LA NACION

el agujero negro del tren de de Vido

río turbio. Se gastaron $ 296 millones en un ferrocarri­l turístico que nunca funcionó

- Hugo Alconada Mon

El Ministerio de Planificac­ión Federal gastó más de $ 296 millones de pesos entre 2014 y 2015 en la fallida restauraci­ón del tren turístico de 22 kilómetros que jamás funcionó entre Río Gallegos y una estancia privada, según surge de una auditoría ordenada por las nuevas autoridade­s del Yacimiento Carbonífer­o Río Turbio.

El informe revela sobrepreci­os y gastos millonario­s que se autorizaro­n a través de un simple mail.

El Ministerio de Planificac­ión gastó más de $ 296 millones entre 2014 y 2015 en la fallida restauraci­ón del tren turístico de 22 kilómetros que jamás funcionó entre Río Gallegos y una estancia privada, pero que acumuló todo tipo de irregulari­dades administra­tivas y posibles delitos, según surge de una auditoría que ordenaron las nuevas autoridade­s del Yacimiento Carbonífer­o Río Turbio (YCRT).

Esa auditoría, que ya se entregó a la Justicia, expuso que no hay registros de cómo y en qué se gastaron decenas de millones de pesos, falta documentac­ión presupuest­aria y contable, y varios documentos que sí se recuperaro­n se encuentran antedatado­s, posdatados o fueron fechados en días feriados, como el 1 de enero o el 1 de mayo. También detectaron pagos millonario­s sin firmas autorizada­s o que se autorizaro­n con un simple e-mail. Conclusión: esas contrataci­ones serían nulas.

El malgasto de fondos públicos también abarcó sobrepreci­os del 48 al 79% en ciertos rubros, como así también implicó gastar $ 14,3 millones en una inhallable “campaña comunicaci­onal” de “promoción” nacional e internacio­nal del “tren histórico Eva Perón”, y casi $ 1,1 millón más en su “inauguraci­ón”, 15 días antes de las elecciones presidenci­ales de 2015, en las que Alicia Kirchner compitió por la gobernació­n de la provincia de Santa Cruz. Todo tan insólito como que un tren a Río Gallegos fuera financiado por el proyecto de la mina.

La entonces candidata participó en ese acto, que incluyó para las fotos una locomotora a vapor que se encontraba “reparada”, pero “sin terminar”, según la auditoría. Detectaron que estaban “inconcluso­s los sistemas de lubricació­n, de frenos, de alimentaci­ón de carbón y eléctrico”, pero que aun así se montó sobre un tendido ferroviari­o que tampoco estaba terminado.

Redactada por un ex integrante de la Auditoría General de la Nación (AGN), el radical Horacio Pernasetti, y el consultor Miguel Arancio Guzmán -quien este año asumió una subgerenci­a en YRCT-, la auditoría se completó en julio de 2016. Desde entonces, algunos extractos salieron a la luz, pero nunca se expuso el cuadro completo de los cientos de millones de pesos que se destinaron al “convenio marco Puesta en Valor del Ramal Ferro Industrial Eva Perón, Material Rodante e Infraestru­ctura Complement­ario”.

Ese “convenio marco”, firmado en julio de 2014 por el subsecreta­rio Roberto Baratta, considerad­o la mano derecha de Julio de Vido, derivó en la firma de 71 “convenios específico­s” con tres puntales: la Universida­d Tecnológic­a Nacional (UTN), su Facultad Regional Santa Cruz (FRSC) y el satélite de esta, la Fundación Facultad Regional Santa Cruz (FFRSC). De ese modo se presupuest­aron $ 707,3 millones, de los que se llegaron a facturar casi $ 300 millones. Y ese dinero es el que terminó bajo sospecha.

Esa misma operatoria entre el ministerio, YCRT, la universida­d y diversas empresas, pero ampliada a todo el espectro de Río Turbio, dominó las noticias durante los últimos diez días, cuando el fiscal Carlos Stornelli pidió la indagatori­a, el desafuero y la detención de De Vido, lo que rechazó el juez federal Sergio Rodríguez. Para De Vido, las acusacione­s por Río Turbio son un invento, “una suerte de confabulac­ión mediática y política impulsada por Mauricio Macri, Elisa Carrió y Germán Garavano”, dijo.

Por lo pronto, la auditoría sobre el tren expuso múltiples falencias: “En YCRT no se encontraro­n planos del proyecto completo del Tren Histórico Eva Perón, ni de su recorrido, no existen datos sobre el grado de avance de las obras, ni un detalle de las ejecucione­s”, según consta en la copia íntegra de ese informe que obtuvo la nacion. Pernasetti y Arancio Guzmán alertaron, en particular, sobre varios ejes:

Se destinaron cerca de $ 200 mib llones a “construcci­ones de terraplene­s, durmientes, colocación de rieles, construcci­ón de un andén y remodelaci­ón de una estancia, todas realizadas en una propiedad privada sin la existencia de actos administra­tivos o expropiaci­ones o convenios de uso del suelo con los titulares de la estancia KilliK Aike”, una propiedad privada.

Casi todos los convenios “se fir- maron sin respetar el presupuest­o de la obra y sin superar la suma de $ 13.600.000” porque ese era el máximo que el intervento­r de YCRT podía autorizar en forma directa. Cuando un presupuest­o superaba esa cifra, abundaron, se dividía en cuantos convenios fuera necesario para que cada uno de ellos quedara por debajo de ese monto límite.

Se firmaron dos convenios para una “promoción y campaña comunicaci­onal” nacional e internacio­nal por un total de $ 14,3 millones, pero “no hay informes ni constancia­s de productos entregados por lo que no está claro cómo se cumplió o que bienes y/o productos generó por el pago efectuado”.

Todos los gastos vinculados al “tren histórico” se hicieron sin informes de imputación presupuest­aria, ni dictámenes de las áreas administra­tivas o legales. ¿Cómo se autorizaba­n entonces esos gastos? “Se hacía de forma informal mediante correo electrónic­o”, que enviaba personal del ministerio con la participac­ión de Baratta, desde Buenos Aires.

Por el contrario, remarcaron los auditores, el equipo responsabl­e del sector “vías y obras” de YCRT radicados en Río Gallegos, “que tenía competenci­a directa sobre el complejo ferroviari­o Río Turbio a Punta Loyola, nunca fue consultado ni tuvo participac­ión en el diseño, planificac­ión o ejecución de la obra”.

Múltiples facturas se pagaron con la firma de personas que no estaban autorizada­s para ordenar esos pagos, “sin firmar”, con rúbricas que “no se pudo identifica­r”, entre otras irregulari­dades.

Así, estimaron Pernasetti y Arancio Guzmán, “surge con claridad que se usó un contrato de supuesta cooperació­n técnica entre YCRT, el Ministerio de Planificac­ión y la FRSC - UTN a través de la (Fundación de la Facultad Regional Santa Cruz), para eludir las normas de contrataci­ón de bienes y servicios vigentes para los entes de la administra­ción pública, incluyendo la propia UTN”.

¿Quiénes participar­on en la operatoria sospechada? Baratta y otro funcionari­o del Ministerio de Planificac­ión, Jaime Álvarez, los responsabl­es de la UTN, su regional santacruce­ña, la fundación vinculada a esa regional y varios jerárquico­s de YCRT. Entre ellos, su entonces intervento­r, Atanacio Pérez osuna, el coordinado­r general, Miguel Larregina, su esposa y responsabl­e de la delegación Buenos Aires, Marta Pérez, y el gerente de explotació­n, Fernando Lisse.

Para Pernasetti y Arancio Guzmán lo ocurrido en Río Turbio bajo la órbita De Vido fue “un accionar, ilegítimo y arbitrario que amerita la realizació­n no solo de sumarios administra­tivos para deslindar responsabi­lidades, sino también la promoción de denuncias a los fines de investigar la posible existencia de delitos”.

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