La paradoja ESPN. El canal pierde abonados, pero cada vez gana más plata
La señal deportiva sufre con los hogares que le cortan el cable, pero sigue siendo la principal fuente de ingresos de Disney
Para un adicto a los deportes una visita al campus de ESPN de 50 hectáreas es como inyectarse una droga. En un espacio industrial conectado por cables y antenas satelitales a transmisiones en vivo de todo el mundo, empleados de la cadena se apelotonan en torno de monitores en 80 mesas y miran partidos. Este es el centro neurálgico mundial de los destacados deportivos. Las transmisiones muestran casi todos los eventos deportivos que puedan ser de interés, desde partidos de cricket en la India, pasando por encuentros de fútbol en Brasil o béisbol en Florida. El personal de ESPN mira todo para que los espectadores no tengan que hacerlo, identificando más de mil de las mejores jugadas del día para convertirlas en cortos consumibles en TV, pantallas de computadora y celulares.
El campus corporiza las expectativas de Disney para la marca: la tecnología ha sido actualizada a un alto costo en los últimos años. La cadena ofrece eventos deportivos en vivo, noticias deportivas continuas, los destacados de los juegos y conversaciones sobre deporte. Al dominar el deporte televisado, ESPN genera unos US$ 4000 millones en efectivo para su compañía madre cada año, más de dos quintos de las ganancias de Disney. Pero el problema es que cada menos gente sintoniza los canales de la cadena. El número de hogares estadounidenses que paga por recibir la señal de ESPN ha declinando en más de 12 millones de un pico de 100 millones en 2011. ESPN no es la única que lo padece: los consumidores en general están abandonando los costosos paquetes de cable en favor de servicios como Netflix, Amazon y Hulu.
En los hogares que siguen conectados con ESPN, los residentes miran menos. Cifras de Nielsen, que sigue la audiencia televisiva, muestran grandes bajas del público estadounidense a lo largo de esta década para grandes eventos deportivos y en especial para programas de noticias y destacados.
Pero en un giro cruel, el costo de los derechos de los juegos en vivo ha dado un salto a pesar de que el deporte está atrayendo menos espectadores. Eso se debe a que la baja de los ratings para las telenovelas y comedias en cable ha sido aún más calamitosa. Los espectadores en casa están viendo sus programas favoritos en horarios diferidos en vez de cuando se transmiten originalmente o ven entretenimiento de este tipo en servicios al estilo de Netflix. Las cadenas y los anunciantes aún ven los deportes en vivo como uno de los pocos ejemplos de “programas con horario fijo” que aún logran atraer públicos numerosos.
En el corto plazo hay poco motivo de preocupación. Gracias en gran medida a las elevadas tarifas de “afiliación” que ESPN cobra a las operadoras de TV paga, sus ganancias debieran volver a subir en 2018. Al menos por los próximos cinco años debiera seguir siendo la mayor fuente de ganancias de Disney. Pero después de eso, los costos de los derechos volverán a subir cuando expiren los contratos. Y las elevadas tarifas de afiliación se ven cada vez más precarias.
Pero esta no es una conclusión definitiva. Se dice que recientemente algunas cadenas de cable, incluyendo AMC, han estado discutiendo un paquete no deportivo muy barato. Disney peleará contra eso –tiene compromisos de operadoras de TV paga de que ESPN debe ser incluida en un cierto porcentaje de paquetes de cable– pero anticipa una disputa por el lugar que ocupa ESPN en el panorama futuro de la TV.
Eventualmente, Disney quizá tenga que ser aún más audaz. ESPN podría ofrecerse algún día como un servicio de internet por sí sola. Iger dice que cree que si fuera necesario puede convertirse en una “Netflix de los deportes”. Tal oferta tendría muchos menos suscriptores de los que tiene ahora vía cable y por tanto tendría que ser mucho más cara que Netflix, probablemente a US$ 20 o 30 al mes.
Subestimar ESPN ha sido un error que se cometió en el pasado. Sus inicios fueron una lucha; los inversores, prestamistas y comentaristas dudaban de las perspectivas de una cadena sólo deportiva. En 1996, cuando Disney compró el 80% de ESPN como parte de su compra de la cadena ABC, la cadena deportiva fue un elemento secundario. Ahora, no importa que no encaje demasiado bien con los estudios de cine, franquicias y parques temáticos de la compañía, su lugar en el firmamento de Disney está asegurado. Por más que ESPN se meta a la fuerza en muchos hogares que ya no quieren pagar por la cadena deportiva, es improbable que su núcleo duro y considerable de fanáticos quiera dejar el hábito.