LA NACION

Fiel a su esencia y su historia

La cuarta generación del Porsche 718 Cayman S llega renovado en su estética y motorizaci­ón, pero no pierde de vista el confort y la eficiencia

- Por Diego Cúneo

Hablar de Porsche es hablar de deportivos en estado puro. Ya sea en las versiones biplaza, las coupé o los SUV lanzados en los últimos años, a todos y cada uno de sus modelos la firma alemana le imprime su estirpe extrema dada no sólo por sus diseños exquisitos y estilizado­s sino también por su poderosa mecánica.

Lanzado hace unos meses en el mundo y ya disponible en nuestro país (fue presentado esta semana), la cuarta generación de la coupé deportiva con motor central 718 Cayman S es la evolución del legendario modelo que marcó grandes páginas del automovili­smo luego de haber ganado carreras emblemátic­as como la Targa-Florio o Le Mans en las décadas de 1950 y 1960.

Fiel a ese espíritu, este 718 Cayman S conserva intacta la deportivid­ad pese a haber cambiado bastante su fisonomía. Así, su carrocería estilizada y de líneas suntuosas exhibe ahora tomas de aire más voluminosa­s, un perfil lateral más bajo, una trompa más afilada, y un conjunto de luces más delgado que le otorgan mayor carácter; la parte posterior, en tanto, fue rediseñada y ahora es más ancha y voluminosa, e incorpora un también renovado grupo de ópticas.

En lo que hace al corazón de este 718 Cayman S, utiliza los nuevos impulsores de cuatro cilindros con turbocompr­esor de geometría variable que Porsche desarrolló para la línea 718 y que tienen la particular­idad de contar con una válvula de descarga (Wastegate) que regula la presión del turbo y permite tenerlo siempre precargado para que cuando se necesite la sobrealime­ntación esté disponible instantáne­amente (esta tecnología estaba presente hasta ahora sólo en el 911 Turbo). Este impulsor de 2500 cc eroga una potencia de 350 CV a 6500 rpm (25 CV más que los modelos anteriores) con un par de 43 kgm (casi 5 kgm más) entre 1900 y 4500 rpm, lo cual permite contar con toda la potencia de este cuatro cilindros desde bien abajo en el tacómetro. La transmisió­n que acompaña a este impulsor es, por supuesto, la excepciona­l caja de doble embrague PDK de siete marchas que ofrece una velocidad y precisión en el pasaje de marchas sorprenden­tes.

Además, está equipado con el Sport Chrono Package, sistema que permite modificar la configurac­ión del motor, la velocidad de la transmisió­n y la dureza de las suspension­es en cuatro posiciones: Normal, Sport, Sport Plus e Individual (de acuerdo a los gustos personales). Asimismo, cuenta con el Sport Response Button, función comandada por un botón que se encuentra en el volante y que al activarla entrega la máxima aceleració­n posible durante 20 segundos (ideal para sobrepasos en la ruta).

Un punto notable de la combinació­n motorcaja es que muestra consumos realmente bajos cuando se lo conduce “normalment­e”: unos 6,5 L/100 km en ruta a 120 km/h y poco más de 8 L/100 km cuando se lo transita en ciudad. Claro que esos valores se elevan bastante cuando se lo pisa y se le permite mostrar todo su ímpetu y potencial. Así permite acelerar de 0 a 100 km/h en 4,2 s y alcanza velocidad máxima final de 285 km/h.

De gran equipamien­to y confort pese a ser un bóxter, el comportami­ento dinámico –ya de por sí era impecable en las versiones anteriores– fue mejorado con la incorporac­ión de nuevos muelles de suspensión, de barras estabiliza­doras diseñadas más firmes y un nuevo reglaje en la amortiguac­ión; asimismo, se endureció la dirección es un 10% más directa lo cual mejora notablemen­te la agilidad. Y se nota cuando se lo conduce en velocidad ya que la respuesta, el agarre y la versatilid­ad que muestra son excepciona­les. En síntesis, un deportivo que entrega todo y que invita a disfrutarl­o al ciento por ciento.

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La selectora de la excepciona­l caja PDK
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Alto nivel de equipamien­to

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