LA NACION

Homero Pettinato. “Recomiendo viajar solo”

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—¿Cómo te definís como viajero? —Un gran viajero, tengo facilidad para los idiomas y soy muy curioso, creo que eso define a un buen viajero. La curiosidad te despierta ganas de conocer más y aprender, y nunca termina. Siempre que haya un centro enorme de atracción, mi curiosidad me hará ir para el otro lado, a ver eso que no se ve, creo que ahí está lo verdadero. —¿Viajaste como mochilero o acampaste alguna vez? —Acampé gran parte de mis vacaciones en Córdoba, a 4 kilómetros del pueblo en donde vivía de chico. Allí hay un río muy hermoso, llamado Quilpo. Allí acampé siempre, cuando iba de vacaciones con mi madre, acampar en el Quilpo era la forma de sentirme independie­nte y estar sólo con mis amigos. —¿Desarrolla­ste alguna técnica para abrir una botella de cerveza o vino sin destapador ni sacacorcho­s? —Pues claro, sé descorchar un vino usando un asuela de zapatilla. Metes el vino en donde iría el talón, dentro de la zapatilla, lo inclinas 30 grados hacia los cordones, y golpeás la suela contra un árbol, al tercer o cuarto golpe el corcho sale unos centímetro­s, del resto se encarga la boca. —¿Cómo eran unas típicas vacaciones de la familia Pettinato durante la infancia? —Nuestras vacaciones eran con mi madre, y en familia, o sea, muchos primos y primas y tías y abuelos. Casi siempre se dividían entre Las Toninas y San Marcos Sierras. En la costa, la playa, fútbol y fi chines. En San Marcos, la guitarra y el río. —¿Cuál es el destino más exótico que hayas visitado alguna vez? —El Parque Nacional Los Alerces parecía un sueño, un escenario sacado de N ar ni a, cuando lo conocí durante un retiro de violín, a los 13 años, y lo pasábamos tocando todo el día. Me sorprendió muchísimo una especie de avispa que tiene la cola como un ají, en color y tamaño. —¿Qué hacés con tu perro o gato cuando te vas de viaje? —No tengo mascotas, me parece una crueldad en la ciudad. Sólo tuve en el campo una gata hermosa, que todavía vive allá. La gente me pedía que la castre y la traiga a la ciudad, pero para eso me compro un peluche. —¿Tenés miedo a volar? ¿Tuviste alguna experienci­a traumática con los aviones? —No, pero en los peores años de Aerolíneas Argentinas todos tuvimos miedo. Empezó a caer un chorro de agua del compartime­nto de valijas sobre los asientos. Dio miedo. —¿Cuál es tu mayor hazaña en turismo aventura? —Salté al agua desde una altura enorme en Nido de Águila, Córdoba. Son como 25 metros y yo peso 85 kilos, o sea por poco me muero. —¿Algún disco para escuchar en la ruta? —Si vas manejando, no hay mejor que King of Limbs, de Radiohead. Sino siempre pongo The Doors, es indistinto el disco, volás y perdés la ansiedad. —¿Un día de vacaciones perfecto? —Soy un tipo que se da gustos, si se puede, todos. Pero también simple. Un día perfecto sería en verano, levantarme cerca del mediodía, ir a comprar asado, picada, fernet, hielo, coca, galletas para la tarde, mate, empacar todo e ir a disfrutar de un lindo río todo el día con amigos/as. Por supuesto, llevaríamo­s instrument­os musicales. —¿Viajaste solo alguna vez? —Sí, viaje solo a Los Ángeles y Nueva York, una experienci­a que recomiendo sea cual sea el destino. Hice muchos amigos, vi bandas mexicana s y chilenas en Los Ángeles, yanquis cantando en español, latinos por todos lados. En Nueva York descubrí un bar-librería y me enamoré de la cajera, nuestro amor duró cinco días. Me topé por accidente con un recital íntimo de Esperanza Spal ding. Lo más hermoso fue estar solo, la gente te habla, te invitan a fiestas, te recomienda­n actividade­s, es increíble y único.

más datos Humorista, conductor de radio y músico por vocación, se lo puede escuchar en Parece que no, pero sí, el programa de la Rock&Pop que conduce Diego Scott, de 13 a 17.

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