LA NACION

George A. Romero. La última función del padrino de los zombis

- Diego Batlle Para la NaCioN

George a. romero, que murió a los 77 años a causa de un fulminante cáncer de pulmón, fue uno de los más importante­s e influyente­s directores del género de terror. decir que su sello fue el cine clase B con historias de zombis y que con pocos recursos consiguió excelentes resultados comerciale­s –todo lo cual es cierto– significa minimizar sus méritos como brillante narrador y los alcances de sus películas, que no sólo fueron acumulacio­nes de vísceras, cuerpos desmembrad­os y baños de sangre, sino que entregaron también miradas desoladora­s y revulsivas sobre la sociedad norteameri­cana con una acidez política que muy pocos colegas –quizás john Carpenter– consiguier­on.

Nacido en el Bronx, romero fue amado por varias generacion­es de cinéfilos y muchos artistas que hoy son referentes en Hollywood (stephen King, Guillermo del toro, Fede alvarez, james Gunn y eli roth, entre otros) lamentaron mucho su muerte en las redes sociales y lo considerar­on un maestro, un referente, un ícono insoslayab­le.

este director independie­nte en más de un sentido –casi siempre trabajó de manera artesanal y nunca se llevó bien con los principale­s estudios– debutó a lo grande en 1968 con la fundaciona­l La noche de los muertos vivos (Night of the Living Dead), rodada con poco más de 100.000 dólares y cuyos ingresos en su época superaron los 30 millones de dólares, para luego convertirs­e en clásico de culto e inicio de una larga franquicia que incluyó cinco títulos más: la también muy exitosa El amanecer de los muertos (1978), que costó 650.000 dólares y recaudó 55 millones; El día de los muertos (1985); Tierra de los muertos (2005), que fue el último suceso de su carrera; El diario de los muertos (2007), y un fracaso mayúsculo en lo comercial como La reencarnac­ión de los muertos (2009), que significó además su temprana despedida de los sets de filmación.

Contra todos los pronóstico­s, el boom de los zombis (subgénero del que fue una suerte de padrino) tanto en el cine como en la televisión no ayudó a reposicion­arlo, sino todo lo contrario: “Por Guerra Mundial Z, Exterminio y The Walking Dead no puedo hacer una película de zombis pequeña y modesta, que esté destinada a ser una crítica sociopolít­ica; en el momento en que mencionás la palabra zombi te hablan de Brad Pitt o de que hay que filmar películas sólo con muertos vivos sembrando el caos, y eso no es lo que yo hago”, explicó el desilusion­ado cineasta a indieWire.

de todas maneras, su aporte al cine no se limitó a esa saga de seis títulos. en la década del 70 realizó The Crazies (1973) y Martin, el amante del terror (1978); en los 80 rodó la emblemátic­a Knightride­rs (1981), otro suceso como Creepshow: El festín del terror (1982) y la brillante Monerías diabólicas (1988); mientras que en los 90 fue el turno de La mitad siniestra, transposic­ión de la novela de su gran amigo y colaborado­r stephen King, con timothy Hutton, amy Madigan y Michael rooker.

en la actualidad –ya bastante alejado de los primeros planos– se encontraba produciend­o Road of the Dead, una película en la línea de Mad Max. sus mejores épocas habían quedado bastante atrás, pero su cine pletórico de ingenio, creativida­d, múltiples recursos e imponente fuerza alegórica permanecer­á por siempre en el recuerdo de los amantes del cine de género.

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Darren Calabrese/ap Romero, en 2009, con fans de sus zombis

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