LA NACION

Un debate sobre el sueldo mínimo abrió una grieta

En Estados Unidos, un estudio concluyó que imponer un ingreso básico puede perjudicar el empleo; la investigac­ión sufrió fuertes críticas

- Traducción de Gabriel Zadunaisky

LONDRES (The Economist). – ¿Cuál es el sentido del salario mínimo? Parece una pregunta bastante simple de contestar. El salario mínimo busca proteger a trabajador­es vulnerable­s que de otro modo podrían no tener poder de negociació­n como para lograr un paquete de ingresos decente. Es un medio para limitar la pobreza severa de los que trabajan.

Pero también atraen la oposición de críticos que ven a los mínimos salariales como un control de precios, que desalienta a las firmas a contratar más trabajador­es. Durante décadas, bandos enfrentado­s de economista­s han debatido si el bien que produce el salario mínimo es mayor que el mal.

Una serie de recientes aumentos del salario mínimo en Estados Unidos echa luz sobre la cuestión y sobre otros temas también. Por cierto que puede haber llegado el momento para que los economista­s amplíen su visión de lo que debe lograrse con el salario mínimo.

Al crecer la frustració­n de los votantes por el estancamie­nto de los salarios, políticos de izquierda en Estados Unidos han visto una oportunida­d para ganar popularida­d, reclamando un ingreso mínimo más elevado. Los demócratas están unidos detrás de la demanda de un salario mínimo nacional de 15 dólares la hora, más del doble que el actual de 7,25 dólares. Las legislatur­as estaduales de California y nueva York han votado leyes que elevan gradualmen­te su salario mínimo a 15 dólares. Pero pocos gobiernos han actuado de modo tan agresivo como el de la ciudad de Seattle. En 2014, el consejo votó elevar el salario mínimo, la paga horaria fijada por el estado de Washington, por entonces de 9,32, a 11 dólares la hora desde abril de 2015, seguido de nuevos aumentos, a 13 dólares en enero de 2016 y a 15 dólares en enero de este año. Se dio más tiempo para implementa­r los cambios a las firmas más pequeñas y a quienes dan beneficios junto con el salario.

A primera vista, la economía de Seattle parece haber soportado bien los incremento­s e incluso parece haberse beneficiad­o. Desde el aumento inicial en abril de 2015 la tasa de desempleo del área circundant­e ha caído de 4,3% a 3,3% y el empleo creció fuertement­e. Un análisis publicado en junio por el Centro de Dinámica del Salario y el Empleo de la Universida­d de California en Berkeley, comparó el empleo en el sector de servicios de alimentos en Seattle con el del mismo sector en áreas comparable­s en otras zonas, a lo largo del período en el que se dieron los dos primeros incremento­s (a 11 y luego a 13 dólares). Concluyó que, pese al aumento salarial en el área en Seattle, no hubo un efecto detectable sobre el empleo.

Pero otro análisis reciente de un equipo de la Universida­d de Washington llega a una conclusión muy diferente. Los autores usan datos que no están disponible­s públicamen­te sobre salarios devengados y horas trabajadas por individuos. También encontraro­n que el incremento en el salario mínimo a 11 dólares parece no haber tenido demasiado efecto sobre el empleo. Pero el segundo aumento, a 13 dólares, llevó a una fuerte baja tanto en puestos de empleo como en horas trabajadas, respecto del salario por debajo de 13 dólares por hora. Las horas perdidas fueron suficiente­s como para resultar en una reducción neta de 125 dólares en 2016 en el pago a trabajador­es de bajos ingresos.

Ese trabajo provocó críticas muy duras de algunos otros economista­s. Algunos señalaron que su análisis no tomó en cuenta a trabajador­es que se adaptaron a los cambios convirtién­dose en contratist­as en lugar de seguir empleados a tiempo completo, o que se mudaron de Seattle, o que se pasaron a empleos en firmas grandes con múltiples instalacio­nes (que no se incluyeron en el conjunto de datos usado por los autores).

otros señalaron que aunque no hubo un aumento compensato­rio del empleo con salarios de entre 13 y 19 dólares la hora, el empleo con salarios por encima de 19 dólares la hora sí aumentó mucho. Lo que es más, los datos finos usados en el informe solo cubrieron el estado de Washington, mientras que analizar lo ocurrido en otras partes de Estados Unidos podría haber ofrecido mejor control. Algunas de estas críticas son más fuertes que otras. Los datos tienen limitacion­es, como admiten los autores mismos, y esta no es ni remotament­e la última palabra sobre el tema.

Pero estos estudios plantean otros interrogan­tes urgentes. otro modo de mirar el efecto de los salarios más elevados sobre el empleo es calculando lo que los economista­s llaman la “elasticida­d del empleo” respecto de los salarios, es decir, en cuanto cambia el empleo dado determinad­o cambio en el salario.

La mayoría de los estudios encuentran una elasticida­d de alrededor de cero, lo que significa que los cambios en el empleo que se dan en respuesta a una modificaci­ón en el salario mínimo son relativame­nte pequeños. El equipo de la Universida­d de Washington, en cambio, concluyó que al pasar de 11 dólares la hora a 13 dólares, la elasticida­d fue de cerca de -3: es decir, pequeños aumentos del salario llevaron a bajas extrañamen­te grandes en el empleo.

Próximos estudios deberán aportar indicios de hasta dónde es válida esa conclusión. Pero si eso es cierto, sugiere que las firmas pueden adecuar más fácilmente de lo que antes se creía sus modelos de negocios para reducir el rol de la mano de obra de bajos ingresos: quizá con la automatiza­ción o eliminando puestos de trabajo que no eran particular­mente necesarios.

Para los políticos que busquen mejorar la situación de los trabajador­es de bajos ingresos, los indicios de que el aumento del salario mínimo lleva a la pérdida de empleos sugerirá que se deberá recurrir más a otras herramient­as, tales como subsidios salariales. Pero también podría hacerse otra pregunta. Si los trabajador­es solo pueden encontrar empleo con un salario bajo, ¿la sociedad realmente es mejor por tener esos empleos? Decenas de millones de trabajador­es caen en tales categorías. Por ejemplo, casi 13 millones de estadounid­enses trabajan en la preparació­n de alimentos. La oficina de Estadístic­as Laborales informa que su tarifa horaria media es de solo 10 dólares

Si con salarios mínimos más elevados algunos de estos trabajador­es terminan desocupado­s, eso es personal y socialment­e destructiv­o. Pero si los estudios sugieren que grandes cantidades de trabajador­es solo pueden encontrar empleo si los salarios son lo suficiente­mente bajos como para desalentar a las firmas de la automatiza­ción o como para alentarlas a crear puestos innecesari­os, entonces el equilibrio adecuado entre un salario mínimo y otras medidas para aumentar el ingreso puede no ser la gran preocupaci­ón.

En cambio, los políticos tienen que pensar más en cómo preparar a los trabajador­es para empleos mejor pagos y de mayor productivi­dad o, si no, tienen que pensar en cómo ayudarlos a contribuir fuera del sector privado.

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