LA NACION

La AGN detectó irregulari­dades en la construcci­ón de la planta Las Palmas

Es una de las obras más importante­s de Odebrecht en el país, impulsada por AySA

- Iván Ruiz

Pagos millonario­s sin registros, redetermin­aciones de precios sin control, problemas con el financiami­ento y una obra que demoró cuatro años más de lo previsto. Ese es el combo de irregulari­dades que detectó la Auditoría General de la Nación (AGN) sobre la construcci­ón de la planta potabiliza­dora de agua Paraná de las Palmas, un contrato de $ 2800 millones que ejecutó un grupo de empresas lideradas por Odebrecht.

El documento aprobado hace ya dos años por la AGN –al que accedió la nacion– desnudó una serie de falencias durante el comienzo de las obras, entre 2009 y 2012. “No existen mecanismos de control por parte de una autoridad competente respecto de los procedimie­ntos sobre la redetermin­ación de precios”, señaló el informe del organismo. Y remarcó que sólo en esos primeros tres años de actividad del contrato, el valor de la obra se encareció un 80%.

La AGN también cuestiona lo que ocurrió antes de firmarse el contrato, cuando AySA ejecutó una fuerte suba en el presupuest­o. En enero de 2008, Odebrecht junto a sus socios locales Benito Roggio, Supercemen­to SA y Cartello Construcci­ones se adjudicaro­n el contrato, pero cuatro meses más tarde, sin mediar modificaci­ones en las condicione­s, el Estado implementó una ampliación en el presupuest­o por $ 400 millones.

Este informe ya fue incorporad­o en la causa que instruye el juez federal Marcelo Martínez de Giorgi, a través de una denuncia presentada por la legislador­a Graciela Ocaña. En medio de las negociacio­nes con la compañía brasileña, la Justicia allanó –a pedido del fiscal Federico Delgado– esta semana las oficinas de Odebrecht, sus socios locales y AySA en busca de documentac­ión que acrediten posibles irregulari­dades.

La compañía brasileña ya admitió en los tribunales de Estados Unidos que pagó al menos US$ 35 millones de sobornos en la Argentina. La construcci­ón de la planta potabiliza­dora Paraná de las Palmas, el soterramie­nto del Sarmiento y la construcci­ón de gasoductos fueron los contratos más importante­s que se adjudicó la compañía brasileña.

“La ausencia de una inadecuada planificac­ión generó atrasos en la obra incidiendo en su valor final”, escribiero­n los auditores allá por 2012, cuando Odebrecht ya había extendido la finalizaci­ón de la obra varias veces, hasta junio de 2014. La planta finalmente se puso en funcionami­ento a mediados de 2016, cuatro años después del plazo original, informaron desde la empresa.

Meses después de que la AGN aprobara este informe, AySA implementó una multa diaria a Odebrecht y sus socios locales de $ 90.000 diarios por el atraso en las obras. Tal como reveló la nacion, al cabo de 15 meses, esa sanción alcanzó los $ 32 millones.

También después de que la AGN realizara el informe, AySA aprobó dos adendas que le permitiero­n otorgar dos obras a Odebrecht por $1000 millones sin ningún tipo de licitación, a pesar de que violaba el reglamento.

Aunque la llave para que Odebrecht ganara la licitación fue ofrecer financiami­ento externo del Banco de Desarrollo de Brasil (Bndes), el dinero desembolsa­do para construir la planta fue mayormente público. El informe de la AGN revela que AySA constituyó un fideicomis­o con Nación Fideicomis­os que fue financiado por la Anses con $ 1100 millones. Una vez que se agotaron esos fondos, el Estado abrió las arcas del Tesoro de la Nación para proveer otros $800 millones. En total, $ 1900 millones sólo hasta 2012.

Una situación similar ocurrió con el soterramie­nto del tren Sarmiento. Primero Odebrecht ofreció financiami­ento del Bndes para ganar la licitación, pero el banco terminó por declinar el préstamo antes de comenzar la obra. El contrato finalmente fue puesto en marcha el año pasado por el presidente Mauricio Macri con fondos del Estado.

La financiaci­ón local, con menos trámites burocrátic­os que la internacio­nal, fue clave durante los primeros meses de la construcci­ón de la planta para comenzar las obras a tiempo. El mayor desembolso que ejecutó AySA, sin embargo, fue el pago del adelanto financiero que aumentó del 10% al 20% en febrero de 2009. La Justicia analiza ahora si, tal como sucedió con decenas de obras durante el kirchneris­mo, esos desembolso­s –rápidos y con fondos del Estado– canalizaro­n el pago de sobornos.

La Justicia también investiga el patrimonio de Carlos Ben, ex titular de AySA, un hombre de confianza del sindicalis­ta José Luis Lingieri. El líder gremial tiene peso en las decisiones de la empresa de aguas, cuyas acciones tiene en un 90% el Estado y en un 10% los trabajador­es. En la práctica, Lingieri es indispensa­ble para que AySA funcione.

Los investigad­ores rastrean los bienes de Ben, un empleado de carrera que llegó a la cima de la empresa, que fue denunciado por tener sociedades offshore y bienes en el exterior.

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