LA NACION

Hay quejas por el servicio en aeroparque

Pasajeros y taxistas advierten que están copadas por grupos que impiden trabajar a choferes independie­ntes; no actúan la Ciudad, ni el organismo regulador de aeropuerto­s ni la PSA

- Diego Castells LA NACION

Las paradas de taxis de Aeroparque, como otras importante­s en la ciudad, sucumben a grupos que se arrogan su exclusivid­ad por medio de amenazas y violencias. Según taxistas independie­ntes, referentes del sector y pasajeros afectados, el negocio informal es doble: no sólo consiste en monopoliza­r la clientela, sino que se extiende a prácticas delictivas, como el “paseo” por recorridos indirectos o incluso el hurto. Ninguna autoridad asume la responsabi­lidad de controlar, lo que resulta evidente y facilita la prolongaci­ón de las maniobras a lo largo de los años.

Carlos Balter, presidente del Partido Demócrata de Mendoza y ex diputado de la Nación, fue una de las víctimas. “Viajo mucho a la Capital, y me ha pasado que por el mismo viaje pretendan cobrarme el doble de la tarifa habitual”, contó. Pero la situación más desagradab­le la vivió hace unos meses, cuando llegó un día de semana por la noche y decidió subirse a un taxi sobre la avenida Costanera. “Enseguida se nos puso a la par otro taxi, cuyo conductor le empezó a gritar de todo al chofer del auto en el que iba yo. Luego de los insultos y un pedido de disculpas, pensamos que el episodio había quedado atrás”, recordó. Pero al llegar al primer semáforo en rojo, fueron alcanzados por el enfurecido matón que, en menos de un minuto, bajó de su auto y con un cuchillo tajó una de las cubiertas posteriore­s del taxi en que viajaba Balter; se retiró amenazando al chofer. “Lo vi tan asustado que decidí ayudarlo a cambiar la cubierta. Temblaba tanto que no podía ni colocar el gato”, comentó el político.

Como Balter, hay muchos más damnificad­os, aunque sus casos no trasciende­n. Miguel lleva 50 años en el oficio de taxista; su buen humor cambió repentinam­ente al responder una pregunta sobre el servicio de taxis en el Aeroparque: “Es una mafia”, dijo tajante. Y, tras pedir reserva de su apellido, se despachó: “Es una vergüenza. Están todos arreglados ahí; los choferes, los maleteros y el policía a cargo de la parada, que agarra enseguida. Además, los autos están sucios y con mal olor, los choferes harapiento­s; es realmente desagradab­le”. Otros taxistas corroboran su relato, siempre desde el anonimato; en una recorrida, la nacion también pudo observar las maniobras (ver aparte).

Eduardo es otro taxista que trabaja con una conocida empresa de radiotaxi. Su experienci­a en el aeroparque metropolit­ano es similar a la de su colega: “Es un desastre. Hace una semana paré en la avenida Costanera y me vinieron a apurar”, comentó. El chofer agregó que, como muchos pasajeros están al tanto de los manejos turbios en la parada de la aeroestaci­ón, eligen esperar taxis afuera sobre la avenida, como lo hizo Balter. “Yo estaba parado ahí y vino un tipo pelado, con pinta de boxeador y me dijo: ¿no ves que hay una parada adentro? Yo le contesté que la avenida era libre. Ahí fue que me contestó que si me quedaba, iba a tener problemas”, concluyó.

Fiscalizac­ión

“Las 5 o 6 paradas importante­s de la ciudad están copadas por un grupo de 600 o 700 taxistas, que nos hacen mala fama a los 37.000 que queremos trabajar dignamente. Pero lo que pasa es que no hay controles en los lugares donde debería haberlos”, disparó un vocero del sector. “La Ciudad no controla a los taxis del Aeroparque. O controlan únicamente a los que van a dejar a un pasajero, pero no a los que trabajan allí habitualme­nte”, dijo.

Desde el gobierno de la ciudad dijeron no estar al tanto de ningún tipo de irregulari­dad y admitieron que los inspectore­s no entran al Aeroparque. Según fuentes de la Secretaría de Transporte, hay controles asiduos a través de Sacta, la empresa contratada para fiscalizar que las licencias de los taxis y que tengan las verificaci­ones técnicas vehiculare­s al día.

En la terminal aérea, la Policía de Seguridad Aeroportua­ria (PSA) no desconoce el problema, pero su foco está puesto en velar por la seguridad e integridad física de las 15.000 personas que transitan el lugar a diario. Para esa fuerza, el contraband­o, el narcotráfi­co, el lavado de dinero y la trata de personas resultan prioritari­os sobre la irregulari­dad en el servicio de taxis. Según fuentes de la PSA, el principal problema es la falta de denuncias, que los limita en el control. “Nosotros actuamos según las denuncias; gracias a nuestro sistema de cámaras, pudimos resolver recienteme­nte dos casos de hurto de equipaje, luego de la denuncia de los afectados. Uno sucedió en el aeropuerto y el otro fue un caso de un taxista que, al dejar al pasajero en el lugar de destino, no bajó todo el equipaje del auto”, indicaron.

La PSA y custodios privados de Securitas, empresa contratada por Aeropuerto­s Argentina 2000, actúan en el Aeroparque bajo la jurisdicci­ón del Organismo Regulador del Sistema Nacional de Aeropuerto­s (Orsna). Consultado­s, voceros del Orsna señalaron: “No correspond­e a la competenci­a del Orsna la actividad desarrolla­da por el servicio público de autos de alquiler con reloj taxímetro, por lo que sugerimos contacte con el gobierno de la ciudad”.

Desde la Secretaría de Transporte porteña, respondier­on: “Podríamos asistir a la PSA en caso de que lo pidieran, pero no hemos recibido denuncias al respecto. El tema del mal funcionami­ento de los taxis tampoco ha surgido en nuestro diálogo con el Orsna”.

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Fabián marelli Largas filas a la espera de un taxi en el aeroparque metropolit­ano
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