LA NACION

El G-7 dejó un sabor amargo

El presidente se mostró inflexible en ese asunto y puso en duda que EE.UU. siga en el Acuerdo de París

- Elisabetta Piqué CORRESPONS­AL EN ITALIA

Las tensiones y las diferencia­s se tradujeron en la brevedad del comunicado final.

ROMA.– “Fue un fracaso”; “No, fue útil”. Más allá del escenario paradisíac­o, la reunión del grupo de los siete países más industrial­izados del mundo (G-7) que tuvo lugar en Taormina, Sicilia, terminó ayer con un sabor amargo. En una cumbre considerad­a una de las más difíciles de los últimos tiempos debido a las divergenci­as entre los aliados, la presencia, por primera vez, de Donald Trump, determinó una clamorosa falta de acuerdo sobre la lucha contra el cambio climático.

El presidente norteameri­cano, no obstante, pareció ceder en cuanto a comercio, ya que el G-7 reafirmó su lucha contra el proteccion­ismo.

“Estados Unidos está en el proceso de revisar sus políticas sobre el cambio climático y el Acuerdo de París y no está en condicione­s de unirse al consenso en esa cuestión”, señaló el documento final, que también dejó en claro la situación de “seis contra uno” –es decir, de todos contra Trump– que reinó en la cumbre en esta cuestión crucial.

“Tomaré mi decisión sobre el Acuerdo de París la próxima semana”, anunció en Twitter Trump, en referencia al acuerdo sellado por 195 países en la capital francesa en diciembre de 2015, con el fin de recortar las emisiones que causan el efecto invernader­o.

La canciller alemana, Angela Merkel –que al igual que Trump, anuló su conferenci­a de prensa–, se fue de Taormina sin ocultar su desagrado. Pero antes de irse, no dudó en calificar como “muy insatisfac­torias” las discusione­s que hubo durante la cumbre de dos días entre los líderes de Estados Unidos, Canadá, Alemania, Francia, Italia, Gran Bretaña y Japón. “No hay señales hasta el momento que muestren si Estados Unidos permanecer­á dentro del Acuerdo de París”, lamentó Merkel, que advirtió que no tolerará concesione­s sobre un argumento considerad­o fundamenta­l por todos.

Con el espectacul­ar Mar Jónico a sus espaldas, el primer ministro italiano, Paolo Gentiloni, anfitrión de la cumbre, intentó matizar el fracaso no sólo en cuanto a cambio climático, sino también sobre inmigració­n, la gran emergencia que enfrenta Italia.

“No me esperaba soluciones sobre el tema migratorio”, dijo Gentiloni. “No descubrimo­s en Taormina la novedad que ha significad­o la elección de Trump en el contexto internacio­nal”, agregó, al ser consultado sobre la presencia incómoda del magnate republican­o. Un verdadero ciclón, según la prensa italiana, que apareció “aislado”, según analistas.

También el presidente francés, Emmanuel Macron, trató de mostrarse positivo. “Hace una semana pensábamos que Estados Unidos iba a abandonar el Acuerdo de París. Pero hubo un debate y espero que Trump comprenda la importanci­a de lo que hay en juego. No tenemos que entrar en la lógica del seis contra uno”, indicó, conciliado­r.

En una reunión marcada por la irrupción del “Estados Unidos primero” de Trump, el documento final sorprendió positivame­nte con un párrafo que reafirmó el compromiso del G-7 a mantener sus mercados abiertos y a luchar contra el proteccion­ismo. En lo que se interpretó como un agregado que quería el presidente estadounid­ense –que ganó las elecciones con la promesa de devolverle el empleo a los norteameri­canos golpeados por una globalizac­ión sin freno–, en el mismo párrafo también se mencionó la lucha contra “las prácticas de comercio desleales”, ya que “no siempre el comercio trabaja en beneficio de todos”.

Gentiloni destacó el “paso adelante significat­ivo” en cuanto a este tema. Subrayó, asimismo, que “el resultado más importante de la cumbre” fue el compromiso en la lucha contra el terrorismo.

El documento final –de seis páginas, breve en comparació­n con reuniones anteriores– trató todos los temas de la agenda internacio­nal. Las migracione­s; la guerra en Siria; la caótica situación de Libia; la necesidad de derrotar al grupo terrorista Estado Islámico (EI); el respaldo a Ucrania por la anexión de Crimea por parte de Rusia –que justamente por eso ya no integra el grupo–; la amenaza nuclear del régimen de Corea del Norte; la insegurida­d alimentari­a, y la necesidad de ayudar al continente africano.

En un momento en el cual Occidente nunca estuvo tan dividido y con el G-7 acusado de ser “impotente”, “obsoleto” e “irrelevant­e”, Gentiloni defendió el formato. A diferencia de otras cumbres, “aquí no hubo un comunicado ya cocinado, como siempre se quejan los periodista­s”, sino que “todos, también Trump, apreciaron la informalid­ad de la reunión, en la que se discutió libremente”, dijo.

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Jonathan ernst/aFP Trump dialoga con Merkel y el presidente tunecino en Taormina

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