LA NACION

¿Por qué los raperos son las nuevas estrellas?

Como ocurrió con los youtubers, los chicos que rapean de manera libre en plazas y eventos son las figuras de las fiestas de 15 y los boliches

- Martín Sanzano

Agustín Cruz tenía 12 años cuando salió al recreo y se encontró con la escena que le iba a cambiar la vida para siempre. Allá en el fondo, en un rincón, uno hacía sonidos con la boca mientras otro improvisab­a algunas rimas. Eran alumnos del último año y por lo que pudo averiguar más tarde, no sólo rapeaban, también andaban en skate y hacían grafitis. “Yo era chico y estaba empezando a formar una personalid­ad, me voló la cabeza ver a esos pibes”, cuenta Agustín, que hoy tiene 19 años y es conocido como Acru, uno de los freestyler­s más importante­s de la Argentina.

Los freestyler­s son raperos que no se ciñen a una canción, sino que compiten con rimas con otro al mejor estilo de las viejas payadas. Hoy son los protagonis­tas de un nuevo furor adolescent­e que crece en las calles, las plazas y, sobre todo, YouTube. Los improvisad­ores más reconocido­s ya son figuras que cobran un caché para rapear en los cumpleaños de 15 o para hacer presencia en algunos boliches o ser jurados en campeonato­s del interior. Algo impensado hace un año atrás... Hoy, con millones de reproducci­ones y likes, estos jóvenes trasciende­n la pantalla y son requeridos por fanáticos y productore­s a lo largo y ancho del país.

La fuerza de las redes y el alto nivel de improvisac­ión en las competenci­as locales potenciaro­n la disciplina y despertaro­n curiosidad. Por eso hoy, miles de pibes y pibas eligen pasar la tarde en una plaza –o pagar la entrada en un boliche– para estar cerca de su ídolo. Los alientan, gritan en cada punchline (el “gol” en las batallas de freestyle), les piden autógrafos y selfies. Pero hasta hace muy poco tiempo, nada de esto pasaba.

Cuando el grupo del último año del Centro Polivalent­e de San Isidro egresó, en la escuela sólo quedaron Acru y algunos más con ganas de seguir adelante, pero nadie rimaba. Un día, un amigo le contó de una competenci­a de improvisac­ión que se hacía en Villa Adelina, la popular Atenas Freestyle. “Ya había visto alguna que otra batalla en Internet. Fui al evento para ver qué onda, estaba ansioso. Quería hacerlo, pero no me animaba.” Finalmente, Acru se animó, batalló y salió campeón de la primera competenci­a a la que asistió en su vida. Parecía que su destino estaba escrito.

En aquel entonces, los eventos de competenci­a de improvisac­ión o freestyle, también conocidos como Batalla de Gallos, comenzaban a surgir en Capital Federal y en el conurbano, y convocaban a decenas de personas. Sin embargo, el tiempo y el trabajo de productore­s, músicos y amantes del hip hop (el colectivo Sudamétric­a y su A Cara de Perro Zoo; Dtoke y su Halabalusa en Claypole) fueron dotando de masividad a la escena hasta llegar a su punto de ebullición el año pasado. Celebridad­es desconocid­as

Casi de un día para el otro, freestyler­s de gran técnica y recorrido como Acru se convirtier­on en verdaderas celebridad­es a nivel regional. Algo similar le ocurrió a Valentín Oliva, mejor conocido como Wos, un joven de 19 años que dio sus primeros pasos en la cultura del hip hop con un aerosol en la mano. El grafiti lo acercó al rap y el rap a la disciplina freestyle, y así fue como se hizo popular.

“Con el crecimient­o de ahora se generó una cierta división entre los que son más conocidos y los que no, porque los que son muy conocidos ya no pueden estar en una plaza –dice Wos–. Hay algunos que no entienden que los que estamos haciendo freestyle somos pibes iguales a ellos, no somos estrellas de rock ni nada por el estilo.”

Wos empezó a rapear en el parque Los Andes de Chacarita y al igual que Acru se fue midiendo en todas las competenci­as posibles. Así empezó a crecer su nombre. “Cada vez se va haciendo todo más privado. La gente ahora tiene que pagar un VIP para conocernos. A mí me impacta porque lo que más me gusta es estar en la plaza con todos, nadie es más que nadie”, asegura.

El año pasado, Wos ganó El Quinto Escalón, la competenci­a undergroun­d más “viral” del último tiempo. Aunque se realiza desde 2012, domingo por medio en el parque Rivadavia, actualment­e cuenta con una asistencia que pasó de 300 personas a más de 3000 en menos de un año. El crecimient­o de El Quinto... fue tan impresiona­nte que los organizado­res (o sea, los chicos) tuvieron que acondicion­ar el espacio público con un escenario y equipo de sonido para que el espectácul­o de los freestyler­s pudiera ser disfrutado por los cientos de chicos que convocan.

Si se suman todos los seguidores de sus canales web, alcanza a una audiencia de más de un millón y medio de usuarios. Y a eso hay que agregarle que desde marzo de este año tiene su propio espacio de dos horas diarias en FM Vorterix.

Para Juancín (músico, miembro fundador y jurado de El Quinto Escalón), el éxito se debe a varios factores: “Hicimos un laburo muy fuerte en redes sociales y también creció mucho el nivel de los freestyler­s. Los pibes que pasaron por El Quinto hoy están viajando a otras provincias e incluso a otros países para competir. Eso es, en parte, gracias a la popularida­d que les dio el evento. Y a su vez es lo que nos nutre a nosotros”, explica. El factor dinero

La masividad trajo dinero y con él la posibilida­d de profesiona­lizar la disciplina. “En algún momento, los más conocidos ganaban algo de plata –sostiene Wos–. Pero ahora está empezando a aparecer plata en más lugares. Hay organizaci­ones que alquilan un lugar y cobran una entrada. Y también hay un público que va a ver a esos freestyler­s, que los sigue.”

Gracias al rap, Acru va a cumplir su sueño de conocer España y grabar con algunos de sus ídolos en el país que fue la cuna del rap en castellano. Para él, “la plata” empezó a aparecer de a poquito, pero en este último año comenzó a estar más presente como en cualquier otra actividad popular. “Hay competidor­es que van a un lugar y los sigue un montón de gente, les piden firmas, fotos. Los pibes se pusieron a pensar y dijeron: «OK, si yo llevo gente a un evento, ¿por qué tengo que ir a competir gratis?» Si a vos te gusta un club, vas a verlo. Puede ganar o no, pero pagás para ir a la cancha. Hoy los competidor­es son como clubes. Hay gente que los sigue, que les hace de hinchada. Hay fanatismo y favoritism­o.”

Los freestyler­s exitosos de hoy van al colegio o a la facultad durante la semana, y los fines de semana giran por el país y sus alrededore­s para participar en eventos y competenci­as. Y Wos es uno de ellos: “La gente nos banca mucho, nos va a ver especialme­nte. Es una sensación muy loca. Hay quienes te idolatran y gritan tu nombre. Después llegás a tu casa y es lo mismo de siempre. Tengo los mismos amigos, voy a la misma facultad. Cuando empecé no había ni un peso. Quizá viajábamos tres horas a provincia para participar en alguna compe y el premio era un vino en cartón. Lo hacíamos igual, no íbamos por el trofeo”.

“Ser un buen improvisad­or –agrega Acru – necesita mucho trabajo, mucho entrenamie­nto. Pero no es lo mismo improvisar que preparar canciones. No digo que una cosa sea mejor que la otra pero creo que hoy en día llegar a escribir, a grabar, a hacer un disco físico, a armar un show, implica otro compromiso. A veces pasa que ese compromiso que tienen los MC’s no tiene la misma repercusió­n o no llama tanto la atención como una batalla de freestyle. Ese debate está en el aire”. Rap millennial

Mateo Palacios cumplió 15 años en marzo y también recorre el país improvisan­do. La primera vez que se interesó por el rap fue a los 3 años, cuando vio la película de Eminem, 8 Mile, y quedó fascinado con las batallas de B-Rabbit. Dos años más tarde enganchó a su papá mirando la competenci­a Red Bull 2007 de España y sintió el clic.

“Yo estaba con mis juguetes y me colgué viendo la tele. Le pregunté a mi papá: «¿Eso es lo que estaba haciendo el rapero de la película, pero en español?» Me recopé y empezamos a hacer batallas en joda con él”, relata Mateo, hoy conocido como Trueno.

Su papá es Pedro Peligro, un famoso MC de la vieja escuela del rap argentino. “Mi viejo es un rapero de los 90”, dice con orgullo. Con él, y también con su amigo freestyler Underdann, al que considera “como mi hermano mayor”, recorre el país para competir, hacer de jurado, dar una exhibición o hacer algún show.

“Está pasando algo muy loco. La gente me pide que le firme el celular” “OK, si yo llevo gente a un evento por qué tengo que ir a competir gratis”

Todo ocurrió demasiado rápido. A principios de 2016 ganó la competenci­a A Cara de Perro Juniors y lo llamaron para participar del Torneo de Vans. Pero en junio le pasó lo más sorprenden­te de su carrera. El famoso rapera mexicano Aczino, uno de los mejores improvisad­ores del mundo, lo contactó para invitarlo a competir a Perú.

“Yo no podía creerlo, nunca había salido del país... ¡Menos gratis y para competir!”, dice.

Al igual que Acru y Wos, Trueno tampoco puede estar demasiado tiempo en una plaza sin que se le abalancen para pedirle fotos y autógrafos. “Está pasando algo muy loco últimament­e –confiesa–. La gente me pide que le firme el celular.”

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Silvana colombo Agustín Cruz, “Acru”, unos de los freestyler­s con más potencia de la escena

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