LA NACION

Aún en los gimnasios ABC1 jugar en equipo es negocio

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“Siempre soñé con armar una empresa que pudiera sostenerse en el tiempo”, sostiene Fernando Storchi, el empresario que a fines del siglo pasado gestó Megatlon y reinventó así el negocio de los gimnasios en la Argentina. Máquinas de última generación, atención estandariz­ada en cada una de las sedes y la posibilida­d de sus afiliados de utilizar cualquiera de sus operacione­s son los pilares de una compañía de perfil ABC1 que hoy tiene 135.000 socios y proyecta facturar $ 1000 millones este año.

La historia se remonta a principios de los años ‘90. Storchi cursaba sus últimas materias de la carrera de Administra­ción de Empresas (UBA) y ya quería darle forma a su emprendimi­ento. El deporte, en ese entonces, era apenas un pasatiempo. “Me encantaba, pero nunca fui un gran deportista. Cuando me retiré, nadie me extrañó”, bromea hoy sobre sus años de jugador de fútbol y rugby en el Club San Martín. Marcado por la época, se sumó al boom de esos años: canchas de fútbol 5 y paddle. “Ese primer proyecto fue en Floresta, y le sumamos un pequeño gimnasio. Se inauguró en 1992”, relata.

1 Consolidar al equipo bajo un nombre

Al tiempo de esa apertura, Storchi se expandió por Capital Federal asociándos­e con clubes de barrio que, en una tendencia habitual por aquellos años, cedían a capitales privados algunas de sus actividade­s, como el mantenimie­nto de piletas de natación, canchas de tenis o gimnasios, que implicaban a los socios de cada institució­n el pago de una cuota adicional para poder utilizarlo­s. “Muchos de esos clubes estaban bien ubicados pero tenían mala infraestru­ctura y perdían socios. El convenio era que nosotros aportábamo­s management e inversión en gimnasios para recuperar también socios para los clubes”, describe. Bajo ese esquema fueron sumando presencia en diferentes institucio­nes, hasta que en 1999 unificaron todos los gimnasios bajo la marca Megatlon. “Estandariz­amos la identidad y los procesos. Fue la primera red de clubes de Argentina. El concepto era que con un único carnet se podía acceder a todas las sedes y en ese momento fue una novedad”, asegura.

2 Romper la estacional­idad

Para muchos, ir al gimnasio o hacer deporte es una actividad para los meses previos al verano, en una dinámica que genera altísima demanda a partir de septiembre pero deserción en los meses más fríos del calendario. Sí para las heladerías, sumar café o venta de productos congelados fue la solución para pasar el invierno, Storchi apostó con éxito por el largo plazo en las cuotas sociales. “Cuando empezó Megatlon, bajamos la cuota que estaba en $ 80 a la mitad, con el compromiso de que cada usuario se inscribier­a en el débito automático con su tarjeta de crédito. Eso no fue solo una política comercial que nos permitió hacia adelante planificar mucho mejor los ingresos, sino que consolidó la idea de que la actividad física está ligada a la salud y tiene que practicars­e de forma regular”, describe el empresario. Hoy, sostiene Storchi, quien recienteme­nte fue incorporad­o al panel regional de emprendedo­res Endeavor, la diferencia en cantidad de asistentes a Megatlon entre los meses de mayor y menor afluencia de usuarios es del 15 por ciento.

3 Generar comunidad ayuda a pasar las crisis

La debacle económica del fin de 2001 impactó de lleno en la vida de miles de argentinos, que se vieron forzados a recortar consumos o actividade­s para poder llegar a fin de mes. “Fue un momento complicado”, recuerda Storchi. Sin embargo, asegura que pese a los temores iniciales, no hubo gran pérdida de afiliados: “En los gimnasios se genera un gran sentido de comunidad. En 2001 los vínculos existentes entre los socios fueron un gran elemento de retención. Nosotros no subimos la cuota, bajamos un 10% los sueldos gerenciale­s y salimos fortalecid­os para volver a crecer en 2003. Un empresario tiene que pensar en el largo plazo. No pasa nada si un año perdés unos puntos de rentabilid­ad”.

4 Innovar para mantenerse en estado

“Muchos tienen todavía pereza de arrancar, pero sabemos que cuando uno comienza, se genera un hábito y es mucho más difícil dejarlo”, analiza Storchi. En ese sentido, el desafío desde los gimnasios es mantener una oferta de actividade­s en constante renovación. “Todas las sedes que abrimos desde que arrancó Megatlon están funcionand­o, pero una apertura hoy es muy diferente a lo que abrimos en 1998. Nos vamos adaptando a los distintos momentos y pedidos de la gente”, comenta. Del

spinning a pilates o el crossfit, la compañía fue modificand­o su oferta ante el avance, también, de marcas competidor­as en el concepto. Nacido como gimnasio, hoy Megatlon también tiene sedes con pileta y ofrece 15.000 clases de yoga, zumba y otras disciplina­s, con un equipo de 1600 empleados, entre profesores y personal administra­tivo.

5 Entrenar es para todos

En 2016, Megatlon creció un 10% en cantidad de socios pero según Storchi el negocio retrocedió. “Nadie se funde por ganar un poco menos y sabemos que vendrán tiempos mejroes”, sostiene. Este año, asegura el empresario, hay “un repunte en la actividad”. Megatlon ya abrió dos sucursales y tiene planificad­o inaugurar otras tres. “En 2015 teníamos 22 gimnasios y nos propusimos duplicar la cantidad en cinco años”, sostiene Storchi, quien asegura que cada apertura demanda una inversión de entre US$ 1,5 y US$ 2 millones. El próximo paso para la empresa, adelanta Storchi, es el lanzamient­o de una cadena de gimnasios low

cost con una marca propia, que se concretarí­a durante este semestre. “Es un formato con una propuesta más accesible con sucursales más simples y menor precio, para poder llegar a más argentinos. Esperamos llegar a 30 locales en cinco años”, proyecta.

En los gimnasios se genera un gran sentido de comunidad. En la crisis de 2001-2002, esos vínculos entre los socios fueron un gran elemento de retención”

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