El G-7 dejó un sabor amargo
El presidente se mostró inflexible en ese asunto y puso en duda que EE.UU. siga en el Acuerdo de París
Las tensiones y las diferencias se tradujeron en la brevedad del comunicado final.
ROMA.– “Fue un fracaso”; “No, fue útil”. Más allá del escenario paradisíaco, la reunión del grupo de los siete países más industrializados del mundo (G-7) que tuvo lugar en Taormina, Sicilia, terminó ayer con un sabor amargo. En una cumbre considerada una de las más difíciles de los últimos tiempos debido a las divergencias entre los aliados, la presencia, por primera vez, de Donald Trump, determinó una clamorosa falta de acuerdo sobre la lucha contra el cambio climático.
El presidente norteamericano, no obstante, pareció ceder en cuanto a comercio, ya que el G-7 reafirmó su lucha contra el proteccionismo.
“Estados Unidos está en el proceso de revisar sus políticas sobre el cambio climático y el Acuerdo de París y no está en condiciones de unirse al consenso en esa cuestión”, señaló el documento final, que también dejó en claro la situación de “seis contra uno” –es decir, de todos contra Trump– que reinó en la cumbre en esta cuestión crucial.
“Tomaré mi decisión sobre el Acuerdo de París la próxima semana”, anunció en Twitter Trump, en referencia al acuerdo sellado por 195 países en la capital francesa en diciembre de 2015, con el fin de recortar las emisiones que causan el efecto invernadero.
La canciller alemana, Angela Merkel –que al igual que Trump, anuló su conferencia de prensa–, se fue de Taormina sin ocultar su desagrado. Pero antes de irse, no dudó en calificar como “muy insatisfactorias” las discusiones que hubo durante la cumbre de dos días entre los líderes de Estados Unidos, Canadá, Alemania, Francia, Italia, Gran Bretaña y Japón. “No hay señales hasta el momento que muestren si Estados Unidos permanecerá dentro del Acuerdo de París”, lamentó Merkel, que advirtió que no tolerará concesiones sobre un argumento considerado fundamental por todos.
Con el espectacular Mar Jónico a sus espaldas, el primer ministro italiano, Paolo Gentiloni, anfitrión de la cumbre, intentó matizar el fracaso no sólo en cuanto a cambio climático, sino también sobre inmigración, la gran emergencia que enfrenta Italia.
“No me esperaba soluciones sobre el tema migratorio”, dijo Gentiloni. “No descubrimos en Taormina la novedad que ha significado la elección de Trump en el contexto internacional”, agregó, al ser consultado sobre la presencia incómoda del magnate republicano. Un verdadero ciclón, según la prensa italiana, que apareció “aislado”, según analistas.
También el presidente francés, Emmanuel Macron, trató de mostrarse positivo. “Hace una semana pensábamos que Estados Unidos iba a abandonar el Acuerdo de París. Pero hubo un debate y espero que Trump comprenda la importancia de lo que hay en juego. No tenemos que entrar en la lógica del seis contra uno”, indicó, conciliador.
En una reunión marcada por la irrupción del “Estados Unidos primero” de Trump, el documento final sorprendió positivamente con un párrafo que reafirmó el compromiso del G-7 a mantener sus mercados abiertos y a luchar contra el proteccionismo. En lo que se interpretó como un agregado que quería el presidente estadounidense –que ganó las elecciones con la promesa de devolverle el empleo a los norteamericanos golpeados por una globalización sin freno–, en el mismo párrafo también se mencionó la lucha contra “las prácticas de comercio desleales”, ya que “no siempre el comercio trabaja en beneficio de todos”.
Gentiloni destacó el “paso adelante significativo” en cuanto a este tema. Subrayó, asimismo, que “el resultado más importante de la cumbre” fue el compromiso en la lucha contra el terrorismo.
El documento final –de seis páginas, breve en comparación con reuniones anteriores– trató todos los temas de la agenda internacional. Las migraciones; la guerra en Siria; la caótica situación de Libia; la necesidad de derrotar al grupo terrorista Estado Islámico (EI); el respaldo a Ucrania por la anexión de Crimea por parte de Rusia –que justamente por eso ya no integra el grupo–; la amenaza nuclear del régimen de Corea del Norte; la inseguridad alimentaria, y la necesidad de ayudar al continente africano.
En un momento en el cual Occidente nunca estuvo tan dividido y con el G-7 acusado de ser “impotente”, “obsoleto” e “irrelevante”, Gentiloni defendió el formato. A diferencia de otras cumbres, “aquí no hubo un comunicado ya cocinado, como siempre se quejan los periodistas”, sino que “todos, también Trump, apreciaron la informalidad de la reunión, en la que se discutió libremente”, dijo.