LA NACION

Martínez y Torres, dos nueves que desafían aquella teoría de Bielsa

Los delanteros de Racing y Boca se complement­an y demuestran que tienen futuro más allá de lo que suceda con el selecciona­do; “Lautaro no tiene techo, el Chelo es más intuitivo”, los define Úbeda

- Alberto Cantore

JEJU, Corea del Sur.– Los dos viven del gol y juntos convirtier­on tres de los cinco tantos con los que la Argentina vapuleó a Guinea, en la última presentaci­ón de la selección en el Grupo A del mundial Sub20deC orea del Sur. Lautaro Martínez y Marcelo Torres alimentaro­n las esperanzas, aunque la clasificac­ión de los juveniles a los octavos de final quedó en manos de otros. Para aspirar a una de las plazas que el certamen entrega a los cuatro mejores terceros de las seis zonas, la delegación tendrá que esperar el desenlace de los Grupos C, D,E y F( ver aparte ); los dos primeros se definieron esta mañana.

Jugar con dos N°9 generó un debate en la Argentina, cuando la conducía Marcelo Bielsa. Para él, Batistuta y Crespo no podían compartir el terreno, ya que el sistema estaba por encima de las individual­idades. Disponer de dos nueve con alto poder de fuego, en cambio, es un argumento que tiene el ciclo Úbeda: determinan­tes en el campeonato sudamerica­no de Ecuador, los festejos frente a los africanos podrían convertirs­e en la llave para que la aventura por suelo asiático siga su curso.

Con caracterís­ticas de juego diferentes, son un complement­o para los movimiento­s del equipo. Un ensamble que se hizo sobre la marcha, porque Martínez fue siempre el 9 que eligió el cuerpo técnico, que conocía de sus virtudes cuando Úbeda dirigía la Reserva de Racing. El bahiense es un futbolista distinguid­o, de clase. No necesitó debutar en la primera para que los clubes de Europa lo tuvieran en el radar y es Valencia, de España, quien tiene una opción preferente, aunque deberá desembolsa­r 9 millones de euros, que es la cifra de la cláusula de rescisión con la Academia. Alertas están Arsenal, de Inglaterra, y Fiorentina, de Italia, para ejecutarla, en el caso de que los españoles no activen la compra.

El primero de los goles de su cuenta personal, el segundo de la Argentina sobre Guinea, fue una muestra de su virtuosism­o: en un mismo movimiento, controló el balón y quedó perfilado para sacar un remate ajustado que viajó al ángulo. Más tarde, selló la goleada, tras una asistencia de Conechny, en una jugada preparada con pelota detenida. Los festejos fueron un desahogo para Martínez, que en la gira previa por Vietnam sufrió una fisura en el tabique nasal y en el debut con Inglaterra fue expulsado, tras la aplicación del VAR. “Jugamos con el convencimi­ento que teníamos que golear. Hicimos nuestra parte, ahora nos queda esperar y que los otros resultados nos acompañen. Tuvimos la contundenc­ia que nos faltó antes, y esa es la bronca que nos queda. Con Chelo [Torres] nos acompañamo­s bien, él es un jugador potente, bien de área, con olfato”, comentó Lautaro.

Si Martínez era una fija cuando Úbeda tomó la selección Sub 20, Torres debió esforzarse para hacerse un espacio en el Sudamerica­no de Ecuador. Un explosivo segundo semestre de 2016 fue su carta de presentaci­ón para empezar a entrenarse en el predio de Ezeiza. Pasó el corte, pero cuando la Argentina debutó con Perú, en Ibarra (Ecuador), el N°9 de la Reserva de Boca no tuvo acción. Uruguay fue el rival ante quien hizo su presentaci­ón y las credencial­es no pudieron ser mejores: dos goles para el empate 3-3. Su voracidad goleadora provocó que el equipo se estructura­ra de otra manera.

Sin el virtuosism­o de Martínez, Torres, que hizo inferiores en Lanús y se marchó a Victoriano Arenas [Primera D], desde donde saltó a Boca con edad de octava, es un derroche de energías. Su despliegue contagia, como cuando ingresó ante Corea del Sur y en menos de cinco minutos convirtió el descuento. Con Guinea, su intuición lo llevó a participar en las tres acciones con las que la Argentina avisó antes de ponerse en ventaja.

“Martínez es un jugador ya consolidad­o y no tiene techo, y el Chelo [Torres] es un futbolista intuitivo, participat­ivo en las jugadas, tiene olfato de gol. Me gusta mucho y tiene proyección para seguir evoluciona­ndo”, definió Úbeda a sus artilleros, que en Mundial tienen hinchada propia. Mario Martínez, el padre de Lautaro, estuvo en Ecuador, ahora lo acompaña en Corea del Sur; Walter Pérez, representa­nte de Torres, se marchará de la isla de Jeju con una sonrisa, después de la actuación del atacante, que tuvo un flojo debut con Inglaterra, jugando por la banda derecha, una posición que no le sienta.

Cuando dirigió a Olympique de Marsella, Bielsa disponía de AndréPierr­e Gignac y Michy Batshuayi como centrodela­nteros. Los medios pretendían que jugaran juntos y en una conferenci­a de prensa el rosarino declaró: “Teniendo a dos jugadores de ese nivel hay que buscar las formas de aprovechar­los. La dificultad es que saliendo de la posición natural, alguno de los dos, el que salga, jugará peor de lo que lo hace de su sitio original. Hace 15 años que reflexiono sobre ese tema. Empecé a pensar con Batistuta y Crespo. Cualquier argentino le hablará muy mal de mí por ese tema. No fue traumático, pero fue una lección”.

En la Copa del Mundo de CoreaJapón 2002, la Argentina se despidió en la primera rueda con Batistuta y Crespo en el plantel. Quince años más tarde, el mundial Sub 20 puso a la selección al borde de la cornisa, aunque con Martínez y Torres, dos números 9 que comparten la cancha y que fueron los artilleros del campeonato Sudamerica­no, el equipo ensayó una goleada que alimenta la ilusión de seguir en carrera.

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Télam Lautaro Martínez y el Chelo Torres, la pareja goleadora ante Guinea

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