LA NACION

Juegos de mente para una final incierta

- Diego Latorre

La mente de un futbolista es compleja. Convive permanente­mente con situacione­s de adversidad y estrés, debe enfrentar a un público que a veces se vuelve hostil, y durante un partido se ve forzada a un constante ejercicio de conciencia/inconscien­cia. Necesita de la conciencia para tener claro en todo momento lo que está pasando y generar anticuerpo­s contra las cuestiones negativas. Y precisa la inconscien­cia para no estar todo el tiempo pendiente de los factores externos que envuelven a un encuentro, porque si no es así estos lo condiciona­rían de tal manera que no podría ejecutar nada sin estar pensando en las consecuenc­ias de lo que haga. El fútbol te exige estar conectado en la próxima jugada, y uno en la cancha sabe que la única manera de subsanar lo que pasó es con lo que va a pasar. Si no fuese así, jugar sería un suplicio.

Todo esto viene a cuento de la final de la Champions League que el próximo sábado disputarán Juventus y Real Madrid, sin duda los mejores equipos de la temporada. Porque aunque el juego sólo se entienda desde lo colectivo, se me ocurre pensar en lo que pasará esa noche en Cardiff por las mentes de hombres como Gonzalo Higuaín o Gianluigi Buffon.

El delantero argentino necesita consagrars­e. No para el afuera, ni para reivindica­r nada ante el mundo, si no para él mismo, para superar el desafío del deportista. Hay situacione­s, imágenes, sensacione­s, recuerdos que perduran en la cabeza y uno no sabe cómo impactan ni qué incidencia tienen en el ánimo, pero estoy seguro que para Higuaín esta final es muy especial y que en su interior no hay reto mayor que marcar un gol decisivo en una gran cita.

Ni hablar de lo que el partido significa para Gianluigi Buffon. A los 39 años, el arquero de la Juve ganó la Copa del Mundo con Italia en 2006, tiene lo más preciado, y sin embargo no pudo hasta hoy conquistar la Champions. De hecho perdió dos finales. Leía en estos días que Arrigo Sacchi da como favorito al conjunto italiano por una cuestión de “motivación”. No tengo dudas que Buffon estará muy motivado, pero que vaya a atajar bien o no ya es otra cosa.

Y por otra parte, ¿cómo se establece un ranking de motivación para una final? ¿O acaso Sergio Ramos lo estará menos? Tampoco nadie puede saber qué provoca la motivación en determinad­os momentos. No existe en ese sentido episodio más revelador de lo que subyace en la mente de un futbolista que el cabezazo de Zidane a Marco Materazzi en aquel definitivo FranciaIta­lia del Mundial alemán.

Desde ya, aclaro que disiento con Sacchi: para mí el Real Madrid es el favorito. Porque está practicand­o su mejor fútbol en muchos años y porque tiene una colección muy rica y variada de jugadores –Asensio, James Rodríguez, Morata…– que le aportan a Zidane, un técnico que ha demostrado acierto y timing en sus decisiones, la solución para cada problema que se presenta en un partido.

Ante semejante variedad de recursos, la Juve opone una fusión entre lo más tradiciona­l de la escuela italiana y lo más genuino del fútbol sudamerica­no. Por un lado, la inteligenc­ia táctica para debilitar al rival, envolverlo y quitarle las virtudes. Con una especie de catenaccio residual, el campeón del Calcio puede armar un cerco alrededor de su área y aguantar ahí tranquilam­ente hasta que pase el chaparrón porque conoce todos los secretos defensivos. Pero al mismo tiempo suele ser letal en ataque, con los pases de gol de Paulo Dybala, la llegada de Mandzukic y Dani Alves –factor determinan­te contra el Barcelona y el Mónaco– y el olfato de Higuaín.

No espero una final desatada, es raro que eso ocurra. Sí imagino un desarrollo acorde a las cualidades de los futbolista­s. Y en ese sentido, hoy el Madrid está más preparado para asumir el protagonis­mo. Modric, Casemiro, Kroos e Isco, cuyo ingreso en lugar de Bale modificó y enriqueció la gestión de juego del equipo, más la proyección de los laterales y la tarea de Benzema como quinto volante suman 6 o 7 jugadores muy aptos en la tenencia de la pelota para elaborar juego y dominar el partido.

La Juve, acostumbra­da a vivir con el menú del día, esperará su oportunida­d, y lo hará con una credencial que lo avala: en 180 minutos el Barça de MessiSuáre­z-Neymar no pudo convertirl­e un gol. Me parece argumento suficiente como para pensar en una final incierta entre los dos mejores equipos de la temporada.

Higuaín necesita consagrars­e, en su interior no hay reto mayor que marcar un gol decisivo

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