LA NACION

Mandatario­s sin descendenc­ia

Con su triunfo en Irlanda, el primer ministro Leo Varadkar se sumó a la amplia lista de mandatario­s “childless”, en un continente que registra un bajísimo nivel de natalidad

- Elisabetta Piqué

Desde Merkel hasta May, pasando por Macron, cada vez son más los dirigentes childless.

ROMA.– ¿Es más fácil hacer carrera y llegar al poder sin cambiar pañales y mamaderas dando vueltas, es decir, sin tener hijos? Pareciera que sí. Por lo menos en Europa, donde aumenta el número de líderes “childless”.

Con la llegada al poder, el mes pasado, del primer ministro irlandés, Leo Varadkar, gay y de origen indio de 38 años, se amplió el “club” de mandatario­s sin hijos. Como él, muchos otros colegas de países importante­s de Europa no tienen prole, empezando por el también joven presidente francés, Emmanuel Macron. De 39 años y casado con su antigua profesora Brigitte Trogneux, de 64 años, Macron nunca fue padre. Pero considera sus “hijos de corazón” a Sébastien, Laurence y Tiphaine, los tres hijos de la actual primera dama, que también le dieron siete nietos postizos.

La primera de la lista de los líderes “childless” es la influyente canciller alemana, Angela Merkel. De 63 años, mantuvo el apellido de su primer marido, Ulrich Merkel, de quien se divorció después de cuatro años de matrimonio, en 1981. En 1998 se casó en segundas nupcias con Joachim Sauer, su actual pareja. Aunque no tiene hijos, en Alemania –donde segurament­e ganará las elecciones de octubre próximo, después de 12 años en el poder– la llaman “mutti” (mamá).

Tampoco tiene hijos el actual primer ministro italiano, Paolo Gentiloni, de 62 años y casado con la arquitecta Emanuela Mauro. Lo mismo pasa con el premier holandés, Mark Rutte, de 50 años, que ante el diario popular Margriet se definió hace poco como “un soltero feliz”, aunque no excluyó que “en algún momento” podría casarse y tener chicos.

Tampoco piensa tener descendenc­ia, por el momento, el primer ministro de Luxemburgo, Xavier Bettel, mandatario gay, de 44 años, que en mayo de 2015 se casó con su compañero, Gauthier Destenay. En la católica Italia –donde aún no existe el matrimonio gay–, aún se recuerda cuando durante las celebracio­nes por los 60 años de los Tratados de Roma, en marzo pasado, Bettel le presentó al presidente Sergio Mattarella a su “marido”.

Aunque en plan de salida de la Unión Europea (UE), la primera ministra británica, Theresa May, de 60 años y casada con Philip May, también integra la lista. Ella tampoco fue madre, hecho que se convirtió en un tema en la última campaña electoral que protagoniz­ó. “No podía tener hijos y fue muy triste, pero la religión me ayudó”, se vio obligada a decir la líder tory ante una pregunta de por qué no había tenido hijos.

“¿Por qué May tiene que responder a semejantes preguntas?”, la defendió una columnista de The Guardian, que hizo notar que muchas veces la falta de hijos es utilizada injustamen­te como arma en contra de las mujeres.

Su colega escocesa, Nicola Sturgeon, de 46 años y casada con Peter Murrell desde 2010, reveló que a los 40 años sufrió un aborto espontáneo. Drama

Más allá de las historias personales, deseos, frustracio­nes –elecciones que no tienen por qué ser juzgadas–, la avanzada de los líderes “childless” es un fenómeno que refleja el drama de la baja natalidad que amenaza a Europa, donde tener hijos se volvió algo caro, difícil y casi demodé.

“Nada de hijos, nada de problemas”, constató un informe de la Comisión Europea, que indicó que pronto será un alivio no tener hijos porque significa nada de gastos para la familia, ningún sacrificio y nadie que se queje.

Por eso la avanzada de “líderes childless” europeos para muchos es sin dudas algo preocupant­e. “La progresiva desaparici­ón de chicos de las familias de quienes gobiernan –y de quienes tienen la primaria responsabi­lidad del bien común– parece una metáfora del destino de los chicos en un continente que envejece cada vez más”, advirtió Francesco Belletti, director del Centro Internacio­nal de Estudios de Familia, en el semanario católico Famiglia Cristiana.

“Los adultos de Europa no tienen más el coraje de invertir su propio presente para generar el futuro en sus propios hijos y en sus propios pueblos. Pero una Europa así, ¿cómo podrá regenerars­e? Y cómo harán estos líderes para percibir, también existencia­lmente, que sin niños no hay futuro?”, se preguntó Belletti.

“Europa se suicida. O, al menos, sus líderes han decidido suicidarse”, escribió Douglas Murray en el diario Times, de Londres. “Hoy Europa tiene pocos deseos de reproducir­se, de luchar por sí misma, de sostener sus propias ideas”, agregó Murray, autor de un libro titulado The strange death of Europe (La extraña muerte de Europa) que destaca el impacto de las migracione­s de masa en la demografía europea.

Coincidió el escritor y periodista italiano Giulio Meotti, que se mostró aún más pesimista. “Los líderes europeos sin hijos nos conducen como sonámbulos hacia el desastre”, advirtió. ¿Por qué? “Porque parecen no tener motivos para preocupars­e por el futuro de su continente.”

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