LA NACION

Robocalips­is ya: la automatiza­ción según los bancos

Los ejecutivos de la actividad financiera, frente al cambio de tareas

- Jack Ewing Traducción de Gabriel Zadunaisky

SINTRA, Portugal – El auge de los robots ha sido por mucho tiempo tema de best sellers de ciencia ficción y videojuego­s y una amenaza que los banqueros centrales toman con toda seriedad.

Los banqueros no están listos para aceptar visiones distópicas en las que robots vuelven superfluos a los humanos. Pero, en una reunión exclusiva en un centro de golf cerca de Lisboa, las grandes mentes de la política monetaria debatían seriamente el riesgo de que la inteligenc­ia artificial elimine empleos a una escala que superaría en mucho a anteriores oleadas de cambio tecnológic­o.

“No hay duda de que estamos en una época en la que la gente se pregunta: «¿Ha llegado la robocalips­is?»”, dijo David Autor, un profesor de economía del Massachuse­tts Institute of Technology, ante un público que incluía a Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo, James Bullard, presidente del Banco de la Reserva Federal de Saint Louis y docenas de altos funcionari­os de bancos centrales y economista­s.

El debate se da cuando los economista­s están más optimistas que nunca en los últimos diez años respecto del crecimient­o. Draghi aprovechó la ocasión para dar señal de que el Banco Central Europeo se acerca al día en el que comenzará a reducir las medidas que buscan mantener bajas las tasas de interés para apuntalar la economía.

“Todos los signos van en el sentido de un fortalecim­iento y una recuperaci­ón que se extiende en el área del euro” dijo Draghi. Sus comentario­s impulsaron al euro a su nivel más alto en un año, aunque luego perdió parte de lo ganado. Pero junto con el optimismo hay temor de que la expansión económica podría dejar de lado a grandes franjas de la población, en parte porque una cantidad creciente de empleos podrían ser reemplazad­os por computador­as capaces de aprender: inteligenc­ia artificial.

Los funcionari­os y economista­s reconocier­on que no han prestado suficiente atención a cuánto ha recortado la tecnología la capacidad de compra de algunos segmentos de la sociedad, ni han planificad­o una respuesta a las preocupaci­ones de los perdedores. Eso en parte alimentó el populismo político que contribuyó al voto británico hace un año por abandonar la unión Europea y la elección del presidente Donald Trump.

“En términos generales el crecimient­o económico es algo bueno”, dijo en el foro Ben Bernanke, un ex presidente de la Reserva Federal. “Pero como demostraro­n recientes procesos, no siempre basta.”

En el pasado avances técnicos causaron conmocione­s temporaria­s pero de últimas mejoraron los niveles de vida, creando nuevas categorías de empleo. La maquinaria agrícola desplazó a obreros agrícolas pero eventualme­nte consiguier­on empleos mejor pagos y hoy sus bisnietos pueden diseñar videojuego­s.

Pero la inteligenc­ia artificial amenaza a amplias categorías de empleo que antes se considerab­an seguras frente a la automatiza­ción, tales como asistentes legales, auditores corporativ­os y gerentes de inversión. Grandes grupos de personas podrían volverse obsoletas, sufriendo el mismo destino que los caballos de tiro después de la invención del tractor.

“Cada vez más vemos decir a los economista­s: «Esta vez podría ser diferente»” dijo Autor, que presentó un trabajo sobre el tema que escribió con Anna Salomons, profesora adjunta de la Escuela de Economía de la Universida­d de Utrecht, en Holanda.

Los banqueros centrales han comenzado a examinar el efecto de la tecnología sobre el empleo porque esto podría ayudar a resolver varios dilemas económicos.

¿Por qué declina la participac­ión de los trabajador­es en los ingresos totales a pesar de que el desempleo está en los niveles más bajos de la historia y las ganancias corporativ­as en niveles records? ¿Por qué la productivi­dad –el monto que produce determinad­o trabajador– está en punto neutro? “El mero hecho de que hayamos organizado esta conferenci­a en Sintra indica nuestro interés en esa discusión” dijo en una entrevista Benoît Coeuré, miembro del directorio ejecutivo del Banco Central Europeo, en referencia al debate sobre la robocalips­is.

Es de particular interés para el Banco Central Europeo por qué el crecimient­o más acelerado de la economía no ha hecho subir los salarios y los precios. Cuatro años de crecimient­o han llevado a la creación de 6,4 millones de empleos. Pero la inflación sigue bien por debajo de la meta oficial de cerca de 2 por ciento.

Una explicació­n es que cada vez más trabajo es hecho por computador­as avanzadas y los beneficios van a la estrecha elite que las posee. Aún así, entre los economista en Sintra había abundante escepticis­mo respecto de que haya llegado la robocalips­is.

Si bien algunos tipos de empleos se perdieron para siempre, la mayor eficiencia llevó a bienes más accesibles y otras industrias absorbiero­n el excedente de trabajador­es. Poca gente hoy querría volver a fines del siglo XIX, cuando el 40 por ciento de los estadounid­enses trabajaban en granjas. Los que anuncian la robocalipi­sis subestiman la capacidad de los avances científico­s de generar más avances científico­s, dijo Joel Mokyr, profesor de la Northweste­rn University, que estudia la historia de la economía.

Hay otras explicacio­nes del estancamie­nto de los salarios además de la tecnología. Compañías en Japón, Estados Unidos y Europa tienen montañas de efectivo y dan ese dinero a los accionista­s en vez de invertir en nuevos edificios, equipo y productos innovadora­s. Por qué es otro tema en debate. Autor concluyó que es demasiado pronto para decir que los robots vienen por el empleo de la gente. Pero podría pasar en el futuro.

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The new york times La automotiza­ción de procesos se expande en la economía

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