Taiwán y el derecho a la salud
C on la denominación de China-Taipei, y en carácter de observador, Taiwán pudo participar sin mayores problemas de la Asamblea Anual de la Organización Mundial de la Salud, entre 2009 y 2016. Las sesiones de este año, que arrancaron anteayer, presentan otro panorama muy distinto. Por decisión de China y como consecuencia del largo conflicto de soberanía que mantiene respecto de la isla, a Taiwán se le ha negado su asistencia.
Como fruto de esta manipulación política, los 23 millones de habitantes de Taiwán quedan al margen de la principal reunión del organismo internacional dedicado a la protección de la salud.
Por su naturaleza y trascendencia, esta temática debe ser siempre amplia en sus alcances, evitando exclusiones injustificadas, sin que fronteras o disputas político-ideológicas obstaculicen la difusión de avances y consensos, especialmente frente a la amenaza de propagación de epidemias y enfermedades contagiosas. En una carta publicada en la na
cion, el director general de la Oficina Comercial y Cultural de Taipei en Buenos Aires, Lien-Sheng Huang, sostuvo que “con razones lógicas y justas, el gobierno de Taiwán expresó su «profunda insatisfacción y condena»” a esa exclusión, ya que “los derechos fundamentales de su pueblo no deben ser sacrificados como herramienta política de la China continental”. Y agregó que Taiwán seguirá buscando la cooperación bilateral, multilateral y en investigaciones.
Nadie puede ser arbitrariamente privado del derecho universal a la salud, menos aún cuando las medidas sanitarias requieren coordinar acciones preventivas o defensivas de instrumentación global. Desde estas columnas expresamos nuestra profunda preocupación por lo que está sucediendo. La gravedad de lo ocurrido no puede silenciarse.