LA NACION

Geller juega las finales de singles y dobles; Fernández, por el título, en tenis adaptado

Con 18 años, el junior con destino universita­rio en Stanford jugará las finales de singles (la primera vez para el tenis argentino) y dobles en el All England; hasta un puñado de semanas atrás, ni había pisado el césped...

- Sebastián Torok

LONDRES.– Si ya de por sí el junior Axel Geller, de 18 años, es distinto a la media de los tenistas argentinos de su edad por su instrucció­n en uno de los colegios formadores de elites de Buenos Aires (San Andrés, de Olivos) y por su decisión de iniciar muy pronto una carrera universita­ria en Stanford, también lo es por sus logros deportivos. Formado en el Mayling Country Club de Pilar, Geller se convirtió en el primer argentino en alcanzar la final masculina junior de Wimbledon. Y lo hizo luciendo un valioso nivel tenístico, pero también psicológic­o, porque no comenzó con lucidez su match frente al francés Corentin Moutet (un zurdo exquisito, 1º preclasifi­cado del torneo) y, sin embargo, con una interrupci­ón por lluvia en el medio, se enfocó, se calmó y lo terminó derrotando por 1-6, 6-3 y 6-3, en una hora y 44 minutos.

Hoy, Geller (11º del ranking junior de la Federación Internacio­nal de Tenis) definirá el título en el All England frente al español Alejandro Davidovich Fokina (10º de ITF), a las 9 (hora argentina). Además, también jugará la final de dobles, tras el desgastant­e triunfo (fue atendido en la zona lumbar por el fisioterap­euta) junto a su compañero taiwanés Hsu al vencer por 7-6 (7-5), 6-7 (3-7) y 10-8 a Ellis/Martineau.

“Se me carga muy rápido la espalda cuando estoy cansado, por eso me atendieron en el dobles. Ahora estoy cansado en todo el cuerpo, la verdad. Pero voy a salir a competir, con mucha actitud y sin pensar en los dolores”, confesó anoche.

El court 18, el que se convirtió en una suerte de pieza de colección en 2010 después de cobijar el partido histórico de once horas y cinco minutos entre John Isner y Nicolas Mahut, fue el escenario del temperamen­tal triunfo de Geller. Su rival, Moutet, contaba con bastante más experienci­a que él. De hecho, el francés es 341º del ranking ATP y ya compitió en el Challenger Tour; Geller es 1496º y hasta aquí solamente actuó en Futures y no logró superar un par de clasificac­iones de challenger­s. Con pimienta, reveses con slice y drops, Moutet –lo llaman “el Mago”–, literalmen­te, enloqueció al jugador que hasta hace muy poco se estuvo entrenando en la academia de Fabián Blengino (ex coach de Guillermo Coria, entre otros jugadores) y en el centro de preparació­n física para alto rendimient­o encabezado por Martiniano Orazi (ex PF de Juan Martín del Potro) en Parque Norte. Así fue como el primer set se consumió en media hora.

La lluvia pasó de tenue a intensa y el match se interrumpi­ó cuando Geller triunfaba 2-1 en el segundo parcial. Dos horas más tarde, se reanudó. Y a partir de allí, el tenista de 1,91 metro e hincha de Independie­nte, se lució. Se adaptó mucho mejor al traicioner­o césped, sacó de quicio al talentoso pero irritable Moutet y, mientras al court 18 llegaban desde la cancha central los aplausos por el triunfo de Garbiñe Muguruza ante venus Williams en la final femenina, cerró la victoria lanzando tiros fortísimos. “¡vamos todavía!”, gritó Geller, que esta vez no contó con el saque como su principal aliado: le quebraron el

Hace unos días no tenía experienci­a en césped... Gané Roehampton y estoy en la final de Wimbledon... Es increíble”. Axel Geller TENISTA

servicio en seis oportunida­des, las mismas en las que él le rompió el saque a su adversario.

Un paso para el recuerdo

El paso de Geller en Wimbledon es inédito para el tenis nacional. Claro que, en la historia, también hubo argentinos que alcanzaron finales en otras categorías juniors del tercer Grand Slam del año. En 1965, Raquel Giascafré perdió la final de damas ante la rusa Olga Morozova. Tres décadas más tarde, Mariano Puerta cayó en dobles masculinos, junto con el mexicano Alejandro Hernández. En 1999, Guillermo Coria y David Nalbandian se consagraro­n en dobles. María Emilia Salerni triunfó en dobles femenino en 1999 (junto con la checa Daniela Bedanova) y en singles en 2000. Éste último año, además, la rafaelina cayó en la definición del dobles femenino. En 2001, Gisela Dulko y la estadounid­ense Ashley Harkleroad ganaron en dobles. Ahora, será Geller el que intente conseguir el primer título individual masculino junior en Wimbledon.

Geller, que no llegó a Wimbledon como parte de la delegación de la Asociación Argentina de Tenis, sino que estuvo acompañado por entrenador­es de IMG, la empresa de representa­ción estadounid­ense, está convencido de que el camino universita­rio será su mejor opción en el futuro. Planifica salir de Stanford, en Palo Alto, dentro de cuatro años, con un título en economía y finanzas. Eso no significa, según él y su entorno familiar, que desaparece­rá del mundo del tenis. El circuito tenístico universita­rio tiene un nivel alto y los más destacados obtienen invitacion­es para el Abierto de los Estados Unidos. Además, a los jóvenes tenistas les cuesta cada vez más tiempo ingresar en el tour.

No es usual, en estos tiempos, encontrar un tenista junior argentino que tome ese camino. Aunque sí hubo, hace algunos años, varios deportista­s que eligieron estudiar en los Estados Unidos y luego desarrolla­ron sus caminos deportivos sin obstáculos. Elio Lito Álvarez, Roberto Saad y Modesto Tito Vázquez vivieron algún tiempo en EE.UU. y jugaron al tenis para varias universida­des. Oscar Furlong, campeón mundial de básquetbol en 1950 y luego tenista y capitán de Copa Davis, estudió en Dallas. El bahiense Juan Ignacio Pepe Sánchez combinó el estudio y el básquetbol en la Universida­d de Temple.

Geller nunca había jugado sobre césped hasta hace unas semanas. Se calzó las zapatillas talle 48 con los caracterís­ticos “taponcitos”, empezó a familiariz­arse muy rápido con la superficie, conquistó el torneo G1 en Roehampton y ahora quedó a un solo éxito de dar el gran golpe. Yo siempre le digo que es especial, pero no por su condición. Tiene una luz propia que ilumina a él y a todos los que estamos alrededor. Tiene alma de luchador. Siempre tuvo metas altas. Hoy parece todo fácil porque llegó, pero fue difícil, hace mucho que compite. Pero lo bueno como familia es que siempre nos quedamos con las cosas positivas. No nos enroscamos con las cosas malas y cuando pierde un partido le tratamos de sacar dramatismo. Eso lo ayudó a salir adelante cuando los tiempos no eran tan lindos”, explica Nancy.

El coraje de Fernández para arrojarse en busca de la pelotita, sin temor a golpearse, encandila. La web oficial de Wimbledon publicó, en forma destacada, videos de sus jugadas más osadas. “No me sorprende lo que hace. Me preocupa que se lastime, pero lo hace tan naturalmen­te, que después te empezás a acostumbra­r. Gusti hace todo natural, como si la silla de ruedas no existiera. A cualquiera se nos trabarían esas ruedas. Él tiene una potencia en toda su parte superior del cuerpo, que hace cosas increíbles. Tiene un gran espíritu para jugar, no deja una. Nos reíamos porque en un punto de las semifinale­s se cayó, no le importó y fue a ver si la pelota había entrado. Es decir que no sólo no le importó caerse, sino que siguió jugando. Estoy orgullosís­imo”, aporta el Lobo Fernández.

“A nosotros nos encanta que él haya logrado el número 1, porque se le da un significad­o mayor al que nosotros ya le damos desde que nació”, añadió papá Fernández. Y prosigue, firme: “A nosotros no nos cambia nada el ranking, pero sí el punto de vista de mucha gente, que le presta atención cuando aparecen esos títulos. Él es un profesiona­l y está entendiend­o ahora con 23 años un montón de cosas que hacen ilusionar con que se pueda posicionar por un tiempito largo en este juego que ama. Si hay algo que tenemos claro, por suerte, es que a diferencia de otros deportista­s que llegan arriba en un ranking, tienen un cable a tierra constante. No necesitás frenarlo, aconsejarl­o o anticipart­e a lo que le puede pasar. No se le va a volar la cabeza. Es cabrón, no sé a quién habrá salido. (sonríe, mirando a su mujer). Esa caracterís­tica siempre la manifestó. Y nosotros no renegábamo­s, porque era una buena caracterís­tica para vivir y salir adelante”.

Son días emocionant­es los que está viviendo Gustavo Fernández. Esta temporada fue gran protagonis­ta en el tour: ganó la final de Australia y cayó en la definición de Roland Garros. La final de Wimbledon lo espera para seguir emocionand­o a todos con su historia conmovedor­a.

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El grito triunfal de un chico con aires de grandeza; para Geller, la vida pasa no sólo por el deporte: la universida­d es otro de sus objetivos

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