AMIA: un vacío que duele
Reflexioné días atrás sobre los cambios ocurridos desde aquella lejana y fría mañana del 18 de julio de 1994. ¿Qué nuevos acontecimientos han ocurrido en la causa judicial que hayan contribuido a suavizar el dolor en los corazones de quienes perdieron a sus seres queridos y traído algo de paz a sus vidas? Duele profundamente la respuesta. No ha ocurrido absolutamente nada, salvo el vacío. Ese vacío que sigue hiriendo el corazón de tantos argentinos. La indiferencia reaparece año tras año y parece que solo importa obtener un rédito político sobre este hecho atroz. Cuando cada ser humano hace suyo el dolor del otro, haciendo caso omiso de diferencias de razas, credos y religiones, todos avanzamos hacia la esperada promesa. Por el contrario, cuando cada uno trata de “apropiarse” de un acontecimiento determinado, nos alejamos cada vez más de la resolución del tema. El atentado a la AMIA no debe quedar relegado a la historia, debe formar parte de la memoria de cada uno de sus habitantes. Desterremos de una vez por todas las confrontaciones no respetuosas, las diferencias hirientes, las palabras amargas, los hechos dolorosos que nos separan y nos llenan de rencor y tristeza. Aprendamos los argentinos a amarnos en libertad, a vivir con dignidad y nobleza. Es lo que merecemos.
Sigamos pidiendo justicia por las 85 vidas truncadas, trabajando para ello. Será la única forma que alguna vez las víctimas descansen, y que quienes los amamos cerremos nuestras heridas. Martha de Antueno DNI 4.774.746