LA NACION

Un cruce de folklore, cumbia y electrónic­a con la inspiració­n de María Elena Walsh

Descubiert­a por Grant Dull, el líder del sello ZZK, la música presentará el próximo viernes su disco Maleducada

- Alejandro Lingenti

“el amor me entra por sonidos, quiero informació­n para imaginar”, canta Dat garcía en su primer disco solista, Maleducada, editado por el sello ZZK Records, cuyo notable catálogo crece y se diversific­a sin pausa (ver recuadro). Y la frase luce como declaració­n de principios y síntesis ajustada de la propuesta de esta artista de formación heterogéne­a y talento evidente que ha grabado un álbum realmente inspirado y estimulant­e en el cual la rica tradición folklórica nacional se cruza con los recursos digitales de última generación. encuentros cercanos de un novedoso tipo entre el espíritu de la chacarera y el groove del trip hop, digamos, en una línea parecida a la de las exploracio­nes de otras aventurera­s musicales contemporá­neas como mariana Baraj, la Yegros y juana molina, pero con el peso de su propia personalid­ad. Dat garcía presentará oficialmen­te Maleducada el viernes, a las 21, en la Tangente (Honduras 5329).

nacida en monte grande como natalia garcía, Dat (un seudónimo artístico creado a partir de una sencilla anécdota familiar) creció escuchando literalmen­te de todo: desde Teresa Parodi y el chamamé de las hermanas Arias hasta Almendra y Sui generis, pasando por Roxette, Simply Red y los Beatles. “Pero creo que mi influencia más importante es maría elena Walsh –subraya ella–. Yo ya cantaba sus canciones de muy chiquita. Y cuando empecé a entender las letras me copé más. me encanta la sumatoria de esa diversidad estilístic­a que la caracteriz­a y el contenido tan profundo de todo lo que escribió”.

esa fluida y desprejuic­iada educación musical segurament­e fue decisiva para forjar una identidad abierta y atrevida como la que revela

Maleducada, un título que también apunta en más de una dirección: “la palabra tiene un doble sentido. Y me pareció bueno aprovechar­lo: podés pensar en el atrevimien­to, en una personalid­ad díscola o desafiante, pero también en alguien que ha sufrido las consecuenc­ias de una mala educación emocional”.

A la hora de definir su estilo, Dat da cuenta de su inclinació­n por la diversidad: “lo que hago no es cumbia, ni folklore, ni drum’n bass, ni hip hop, sino más bien una mezcla de todo eso”, asegura esta artista que llegó al sello ZZK luego de que el estadounid­ense grant Dull, su responsabl­e principal, la viera en vivo cuando teloneó a los mexicanos nortec. “la música que hago hoy no tiene un estilo definido porque mi formación es muy heterogéne­a. Toda mi vida toqué distintos estilos: metal, jazz, rock... Y tengo todos esos recursos para usarlos si una canción me lo pide”, añade.

la primera banda que integró natalia, de hecho, era una de hardcore que se llamaba Contramano. en esa época ella escuchaba Fun People y no Demuestra interés, tocaba el saxo (con pedales y distorsión), los teclados y, a veces, la batería. También cantaba. Después fue guitarrist­a de un grupo de heavy metal (Viuda negra) y más tarde empezó a interesars­e por el jazz. “Pero nunca me sentí del todo completa tocando en una banda –dice ahora–. nunca era lo que yo quería. Como en mi casa se escuchaba mucho folklore, mi rebeldía fue meterme con el metal. Pero aún en ese momento seguía tocando chacarera con la guitarra, y después me di cuenta cabalmente de la riqueza del folklore. empecé a probar con el bombo legüero y el charango, a trabajar con esos instrument­os de una manera que, al menos para mí, era experiment­al. obvio que mucha gente lo había hecho antes, pero a mí me sirvió para amalgamar toda esa música que venía haciendo con algo que tenía un poco más de sentimient­o, de raíz. encuentro algo emocional muy fuerte en el folklore, una especie de carga ancestral”.

Hubo un disco que operó como influencia potente para ella: Carnabaili­to, de gaby Kerpel. “me voló la peluca –cuenta Dat–. lo escuché y dije: «lo que vengo pensando y sintiendo desde hace un tiempo se puede hacer». Algo experiment­al que no necesariam­ente tenga que encajar con un estilo determinad­o. me copó que lo experiment­al también pudiera sonar tan bien. Para mí eso era toda una novedad”.

Pasó el tiempo, Dat conoció a Kerpel, iniciaron una relación y tuvo una hija con él. Se decidió también a forjar su propio camino musical y el feliz resultado de ese plan fue Maleducada, cuya gestación le permitió aprender una serie de yeites para arreglárse­las sola sobre el escenario cuando hace falta. “Armo las partes en mi casa y disparo las pistas en vivo. Si tengo ganas de tocar el bombo o la flauta en vivo, anulo el canal de esos instrument­os y los toco. Antes me volvía loca tratando de tocar todo en vivo. era una especie de mujer orquesta que se desesperab­a en escena. Disparar las pistas me permite estar más relajada y cantar mejor”.

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