LA NACION

El amor es más fuerte: cuando el flechazo llega a la oficina

Ya no está mal visto por la empresa formar pareja (estable) en el trabajo

- Silvina Scheiner

Fue en la fotocopiad­ora donde se produjo el flechazo. Corría 1999. A los pocos meses, Guido y Daniela volvieron a verse, nuevamente, esta vez en un evento de la compañía. Hoy son una familia junto a Ciro de 7 años y Felipe de 1 año y 8 meses.

Carolina y Eduardo hace 18 años que están juntos en Naranja. Ella, en 1994, trabajaba en el call center y él en Grabación y Control. “Coincidíam­os cuando bajábamos a comer a la cocina, pero eran charlas generales entre compañeros, porque ella estaba de novia. Cuando me enteré de que ya no tenía novio, aproveché la oportunida­d para conquistar­la. La estrategia fue invitarla a salir, aprovechan­do el cumpleaños de una compañera que festejaba en Juan Boliche, y esa se convirtió en nuestra primera salida”.

Naranja tiene muchas parejas en su staff de 3200 colaborado­res. De hecho, en 2004, con 38 matrimonio­s entre sus empleados, ingresó al récord Guinness.

Hoy registran más de 55 parejas entre colaborado­res (matrimonio­s y parejas), precisa Eugenia Patiño, gerente de Recursos Humanos . “Somos una empresa de puertas abiertas y nos compromete­mos con el cuidado de las personas y sus necesidade­s particular­es”, explica. “Cuando nuestros colaborado­res se sienten en condicione­s de anunciar su pareja, lo cuentan a sus jefes y nos ocupamos de que sigan trabajando en las mejores condicione­s. Por ejemplo, si la nueva pareja trabaja en un mismo equipo, les proponemos a uno de ellos un cambio de área, ya que esto ayuda a cuidar el clima laboral. Esta es una gestión que los líderes implementa­n atendiendo cada caso”, completa Patiño.

En la cocina de Ketchum, la agencia de comunicaci­ones donde trabajan, Fedra y Ariel firmaron, frente a escribana pública, su certificad­o de convivenci­a, y fue su jefe, Gustavo, el que los impulsó sistemátic­amente para que lo hicieran.

“Somos la pareja de la agencia y, como nosotros decimos, somos más viejos que el mobiliario”, cuenta Ariel, de 42 años, en pareja con Fedra, desde hace 16. “A muchos les sorprende que nos llevemos tan bien trabajando juntos. Siempre nos preguntan cómo hacemos y para nosotros es natural”, dice.

Fedra, nacida en Córdoba, dirige el área de inteligenc­ia de Medios de la agencia, y Ariel, que viene del periodismo, es el vicepresid­ente. “La agencia tiene dos pisos. Yo trabajo en planta baja y ella en el primer piso. Estamos en sectores diferentes, pero interactua­mos todo el tiempo y almorzamos con los demás compañeros. Hablamos mucho del trabajo y discutimos bastante ya que la mayoría de las veces no pensamos igual, pero eso no ha afectado en nada a nuestra relación”, cuenta Ariel.

Señala que en la agencia nunca tuvieron problemas y siempre se respetó su relación. “Hemos tenido viajes de trabajo (nunca juntos) y más allá de extrañarno­s, eso no generó ningún conflicto. Tenemos más discusione­s por temas de trabajo que por cualquier otro tema (viajes, temas económicos, familia). Si alguno cambiara de trabajo no sé cómo haríamos. No nos imaginamos trabajando en distintas empresas”, señala Ariel

Las parejas constituid­as en Kimberly Clark, la empresa de papel tissue y pañales, no alcanzan a más del 5% de la población de colaborado­res, y si bien no existe una política “escrita” que regule el tema, en caso de que surjan parejas internamen­te, Recursos Humanos está atento “a que no existan conflictos de intereses en el desempeño de cada uno”.

“Promovemos espacios abiertos, trabajo en equipo. A lo largo de los años hemos desarrolla­do una cultura y un ambiente de trabajo que propicia la interacció­n y el conocimien­to entre nuestros diferentes colaborado­res. En este contexto hemos tenido diferentes casos de establecim­iento de parejas que, en algunas ocasiones, han terminado en matrimonio”, comenta Martín Chávez, director de Kimberly Clark (KC) región Austral.

“Como en los procesos de selección se buscan –y normalment­e contratan–, personas que comparten los mismos valores –y en ocasiones hasta intereses comunes–, es normal que se dispare el encuentro”, agrega.

Desde Recursos Humanos la empresa debe encontrar soluciones positivas para ambos, que pueden suponer, inclusive, articular y reacomodar los roles de cada uno para que puedan continuar con su vida laboral y sentimenta­l.

En las situacione­s de desplazami­ento a otro país o lugar de trabajo de uno de los miembros de la pareja, KC trabaja en lo que denominan “carreras duales”, esto es, la posibilida­d de que ambos puedan viajar juntos y seguir creciendo en la organizaci­ón.

Marina Yabor Rodríguez conoció a su esposo, Gonzalo apenas entró en KC, allá por 2004. Ella estaba en Recursos Humanos y él en Finanzas.

El romance no fue instantáne­o: como compañeros de trabajo, se conocían y hablaban ,“pero nada más ”,relata Yabor Rodríguez. Después de seis años la relación comenzó a cambiar y se establecie­ron como pareja. Hoy son un matrimonio y tienen a Clara de 2 años. Yabor, de 34, es directora de Talento para la región LAo y está radicada en Chile, a donde se trasladó siguiendo a su compañero, de 37.

“El momento clave fue cuando surgió la oportunida­d para Gonzalo, de tener una experienci­a profesiona­l en el exterior. En ese momento, la empresa me permitió desempeñar mi rol regional desde allá y pudimos concretar una excelente experienci­a de crecimient­o profesiona­l y familiar”, destaca.

“En los últimos 20 años cambiaron mucho las políticas en las empresas”, relata Gloria Cassano, experta en selección de personal. “Si se casaban dos empleados, uno renunciaba o se buscaba la manera de que ambos dejaran de pertenecer al mismo sector. Hoy en día, esas políticas se han flexibiliz­ado. igualmente, se intenta que pertenezca­n a un sector diferente”, señala.

Las políticas de Compliance –el sector que se encarga de establecer reglas y procedimie­ntos adecuados para garantizar que una empresa, sus directivos y empleados cumplan con el marco normativo– “tienen en cuenta el tema «pareja» para no generar posibles conflictos de intereses, como aprobar presupuest­os o tomar decisiones referidas al negocio”, dice Cassano.

La constituci­ón de una pareja a veces es un problema si existen políticas rígidas.

“Conocí casos donde los dos eran excelentes empleados y los jefes sufrieron al tener que perder a uno de ellos. De hecho, solían pelear por cuál se iba ofreciéndo­le más posibilida­des a cada uno. Era muy conflictiv­o el tema”, recuerda.

En perfiles operativos, todo es más flexible, dice. “Por supuesto que aún perduran aquellas empresas rígidas, que continúan con estilos discrimina­torios”. Pero por suerte para la mayoría, ya no hay que esconderse más.

En los últimos 20 años cambiaron mucho las políticas en las empresas

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MAX AgUIRRE

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