EI se adjudica el atentado y Gran Bretaña sube la alerta por temor a otra agresión
El gobierno de Theresa May aumentó de “grave” a “crítico” el nivel de alarma de terrorismo tras identificar al autor de la masacre
MANCHESTER (AFP).– Sin tiempo para elaborar el duelo, el gobierno británico elevó ayer el nivel de alerta de “grave” a “crítico”, el más alto de la escala terrorista, y desplegó militares para asistir a la policía por temor a nuevos atentados. La decisión llegó horas después de la masacre que dejó 22 muertos y 59 heridos sobre el final del concierto de la estrella norteamericana Ariana Grande, anteanoche, en el Manchester Arena.
El grupo extremista Estado Islámico (EI) se adjudicó la matanza en un comunicado como parte de su eterna campaña contra “los cruzados” occidentales, en tanto la policía identificó al asesino como Salman Ramadan Abedi, un joven de 22 años nacido en Gran Bretaña, residente en Manchester y cuyos padres habían emigrado desde Libia.
“No podemos ignorar la posibilidad de que un grupo más amplio de individuos esté vinculado con el atentado de Manchester”, dijo la primera ministra británica, Theresa May, al explicar el nuevo nivel de alerta. Desde Donald Trump hasta el papa Francisco, el mundo condenó el ataque, que tuvo como blanco a miles de adolescentes.
MANCHESTER.– Las investigaciones de la masacre terrorista del estadio Manchester Arena ampliaron la escala y los detalles del horror, que dejó 22 muertos y 59 heridos, y llevaron al gobierno a elevar ayer el alerta terrorista de “grave” a “crítico” y a ordenar el despliegue de militares para apoyar a la policía, ante el temor de nuevos atentados de un posible comando jihadista.
Las autoridades identificaron al autor de la matanza como Salman Ramadan Abedi, un joven de 22 años nacido en Gran Bretaña, residente de Manchester y de padres libios, y que pudo haber actuado en colaboración con otros terroristas, en un atentado suicida cuya autoría intelectual se atribuyó horas después Estado Islámico (EI), amparado en su eterna lucha contra “los cruzados” occidentales.
La ciudad del norte de Inglaterra se mantuvo en guardia con un contingente adicional de oficiales armados, mientras que el alcalde de Londres, Sadiq Khan, ordenó el despliegue de más policías en las calles de la capital británica.
Abedi, cuyos padres habían emigrado de Libia hace años huyendo de la cruenta dictadura de Muammar Khadafy, el excéntrico líder derrocado y ejecutado en las revueltas de 2011, podría ser sólo la punta visible de una estructura más amplia que aún estaría en actividad.
El jefe de la policía de Manchester dijo que “la prioridad es establecer si el atacante actuó solo o como parte de un grupo”. Unos 400 agentes se movilizaron durante la primera noche para colaborar en la investigación, que dio sus frutos con la confirmación del nombre del autor y la detención de otro joven de 23 años bajo sospecha de integrar el comando que organizó el operativo.
Estado Islámico se adjudicó la explosión al señalar en un comunicado que “un soldado del califato plantó bombas en medio de las reuniones de los cruzados” y luego las detonó. Su agencia de propaganda dijo además que hay un “equipo” de combatientes detrás del atentado.
“No podemos ignorar la posibilidad de que un grupo más amplio de individuos esté vinculado con el atentado de Manchester”, dijo la primera ministra, Theresa May, al justificar el nuevo estado de alerta.
Gritos aterradores de adolescentes llenaron el Manchester Arena después de la explosión, mientras los asistentes se atropellaban en el intento de escapar. Cincuenta y nueve personas resultaron heridas en lo que May calificó de “monstruoso ataque terrorista”.
El jihadista “deliberadamente apuntó contra chicos y jóvenes que deberían haber estado disfrutando de una de las mejores noches de sus vidas”, lamentó May, que se trasladó a Manchester para calibrar in situ la magnitud de la tragedia.
Un miembro de la comunidad libia de Manchester le dijo al diario The Guardian que el padre de Abedi, enterado del rol protagónico de su hijo en la masacre, “debe estar desconsolado”. “Siempre estuvo en contra de la ideología jihadista y estos de EI no son ni siquiera jihad, son delincuentes”, agregó.
Entre los muertos había una chica de ocho años, la víctima más joven que se conozca hasta el momen-
to. Su madre y su hermana estaban entre los 59 heridos. La explosión ocurrió cerca de la salida del estadio, cuando la estrella norteamericana ponía fin al concierto de su gira Dangerous Woman.
Patrulleros de la policía, equipos de expertos en explosivos y cerca de 60 ambulancias acudieron al lugar al conocerse las primeras noticias de la matanza, cuyos perfiles co- menzaban a dibujarse entre el dolor y el estupor que cubrían de luto el interior y las inmediaciones del Manchester Arena, con capacidad para 21.000 espectadores.
La cantante norteamericana, que salió ilesa, expresó el dolor por los fans que regaron de sangre una noche debió ser de fiesta. “Destrozada. Desde el fondo de mi corazón, lo siento mucho, no tengo palabras”, escribió en su cuenta de Twitter.
Solidaridad
También salieron ilesas la mujer y las dos hijas el entrenador del Manchester City, Josep Guardiola, que asistieron al espectáculo. En tanto, en el estadio del City se instaló un centro de emergencias. “No podemos sacarnos de nuestras mentes y nuestros corazones a las víctimas y sus familias”, dijo el entrenador del otro gran equipo de fútbol de la ciudad, el Manchester United, el portugués José Mourinho.
Toda la ciudad se movilizó en socorro de los heridos y familiares de las víctimas, en una muestra de solidaridad comunitaria para alzarse a la altura de la tragedia.
Los taxistas ofrecieron transporte gratuito, la gente llevó comida y consuelo a los afectados, donó sangre y organizó una colecta de cientos de miles de dólares. Los hoteles cedieron sus habitaciones a quienes las necesitaran, familiares o heridos, al igual que miles de particulares que también ofrecieron habitaciones de casas y departamentos.
Hayley Adamson, de 23 años, y Poppy Colon, de 25, se acercaron al estadio del City en respuesta a un llamado de solidaridad que escucharon por radio. “Trajimos comida, revistas, dulces, chocolates, papas fritas, sándwiches, cualquier cosa para los chicos”, explicaron.
La reina Isabel II lo describió como un “acto de barbarie” y el Vaticano expresó en un comunicado que “Su Santidad, el papa Francisco, quedó profundamente entristecido”, entre las expresiones de solidaridad recibidas de personalidades y dirigentes de todo el mundo.
El ataque fue el más grave cometido en suelo británico desde julio de 2005, cuando una serie de atentados suicidas dejaron 52 muertos y 700 heridos en el sistema de transportes de Londres. Ese atentado fue reivindicado por Al-Qaeda, hasta entonces la red terrorista más peligrosa del mundo, y que desde 2014 comparte el cartel del horror con el fervoroso extremismo de EI.
El atentado de Manchester coincide además con la campaña para las elecciones legislativas del 8 de junio próximo, que fue suspendida hasta nuevo aviso.