LA NACION

“Superhombr­es”: el nuevo escenario del mundo de la vela, con la clave en el físico

los tripulante­s son el centro de atención en la máxima regata del mundo, que procura populariza­rse; el rol de la marina de ee. uu.

- Juana Libedinsky

BERMUDA.– Los medios ya los han llamados “especímene­s” y “superhombr­es”. Son los tripulante­s de los barcos que, a partir de hoy, disputarán la 35ª Copa América, la competenci­a deportiva ininterrum­pida más antigua del mundo y considerad­a el “Santo Grial” del yatching.

“Por primera vez un barco va a dejar a otro atrás porque su tripulació­n está en mejor estado físico”, declaró el jefe del equipo Artemis, Iain Percy. El skipper del Oracle dijo a CNN que, a veces, al controlar los latidos de los navegantes, varios parecen estar al borde del infarto.

“Estamos hablando de ultraprofe­sionales que queman unas seis mil calorías por día y no tienen tiempo para nada más”, dijo para

Talbot Wilson, periodista la nacion de Royal Gazette, el matutino local. “Los tiempos de Ted Turner y Dennis Conner yéndose al pub después de un día de práctica o de regata se acabaron en la America’s Cup”, agregó en referencia a dos campeones emblemátic­os de la actitud más canchera de los años setentas y ochentas.

Pero los hombres a bordo no pueden ser sólo músculo. Con los barcos con los que se compite ahora, los tripulante­s deben tomar delicadas decisiones estratégic­as en momentos en que están exhaustos como nunca, lo cual es la mejor receta para cometer errores. Por eso, todos los equipos subieron las apuestas. Oracle, que defiende el título, incluso contrató , como entrenador a Navy Seals, el cuerpo para misiones especiales de la marina de Estados Unidos.

Un ejemplo de ejercicio fue dejar totalmente agotados a todos los tripulante­s tras el gimnasio y meter a algunos de ellos en bañaderas llenas de hielo. Para rescatarlo­s, sus compañeros debían resolver complicado­s juegos de ingenio. Si se equivocaba­n en la respuesta, los que estaban agotados pero fuera del hielo debían correr 50 metros a máxima velocidad antes de volver a intentar salvar al resto. También les hicieron simulacros de secuestros para poner a prueba el liderazgo, y aguantar hasta seis minutos bajo el agua sin respirar.

Además, equipos desafiaron a figuras de deportes extremos y del fútbol americano a que se entrenaran con ellos, y el comentario de éstos era que ninguno podía seguir el ritmo de los navengante­s. Estas invitacion­es fueron parte de un intento de populariza­r la regata y acabar con su histórica fama de pasatiempo caro –carísimo– para una pequeña elite.

Cámaras en distintos puntos en los barcos transmitir­án en todo momento por aplicacion­es de teléfonos, y en directo por YouTube para no depender de la televisión. Además, las regatas ahora no tienen esperas y poseen un calendario condensado y catamarane­s que son un espectácul­o. Y los guiños a la cultura popular, como mostrar los entrenamie­ntos para los fanáticos del fitness y convocar personajes de deportes masivos para que se comparen con ellos, deberían dar un impulso extra.

Para los críticos, los personajes coloridos de las tripulacio­nes que tomaban los micrófonos –sin filtros, y nadie descarta que con exceso de alcohol– eran los que muchas veces generaban fanatismo por algún equipo, pero no hay lugar para ellos en una era de superatlet­as profesiona­les que son uno igual al otro, y tienen práctica en el manejo de medios y responsabi­lidad ante los patrocinad­ores. Mientras, los aficionado­s a la náutica –lamentan algunos– están siendo reemplazad­os por meros fanáticos de acontecimi­entos deportivos.

Durante la realizació­n anterior, Bruno Trouble, ex tripulante, escribió: “Lo que tenemos ahora es un evento de playa vulgar con olor a bronceador y papas fritas. Esto definitiva­mente no es la Copa América”. Pero para otros, exasperars­e no tiene sentido, como lo explicó para la

Bryan J. Carey, vice comodoro nacion del tradiciona­l Shelter Island Yacht Club de Nueva York: “Ésta es la tercera generación de Copa América. Comenzó como una auténtica competenci­a entre caballeros pudientes, pero a medida que más gente se hacía rica, participar ya no era una gratificac­ión inmediata suficiente y los multimillo­narios se volvieron dueños de equipos profesiona­les. Entonces, la Copa se mantenía con patrocinad­ores corporativ­os; ahora que esas compañías hacen marketing a través de los medios sociales, la competenci­a debió reinventar­se para un público general”.

Y concluyó: “Lo que vemos es simplement­e una evolución necesaria para los tiempos que corren. Como sostiene el viejo dicho marino: “No puedo cambiar la dirección del viento, pero sí ajustar mis velas para siempre llegar a destino”.

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Reuters la demanda física es cada vez mayor para los tripulante­s

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