Fiel a su esencia y su historia
La cuarta generación del Porsche 718 Cayman S llega renovado en su estética y motorización, pero no pierde de vista el confort y la eficiencia
Hablar de Porsche es hablar de deportivos en estado puro. Ya sea en las versiones biplaza, las coupé o los SUV lanzados en los últimos años, a todos y cada uno de sus modelos la firma alemana le imprime su estirpe extrema dada no sólo por sus diseños exquisitos y estilizados sino también por su poderosa mecánica.
Lanzado hace unos meses en el mundo y ya disponible en nuestro país (fue presentado esta semana), la cuarta generación de la coupé deportiva con motor central 718 Cayman S es la evolución del legendario modelo que marcó grandes páginas del automovilismo luego de haber ganado carreras emblemáticas como la Targa-Florio o Le Mans en las décadas de 1950 y 1960.
Fiel a ese espíritu, este 718 Cayman S conserva intacta la deportividad pese a haber cambiado bastante su fisonomía. Así, su carrocería estilizada y de líneas suntuosas exhibe ahora tomas de aire más voluminosas, un perfil lateral más bajo, una trompa más afilada, y un conjunto de luces más delgado que le otorgan mayor carácter; la parte posterior, en tanto, fue rediseñada y ahora es más ancha y voluminosa, e incorpora un también renovado grupo de ópticas.
En lo que hace al corazón de este 718 Cayman S, utiliza los nuevos impulsores de cuatro cilindros con turbocompresor de geometría variable que Porsche desarrolló para la línea 718 y que tienen la particularidad de contar con una válvula de descarga (Wastegate) que regula la presión del turbo y permite tenerlo siempre precargado para que cuando se necesite la sobrealimentación esté disponible instantáneamente (esta tecnología estaba presente hasta ahora sólo en el 911 Turbo). Este impulsor de 2500 cc eroga una potencia de 350 CV a 6500 rpm (25 CV más que los modelos anteriores) con un par de 43 kgm (casi 5 kgm más) entre 1900 y 4500 rpm, lo cual permite contar con toda la potencia de este cuatro cilindros desde bien abajo en el tacómetro. La transmisión que acompaña a este impulsor es, por supuesto, la excepcional caja de doble embrague PDK de siete marchas que ofrece una velocidad y precisión en el pasaje de marchas sorprendentes.
Además, está equipado con el Sport Chrono Package, sistema que permite modificar la configuración del motor, la velocidad de la transmisión y la dureza de las suspensiones en cuatro posiciones: Normal, Sport, Sport Plus e Individual (de acuerdo a los gustos personales). Asimismo, cuenta con el Sport Response Button, función comandada por un botón que se encuentra en el volante y que al activarla entrega la máxima aceleración posible durante 20 segundos (ideal para sobrepasos en la ruta).
Un punto notable de la combinación motorcaja es que muestra consumos realmente bajos cuando se lo conduce “normalmente”: unos 6,5 L/100 km en ruta a 120 km/h y poco más de 8 L/100 km cuando se lo transita en ciudad. Claro que esos valores se elevan bastante cuando se lo pisa y se le permite mostrar todo su ímpetu y potencial. Así permite acelerar de 0 a 100 km/h en 4,2 s y alcanza velocidad máxima final de 285 km/h.
De gran equipamiento y confort pese a ser un bóxter, el comportamiento dinámico –ya de por sí era impecable en las versiones anteriores– fue mejorado con la incorporación de nuevos muelles de suspensión, de barras estabilizadoras diseñadas más firmes y un nuevo reglaje en la amortiguación; asimismo, se endureció la dirección es un 10% más directa lo cual mejora notablemente la agilidad. Y se nota cuando se lo conduce en velocidad ya que la respuesta, el agarre y la versatilidad que muestra son excepcionales. En síntesis, un deportivo que entrega todo y que invita a disfrutarlo al ciento por ciento.