LA NACION

Joel Bubbers. “La crisis empeora y uno de cada dos sirios está muerto o desplazado”

El director del British Council para el país árabe dice que la comunidad internacio­nal debe empezar a pensar en el largo plazo

- Texto Ramiro Pellet Lastra

Joel Bubbers, el director del British Council para Siria, tiene dos certezas. La primera es que el conflicto da para largo. Y la segunda, que el verdadero final no va a llegar con la firma de un acuerdo de paz, sino cuando la sociedad civil tome el lugar que ocupan las armas y trabaje de lleno en el acercamien­to entre personas y comunidade­s separadas por años de sangre, de incomprens­ión y de odio.

“Tenemos que pensar en el día después del conflicto”, dijo Bubbers a la nacion durante una visita a Buenos Aires para disertar sobre la crisis de los refugiados sirios. Una crisis que conoce de primera mano y que resume con contundenc­ia: “Uno de cada dos sirios está muerto o desplazado”.

–¿El número de refugiados sigue en aumento o empezó a ceder?

–Está subiendo. A esta altura es la peor crisis humanitari­a desde la Segunda Guerra Mundial. Uno de cada dos sirios está muerto o desplazado [dentro o fuera del país]. Cada vez que se ve una escalada de violencia, como en Aleppo el año pasado, aumenta el número de refugiados. Lo mismo pasa ahora en Raqqa. La gran mayoría de los refugiados sirios en el exterior están en los países vecinos, sobre todo en el Líbano, Jordania, Turquía y el norte de Irak.

–¿Por qué se habla tanto de la crisis de refugiados en Europa y mucho menos de todos los refugiados en la región?

–Porque los medios están en Europa… Es cierto que hay muchos desafíos en Europa, pero tenemos que poner las cosas en perspectiv­a. Alrededor del 88%, es decir nueve de cada diez refugiados, está en países menos desarrolla­dos. Turquía es el país que tiene el mayor número de refugiados del mundo: hay más sirios solo en Estambul que en toda Europa. Y es bueno recordar que Turquía, que ya tiene el tema kurdo en el interior y la guerra siria en la frontera, gastó muchísimo dinero propio en ayudar a los refugiados.

–¿Europa está haciendo lo suficiente?

–La gran pregunta que tenemos que hacernos es cómo vamos a abordar las muchas necesidade­s de los refugiados, sea en el Líbano, en Turquía o en Europa. Tenemos que centrarnos en sus necesidade­s. Todos los países de la región se ven sumamente afectados por el conflicto sirio. El Líbano, por ejemplo. Una de cada cinco personas en el Líbano es un refugiado sirio. Es el equivalent­e a que las poblacione­s de Uruguay y Paraguay se trasladen a la Argentina en el espacio de seis años.

–¿Cuáles facciones hicieron más daño a la población civil?

–Desde el terreno, cuando te tiran bombas no te importa quién te las tira. Te las tiran y punto. La tasa de muerte y destrucció­n, comparada con otras guerras, es mucho peor. En el Líbano murieron 200.000 personas en 15 años de guerra civil, y en Siria van 400.000 en seis años. Todas las facciones tienen su responsabi­lidad, y después de la guerra se verá qué hizo cada una. Pero creo que la pregunta de cara al futuro es quiénes están dispuestos a compromete­rse en los valores que se requerirán, algún día, para una Siria en paz. Quién apoya los derechos de las minorías, por ejemplo. Los derechos de las mujeres, de los jóvenes.

–¿No alcanza con un acuerdo de paz?

–Normalment­e en un conflicto se trata de reunir a todos los tipos armados para que traten de hablar entre ellos. Pero el problema es que si sólo trabajás con ellos y alcanzan un acuerdo, el resto de la población puede decir: “Esperen un segundo, ¿esos tipos nos estuvieron matando y ahora van a decidir qué es lo que va a pasar?” Lo que se está viendo es que la sociedad civil, los que no tienen armas, tienen más que decir al respecto. Y eso es bueno. La única manera en que vamos a tener una paz sostenible es si las voces y las necesidade­s de las mujeres, los jóvenes y las minorías son atendidas, no sólo los intereses de las facciones armadas. Ahí es donde puede ayudar la comunidad internacio­nal.

–¿Cómo deberían ayudar?

–Nuestro trabajo no debe ser intervenir directamen­te, sino apoyar a las organizaci­ones de la sociedad civil siria que trabajan en el terreno. Tenemos que encontrar cuáles son las organizaci­ones que sostienen los valores de inclusión, diversidad, los derechos de las minorías, el compromiso con la no violencia, etcétera. Se les puede dar entrenamie­nto en mediación, capacitaci­ón en negociació­n de conflictos, ese tipo de cosas. Ya hay organizaci­ones que trabajan bien en esos temas, como intervenir entre dos comunidade­s cuando entran en conflicto y evitar que las cosas se vayan de control. Tenemos que pensar a largo plazo, en lo que la gente va a necesitar el día después de la guerra, en que sepan cómo negociar las diferencia­s y lograr entendimie­ntos.

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