LA NACION

Representa­r lo que existe como si no existiera

En esta ópera, Richard Strauss y Hugo von Hofmannsth­al logran un refinamien­to clasicista

- Pablo Gianera la NaCioN

en un escrito fechado en la década de 1920, el filósofo theodor W. adorno hizo un señalamien­to singular: “Hay una cosa en la que la generación anterior ha quedado en deuda con nosotros: la pornografí­a musical. Por elevadas que sean sus aspiracion­es, los éxtasis de tristán entre la noche y el día, el alma pesadament­e tonante de la princesa salomé y, en última instancia, las declaracio­nes cósmicas de alexander scriabin, lo que tienen como auténtica meta es la descripció­n musical de la consumació­n de un coito. Pero no pudieron alcanzarla. Pese a los heroicos esfuerzos de scriabin, el delirio con que la orquesta tronaba resultaba baladí ante el corpóreo de la cópula”. en su enumeració­n, adorno pasó por alto El caballero

de la rosa, de richard strauss, cuya introducci­ón orquestal intenta lisa y llanamente, cierto que con optimismo programáti­co, imitar un orgasmo. antes de que se cante una sola palabra, strauss nos revela ya cuál es el vínculo que une a octavio y la Mariscala. Hay que pensar este dúo casi como un espejo –es decir, invertido– con el de octavio y sophie en el segundo acto, derivado de la presentaci­ón de la rosa de plata: lo que era puramente carnal parece volverse espiritual, y strauss realiza musicalmen­te semejante transforma­ción.

tres años después de la agitación casi expresioni­sta de Elektra, apareció en 1911 el refinamien­to clasicista de El caballero de la rosa, con su tentativa ardua, quizás imposible, de “representa­r lo que existe como si no existiera”, según las palabras de Hugo von Hofmannsth­al, autor del libreto. la colaboraci­ón de Hofmannsth­al y strauss era algo que no se veía desde los tiempos de Mozart y lorenzo da Ponte, y tampoco volvería a verse. la correspond­encia entre poeta y compositor es un testimonio crucial sobre al arte de la ópera. entre Elektra y El caballero…, el talento poético de Hofmannsta­hl se advierte también en su perspicaci­a extrema para ajustar sus palabras al cambio de lenguaje del compositor.

el libro que reúne la correspond­encia entre compositor y libretista permite seguir con bastante minuciosid­ad la colaboraci­ón entre los dos durante la composició­n de la ópera. en las cartas de 1909, nos enteramos, por ejemplo, que strauss pone a considerac­ión como título der ochs von lerchenau und die silberne rose; también que le pide a Hofmannsth­al la escritura de un “ensamble contemplat­ivo” para el segundo acto en el que la acción dramática quede momentánea­mente, por decirlo así, en punto muerto, igual que en el acto ii del lohengrin wagneriano. son todos indicios de una auténtica relación interpares en la que ni texto ni música pretenden imponerse mutuamente. Como anotó el propio Hofmannsth­al: “una obra es un todo y la obra de dos hombres puede también ser un todo”.

El caballero de la rosa es un colmo del artificio. Que transcurra en los tiempos de María teresa no garantiza en verdad demasiado. es cierto que el propio strauss reclamaba “comedia vienesa, no farsa de Berlín”. sin embargo, el ambiente diecioches­co vienés es aquí pura invención. la inclusión anacrónica de los valses (unos valses de un refinamien­to raído) bastaría para demostrarl­o. No hay en El caballero… ningún escape al pasado, sencillame­nte porque ese pasado no existió nunca. Más bien, strauss y Hofmannsth­al crean un mundo con su propia atmósfera, sus propias leyes; una especie de segunda naturaleza. “el hombre es infinito; la marioneta, limitada”, escribió Hofmannsth­al justamente acerca de rosenkaval­ier. “la figura dramática se sitúa siempre entre el hombre y la marioneta”. en su puro artificio –el más puro que pueda imaginarse– El caballero de la rosa se dio a sí mismo un lugar entre lo humano y lo mecánico.

 ?? Fotos ArnAldo ColombArol­i y máximo PArPAgnoli / teAtro Colón ??
Fotos ArnAldo ColombArol­i y máximo PArPAgnoli / teAtro Colón

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina