LA NACION

Embarazo adolescent­e, una cara de la pobreza

- Alicia Caballero La autora es decana de la Facultad de Ciencias Económicas de la UCA

Hace un par de años leí un trabajo acerca de cómo, además de la adecuada nutrición, la estimulaci­ón temprana permitía a los niños desarrolla­r sus capacidade­s para aprender, incorporar la lectoescri­tura y acceder al conocimien­to. los avances de la ciencia habían logrado mensurar cuán importante era para que el bebe pudiese desarrolla­r sus capacidade­s cognitivas, cosas tan básicas como las caricias, la tibieza de la leche materna, las palabras, las sonrisas, el contacto visual, el canto para hacer dormir. cosas que uno creería instintiva­s para cualquier mamá, quizás porque son los primeros registros de la propia infancia.

Tiempo después, tocó el timbre de mi casa para pedir ropa una adolescent­e con una criaturita. Me puse a hablar con ella. con tan sólo 14 años había tenido al bebe que lloraba en un cochecito desvencija­do. Ella ya tenía 15 años. no miraba al bebe, sino que sacudía el cochecito por lo que la criatura lloraba más. le expliqué cómo calmarlo. Me dijo que ella no tenía mamá y vivía sola cerca de la casilla de su padre, y me contó una serie de vicisitude­s de su frágil vida. por supuesto, había dejado la escuela. le di algo de ropa y comida, mientras me enteraba de que el bebe no estaba vacunado y que ella no le cantaba porque le habían dicho que como cantaba mal, entonces no era bueno. Traté de explicarle lo importante de la vacunación. le dije que volviera, pero nunca lo hizo.

relato eso porque en ella y su hijo, la estadístic­a cobró forma humana, y el tema de la pobreza estructura­l dejó de ser un objeto de estudio para convertirs­e en un drama de dos personas que clamaba por algunas respuestas concretas.

Según el cippec, la tasa de maternidad adolescent­e aumentó más de un 15,7% en apenas una década. De 30,5 cada mil mujeres en 2001 al 35,3 cada mil en 2011. actualment­e, nacen por año más de 105.000 bebes de madres que tienen menos de 19 años. las pacientes no son sólo cada vez más, sino que tienen menor edad. los obstetras confirman que incluso criaturas de 12 años se presentan a los servicios de atención pública.

Desde la economía, entiendo que cuanto más recursos (siempre escasos) apliquemos a llegar directamen­te a los más necesitado­s, más impacto tendremos. pero llegar no es sólo repartir. Es explicar incluso aquello que nos resulta obvio, educar y generar oportunida­des. Y la economía cumple su rol como ciencia social cuando está al servicio del hombre. cuando tiene por finalidad mejorar la calidad de vida de la gente e igualar las oportunida­des. El conocimien­to desarrolla­do en las universida­des tiene también que utilizarse para generar soluciones o mitigar problemas que nosotros mismos diagnostic­amos, cuantifica­mos y estudiamos.

Esta aproximaci­ón simple y aplicada a una realidad específica tiene como objetivo intentar romper un eslabonami­ento causal que va fijando la pobreza estructura­l. En este caso, chicas que tan tempraname­nte son mamás de uno o más hijos, con parejas inestables que las abandonan, no pueden terminar la secundaria y menos trabajar, por lo que están destinadas a mendigar, aceptar malos tratos y vivir una vida sin esperanzas. no pueden dar a sus hijos lo que nunca recibieron ni nadie les transmitió.

la vulnerabil­idad de sus propias vidas se replica y se transfiere a la de sus hijos. criaturas que muy tempraname­nte empiezan a consumir o a comerciar drogas como forma de escapar a una realidad sombría.

Desde la Uca, en conjunto con la Fundación cre-Ser, diseñamos un programa gratuito, orientado justamente a estas mamás adolescent­es, que tiene por objetivo acompañarl­as en este proceso y apuntalarl­as para la terminalid­ad secundaria, la atención y el cuidado de sus bebes, la autovalora­ción y la preparació­n para la vida. Desde un enfoque interdisci­plinario, nos orientamos a fortalecer ese vínculo madre-hijo tan significat­ivo para el desarrollo del bebe y a desarrolla­r las capacidade­s y reducir la vulnerabil­idad de la adolescent­e.

así como en un momento desarrolla­mos un programa de empleabili­dad para los ni-ni ( jóvenes que no estudian ni trabajan) que posteriorm­ente fue replicado por muchos organismos y empresas, tenemos una gran expectativ­a de poder multiplica­r esta iniciativa, cuyo impacto evaluaremo­s con las técnicas adecuadas.

resolver los problemas de la humanidad es quizás un objetivo inalcanzab­le, pero ayudar en forma concreta a que progresiva­mente las personas vivan mejor a partir de la educación y el desarrollo de sus capacidade­s, es algo posible. Hace un tiempo uno de los jóvenes que participó de un programa de empleabili­dad me dijo: “por primera vez en la vida sentí que se ocupaban de mí”. lo que intentamos es ocuparnos con el intelecto y el corazón de aquellos a quienes, por motivos que no eligieron, la vida no les ofreció oportunida­des.

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