Grafiti con acento argentino
El disparador fue un intrigante grafiti en un muro de Buenos Aires: “Patricio, te amo. Papá”. Una información preliminar indica que el hallazgo fue real. Sin Patricio, el primer libro íntegramente de ficción del político y escritor italiano Walter Veltroni (Roma, 1955), se inicia con ese pretexto, que subyace a los cinco relatos, independientes entre sí pero asociados por la intención de interpretar las implicancias posibles del texto: un padre parecería haber dejado de ver a su hijo y, desde el vacío que instauró la carencia, declara en un manifiesto gráfico la persistencia, la eternidad de su amor.
¿Qué asociaciones despierta el mensaje del grafiti? Viajar, sucumbir, escapar o simplemente irse, e incluso regresar: el narrador que intenta decodificar lo no dicho en la frase pintada en una pared propone la hipótesis, por ejemplo, de que el tal Patricio que se esfumó (o que vuelve) era un empleado de la Posta Argentina de la legendaria compañía Aéropostal francesa, un chico que en los años cuarenta trabajaba para Antoine de Saint-Exupéry y que, además, lo admiraba. O bien que fue un desaparecido, víctima de la represión del Proceso de los años setenta y ochenta. Patricio pudo haber sido, incluso, un delantero de Boca Juniors a punto de patear un penal en la Bombonera, ante un atento arquero (¡un juvenil e hipotético Osvaldo Soriano!).
En este ejercicio narrativo, Veltroni transmite una calidez que por momentos remite a la cadencia melancólica de Cesare Pavese. Una narrativa cargada de emotividad que viene a compensar ciertas inocencias de narrador primerizo, como su insistencia en destacar que los asuntos son enfocados desde una perspectiva argentina (“Nosotros, los argentinos, mil veces nos caímos y mil veces hemos renacido”). El narrador puede ser argentino, pero el autor no: es ficción lo que determina que en primer plano se imponga una afinidad entre lo peninsular y lo rioplatense, avalada por la identificación de Veltroni con el país.
Ausencias y desapariciones, como leitmotiv, rigen los relatos, aplicadas a una relación negada y visiblemente añorada: la de un padre con su hijo y viceversa. Este tópico, que Veltroni retoma en su novela más reciente (Ciao, 2015, un largo diálogo imaginario entre un hijo con su padre muerto), encuentra su origen en la prematura muerte del padre del autor. El dato biográfico se instituye, así, en rasgo obsesivo modelador del microuniverso narrativo del escritor. A Sin Patricio (de 2004) siguieron varios volúmenes de relatos (La scoperta dell’alba, Noi), y un par de films (como el conmovedor Los niños saben, presentado en el reciente Bafici), que insinúan una visión humanística de la existencia.