LA NACION

Un partido de transición que les permite a los rojos adaptar realidades y retocar defectos

- Jonathan Wiktor

MAR DEL PLATA.– Después de tres triunfos de manera consecutiv­a en el torneo local, Independie­nte quedó anclado en Mar del Plata. Voraz pero sin ingenio, el Rojo detuvo su marcha ante Aldosivi y no pudo escapar de un empate 0 a 0 de sabor ambiguo. Con el invicto de Holan sin rasguños, los de Avellaneda se empantanar­on en un partido luchado, de pierna fuerte, que dejó al local satisfecho y a la visita hambrienta y sin alimento. Fue, de todos modos, un partido de transición. Independie­nte se prepara para dos duelos de alto riesgo: el miércoles ante Alianza Lima, en Perú, por la Copa Sudamerica­na, y el domingo ante Boca, en la Bombonera, para tratar de acercarse a la Copa Libertador­es, a la que de momento está clasificad­o.

Holan, anoche, decidió cambiar de esquema. Del 4-2-3-1 que había usado en la mayoría de los partidos, pasó a un 4-3-3 más plástico pero menos aceitado. Con Rodríguez Berrini en el banco de los suplentes por protección –está a una amonestaci­ón de ser suspendido y lo quieren para el duelo con Boca–, se allanó el camino para Meza, quien jugó desde el arranque. El correntino se posicionó a la derecha de Nery Domínguez, un relevista fantástico, y Benítez se retrasó algunos metros para pararse como interior izquierdo.

A los tres minutos Gigliotti estuvo a punto de abrir fuego cuando conectó un cabezazo que Vega llegó a domesticar por centímetro­s. Fue un aviso: Independie­nte ya estaba metido en el amanecer; Aldosivi, en cambio, necesitó de esa turbulenci­a para despertar. El motor defensivo empezó a calibrarse cuando sonaron las alarmas. Las vías de acceso se fueron cerrando y la visita, en el transcurso de la primera parte, no volvería a tener otra tan clara como la del inicio.

Aldosivi, a todo esto, propuso un juego rocoso, poco reactivo: un coral que aguantó hasta el final, sostenido en la acumulació­n de gente en sus últimas líneas. Llevó a su rival a que lateraliza­ra su dominio en exceso, la antítesis de lo que busca Holan, obsesionad­o con el vértigo. Caminos cerrados

A esa altura Independie­nte necesitaba hacer las transicion­es de defensa-ataque un segundo más veloces. Pero no llegaba. En parte por el buen retroceso del local y en gran medida por sus falencias en los metros finales. Le daba, así, la posibilida­d a que Aldosivi se reagrupara y cerrara sus filas. El equipo de Holan parecía frustrarse por no poder entrar. Ante semejante desgaste, a los 40 minutos Yeri casi da el golpe, cuando probó de media distancia y preocupó a Campaña.

En la segunda etapa Rigoni cambió de punta y pasó a su izquierda. Barco se fue a la derecha y el juego se hizo más fresco. Fue el cordobés el que escaló por su banda a los seis minutos y buscó a Benítez, quien tocó con Nery Domínguez. El volante central, que entraba al galope, sacó un disparo frontal, una bala, que pasó muy cerca del palo derecho de Vega. Un minuto después llegó la réplica: Miracco, en lo que pudo haber sido la flor del pantano, casi rompe el partido cuando cabeceó una pelota que dio en el travesaño.

Erviti, que comenzó como suplente, ingresó a mediados de la segunda parte para tratar de decodifica­r una jugada que llevara a Independie­nte a una zona fértil. Pero al zurdo tampoco le alcanzó. Con el partido que se escapaba, poco antes del último cuarto de hora Gigliotti y Albertengo casi le dan un poco de justicia al encuentro con dos intentos que estuvieron cerca. Pero no pasó nada. Independie­nte empató en Mar del Plata y, así, pareció renunciar al ambicioso sueño de pelear por el título. Ahora va por la Copa.

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Fotobaires Un intento de Barco, con un remate desde afuera; Sosa Otermín y Yeri no pueden impedirlo
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