Cuánta inversión hace falta para lograr el crecimiento
recursos. Un informe de la Bolsa de Córdoba estima que se necesitan US$ 240.000 millones para recuperar el stock de capital, por lo que los anuncios hechos dejan una amplia brecha; la presión impositiva, entre las razones por las que no llegan más proyect
un informe de la Bolsa de Córdoba estima que se necesitan uS$ 240.000 millones en los próximos 8 años para recuperar stock de capital; las inversiones previstas no alcanzarán
CoRDoBA. La llegada de inversiones es una obsesión para el gobierno macrista. Aunque en campaña se planteó que habría una “lluvia”, días atrás el ministro de Producción, Francisco Cabrera, admitió que “no llegan, porque la rentabilidad no es la esperada respecto del riesgo”.
¿Cuánto hace falta para que la llegada de proyectos repercuta en un crecimiento económico que genere empleo y mejores la situación social? Un estudio de la Bolsa de Comercio de Córdoba estima que para recomponer el stock de capital del país se necesita una inyección de US$240.000 millones en 8 años, por lo que con los anuncios actuales –US$117.000 millones según la Agencia Argentina de inversiones y Comercio internacional (Aaici), si se suman los proyectos del sector privado y los de la gestión pública– faltarían US$ 123.000 millones.
Para que la Argentina vuelva a tener una relación capital/PBi similar a la de los 90, es necesaria una inversión anual de US$ 30.000 millones durante los próximos 8 años, según dijo a la nacion el director del instituto de investigaciones Económicas de la bolsa cordobesa, Diego Dequino. Así, se llegaría a una tasa de inversión sobre el PBi del 20,5%. “Alcanzar el 24% o 25% deseable para impulsar el desarrollo requiere de otros US$ 30.000 millones anuales por el mismo lapso”, agregó el analista.
Una medición de referencia del stock de capital desde 1992 a 2010, hecha por el economista Ariel Coremberg, muestra que el número de arranque fue de US$ 525.000 millones y el del final del período, de US$ 750.000. La crisis de 2001 afectó fuerte la acumulación y sumó el efecto de la devaluación. Y entre 2011 y 2016 hubo una fuerte caída en el stock de capital medido en dólares.
El economista y precandidato en la ciudad de Buenos Aires por 1País, Matías Tombolini, advierte que si bien el bajo ritmo de acumulación de capital explica algo de esa dinámica, el grueso se lo llevan las devaluaciones del peso de 2014 y 2016: “Hay una diferencia de casi US$ 300.000 millones entre 2016 y el pico de los 90, que se ampliaría unos US$ 200.000 millones más en comparación con el pico de 2010”.
El economista del ieral Jorge Vasconcelos plantea que, en materia de infraestructura, la tendencia es ascendente. Grafica con los balances de las distribuidoras de gas y electricidad del primer trimestre del año, que muestran ese rumbo, a la vez que también hay más iniciativas públicas y privadas en el stock referido a rutas y ferrocarriles.
De todos modos, Vasconcelos advierte que el “alto riesgo regulatorio” hace difícil que arranquen grandes inversiones solo privadas, por lo que el “sendero del medio” es la combinación de la acción de las empresas con garantías estatales. En la industria esto es “mucho” más complejo: opera la diferencia en competitividad con China, la suerte de las alianzas de la Argentina con otros bloques comerciales, los costos laborales (100% más altos en dólares que en Brasil) y el tipo de cambio.
“En la Argentina, la mayoría de las inversiones se autofinancian, y se deben recuperar en menos tiempo por la incertidumbre”, acota.
Federico Muñoz, director de la consultora Muñoz & Asociados, coincide en que la inversión actual está por debajo de las necesidades para sostener y generar empleo y reducir la pobreza. “El equipo económico parece dispuesto a sanear la macro –aunque está lejos todavía de conseguirlo–, pero por sí solo eso no alcanza porque el país está caro en dólares; hace falta mucha gestión.”
Respecto de los datos de la Aaici, que muestran que sólo el 5% de los proyectos de inversión anunciados se ejecutaron, Dequino describe que siempre hay una “curva de maduración” y que, en promedio, puede llevar entre uno y cinco años para que se perciban impactos en la actividad.
Vasconcelos señala que no hay posibilidad de un boom de inversiones. Y cita varios motivos: la rentabilidad en la mayoría de los sectores es muy acotada, las decisiones en la industria están condicionadas por la definición de la crisis brasileña, y aún está pendiente la reversión de los desequilibrios macroeconómicos, que giran alrededor del alto déficit fiscal. “Todas las decisiones demandan un consenso político que sólo las legislativas de octubre permitirá afianzar”, agrega.
Muñoz coincide con el ministro Cabrera en que para el nivel de riesgo argentino, la rentabilidad es baja. A su criterio, hay que trabajar en dos frentes: la competitividad y la apertura de la economía.
En el primer caso, señala que factores como la alta carga tributaria sobre la producción, el fuerte costo salarial y extra salarial y el logístico, más las dificultades de financiamiento “conspiran” contra la concreción de los proyectos.
Respecto del bajo coeficiente de apertura de la economía describe que encarece los productos importados (porque el proceso de ingreso es “costoso y difícil”) a la vez que los nacionales que deben competir, “también son caros”.