LA NACION

El sistema monetario necesita un ajuste

- CARLOS A. RODRÍGUEZ El autor es director de la Ucema

Somos un país raro: vivimos con dos noticias sobre el dólar. Una dice que los argentinos están adquiriend­o dólares a tasas crecientes y poco vistas. La otra, que los bancos no saben qué hacer con tanta liquidez en dólares y que nadie quiere tomar prestado. Esto es un claro reflejo de la existencia de incertidum­bre sobre el futuro valor de cambio entre ambas monedas.

Cuando hay incertidum­bre sobre el precio relativo entre dos monedas, la más débil es la que se lleva el costo, y esa es el peso (eso creo yo, hay gente en el Gobierno que piensa lo contrario). Por eso la gente quiere tener activos en dólares y no desea deudas en esa moneda.

Si el proceso continúa, los depositant­es cambiarán el resto de sus depósitos en pesos por depósitos en dólares. Los bancos seguirán teniendo dólares en sus activos, que nadie quiere tomar prestados, y habrán cambiado sus pasivos en pesos por pasivos en dólares. Los bancos venderán sus dólares al Banco Central (BCRA) y éste les dará pesos para comprar sus Lebac.

Para resumir: el sistema bancario tendrá pasivos en dólares y activos en títulos del BCRA en pesos (Lebac).

Este proceso lleva a que las tenencias de activos en pesos del sector privado sean cada vez más irrelevant­es y el stock de Lebac, siempre creciente, cada vez más importante. En pocas palabras, la economía se está dolarizand­o, pero mal.

El público tiene ahora muchos activos en dólares, pocas deudas en pesos y muchas transaccio­nes en pesos. El Gobierno tiene muchas deudas en pesos (Lebac y Pases y Base) y pocos activos líquidos en dólares. En jerga financiera, yo diría que el sistema está descalzado.

Estamos en un sistema bimonetari­o a medias y descalzado. Una devaluació­n, que casi todos esperan, produciría un caos en el sistema de pagos y enormes distribuci­ones de ingresos.

Pero cuidado: casi todas las paritarias que se están negociando incluyen cláusulas gatillo en caso de imprevisto­s. Y la tasa de interés, con la que el BCRA pretende manejar la política monetaria, frente a una crisis devaluator­ia en un sistema dolarizado no sirve de ancla: el sistema, además de estar descalzado, carece de numerario.

Aparte de una situación fiscal insostenib­le, la existencia de un sistema financiero descalzado y potencialm­ente sin numerario, que sólo sirve para financiar a un Estado quebrado desde un Banco Central también quebrado, con los ahorros en dólares de una población que no quiere pesos, es un problema cuyo análisis debería ser prioritari­o dentro del amplio proceso de ajuste que nos espera. No queremos ni debemos repetir la experienci­a de 2001/2.

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