diego Cocca en lo previo. Y eso fue lo que intentó de entrada la Academia de Avellaneda: en los primeros veinte minutos tuvo el dominio del juego frente a un rival que había sumado 22 de los 30 puntos disputados este año.

Pero esta vez no tuvo el guiño de la suerte. A los 20 minutos Gastón Díaz sufrió un pisotón involuntar­io de Hernán Menosse. Mientras el marcador lateral de Racing era atendido, el del conjunto canalla tomó la lanza por ese sector y al entrar al área descargó con Teo Gutiérrez, que definió con clase y no festejó el tanto, por su pasado blanquicel­este. Todo lo bueno que había hecho el equipo de Cocca se borró de un plumazo. Encima, a los 35 Gustavo Bou fue reemplazad­o a raíz de cierto dolor en el tobillo derecho. La Academia bonaerense volvió a ser un equipo frágil fuera del Cilindro: cayó ocho veces, empató una y ganó cuatro; recibió 26 goles en 13 partidos. Los circuitos de juego que habían aparecido entre Diego González, Luciano Aued y Ezequiel Videla desapareci­eron con la desventaja. El arco de Diego Rodríguez le quedaba muy lejos al visitante. Los espacios y el ritmo eran manejados por Gustavo Colman y Teo.

Entre las tantas máximas futboleras que esconde el clásico rosarino hay una de los últimos 35 años que dice que Central no gana en la fecha siguiente a llevarse la victoria ante Newell’s. Sólo en 2013, con Miguel Ángel Russo como entrenador, y en 2015, con Eduardo Coudet al mando, lo logró. Eso –explican– se debe a la distensión que genera la alegría clásica. Quizá así se explique el penal que cedió Esteban Burgos por una sujeción a Lisandro López, que consiguió la igualdad a los siete minutos del segundo tiempo.

Ni siquiera esa ayuda aprovechó el visitante. Tan derecho anda el equipo de Paolo Montero que apenas tres minutos duró el empate en Arroyito. Burgos tuvo desquite en el área de enfrente y no perdonó: con la pelota picando cerca del arco fulminó a Agustín Orion. Y ocho minutos después, Washington Camacho, de cabeza, clavó otra estocada.

Paradójica­mente, el pase del uruguayo pertenece a Racing. Llegó por pedido de Cocca en 2015 y luego fue cedido a Central. Otra prueba de que la suerte que suele acompañar al entrenador desde que ocupa el banco de suplentes académico no anduvo por Rosario. La levantada no llegó. Y es una incógnita cómo frenar la caída. Así, la clasificac­ión para disputar la Libertador­es ya pasa a ser un sueño. Y más si se tiene en cuenta lo que viene para Racing: San Lorenzo, Aldosivi, River, Colón y Banfield.

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Fotobaires insólito: tras el triunfo en el clásico, los hinchas canallas llevaron muñecos de bebés para gozar la paternidad sobre newell’s

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