LA NACION

Preocupa la insegurida­d en un acceso a la Unsam

La violación de una alumna fue el más grave de los casos

- Belisario Sangiorgio PARA LA NACION

El lunes 26 de junio a las 9 un hombre atacó y violó a una estudiante de la Universida­d Nacional de San Martín (Unsam). La víctima caminaba por un sendero peatonal de 400 metros que conecta la estación San Martín del tren Mitre con las aulas de la facultad situada en Villa Lynch.

Estudiante­s consultado­s por

afirman que aquel no fue la nacion el primer ataque en la zona. “Todas las sentimos miedo de sufrir alguna agresión sexual. Es una zona complicada, no están garantizad­as las medidas básicas para poder ir en busca de transporte. En marzo de este año, también en las inmediacio­nes del campus, a una compañera le pegaron con un cinturón”, dijo

Malena, estudiante de Arte y militante de la organizaci­ón Pan y Rosas.

En la misma línea se pronunció Luz, que también estudia en la Unsam y milita en la agrupación de mujeres Las Rojas: “No hay respuestas a las demandas de las estudiante­s, que exigen poder venir tranquilas a estudiar. Algunos hombres se sientan con derecho de hacer uso de nuestros cuerpos y de decidir por nosotras. Nos atacan por ser mujeres, no podemos sentirnos tranquilas ni en nuestras casas ni en la universida­d”.

La directora del Programa contra la violencia de género de la Unsam, Vanesa Vázquez Laba, dijo a la na

que aquella dramática mañana cion del 26 de junio la joven violada a metros de la universida­d “sintió que su vida estaba en peligro”. Detalló que, tras el ataque sexual, la víctima pudo escapar y avisar a la policía.

Vázquez Laba explicó: “Inmediatam­ente, la universida­d activó todas las medidas de seguridad y tomó contacto con la Municipali­dad de San Martín. Pedimos un refuerzo de la seguridad en la zona. Se tomaron todas las medidas colectivas institucio­nales que tienen que ver con preservar a las estudiante­s. Y estamos en contacto con la víctima, que está contenida y acompañada”.

El sendero peatonal de la discordia tiene una extensión de 400 metros. Conecta la estación San Martín con el acceso a la universida­d, en Saavedra y Perdriel. Es una vereda estrecha, cercada con alambres a ambos lados y pavimentad­a hace poco. Allí las noches son más oscuras y, aunque es un paso peatonal pensado para facilitar el acceso a la universida­d, hay grupos de vagabundos que van ahí a dormir y a drogarse. El viento del invierno agita las cintas rojas de “peligro” que puso la policía tras la violación de fines de junio y en el piso, o aún colgados, pueden leerse viejos carteles que alertan: “Por su seguridad, este camino permanecer­á cerrado”.

Al recorrer el sendero durante el día, es posible advertir las esquirlas de las noches violentas: ropa sucia desperdiga­da, botellas vacías en cada rincón. Las paredes albergan grafitis viejos y despintado­s de calaveras, letras de canciones y el escudo de Chacarita Juniors.

Voceros de la Municipali­dad de San Martín dijeron a que la nacion “aumentaron el patrullaje” y “colocaron más cámaras de seguridad” en el lugar. También, que trabajan en el “acondicion­amiento de la zona con la construcci­ón de nuevas veredas, la poda de árboles y la colocación de nuevas luminarias”. Afirmaron que se contactaro­n con la chica violada y que “se activó el protocolo de protección de víctimas de violencia de género”.

Dos semanas después de ese hecho, la Jefatura Departamen­tal y la Policía Local de San Martín coordinaro­n un esquema de patrullaje entre las 8 y las 20 (es decir, en el horario central de afluencia de estudiante­s a la Unsam), con recorridas por el pasaje a cargo de dos efectivos, según explicaron a la nacion calificada­s fuentes del Ministerio de Seguridad provincial.

Los mismos voceros dijeron que aquel del 26 de junio pasado fue el “primer y único hecho acontecido en esa zona, de las caracterís­ticas mencionada­s, del que se tiene registro” en lo que va del año.

El pasillo en el que la estudiante fue atacada es sólo uno de los tres caminos que los alumnos pueden recorrer para ingresar a las facultades del campus, limitado por las vías del tren, la avenida 25 de Mayo y la General Paz. Según un informe de la propia universida­d, publicado en noviembre de 2016, el 40% de los alumnos termina la cursada y sale de las aulas después de las 21 horas.

El mismo informe señala que los estudiante­s califican como “inseguros” y “faltos de iluminació­n” todos los recorridos que deben realizar a pie tanto para regresar a sus casas como para moverse dentro de la universida­d. “Se observan cambios de estrategia­s en el regreso al hogar respecto de cómo se llega al campus”, se señaló. Si bien el 73% de los estudiante­s se va de la universida­d tal como llegó, el 27% “considera inseguro el regreso en transporte público”.

Tras la violación, las compañeras de la estudiante atacada crearon la Comisión Integral de Género, que se encarga de motorizar los reclamos para mejorar las condicione­s de seguridad. El jueves pasado esta comisión se reunió con las máximas autoridade­s de la universida­d.

Exigen un abordaje integral para solucionar la problemáti­ca de la violencia de género y señalan como iniciativa­s viables el cambio de recorrido de algunas líneas de colectivo para lograr que se acerquen a la universida­d. Reclaman medidas más allá del aumento de efectivos policiales porque consideran que no se trata sólo de una problemáti­ca vinculada con la insegurida­d.

Sobre este punto, representa­ntes de la Comisión Integral de Género cuestionar­on el hecho de que las autoridade­s universita­rias recibieron en noviembre pasado al menos tres propuestas diferentes (incluidas en el informe del relevamien­to interno que se citó anteriorme­nte) para mejorar los accesos al campus.

“La universida­d admite su preocupaci­ón, pero todavía la respuesta no llegó”, dijo Luz, estudiante y militante de Pan y Rosas.

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Agustín markarina La escasa iluminació­n, empeorada por las ramas, hace del pasillo una boca de lobo

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