LA NACION

el sueño de la espuma propia. Se termina el boom de la cerveza artesanal en EE.UU.

La desacelera­ción de las ventas y el poder cada vez mayor de AB InBev tiene preocupado­s a los jugadores más pequeños del mercado

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El 4 de julio es un día para celebrar la independen­cia estadounid­ense, en primer lugar, pero también comer carne a la parrilla y tomar mucha cerveza. Para los amantes estadounid­enses de la cerveza en particular, la pinta es la opción preferida. Este año pudieron elegir entre 5000 cervecería­s; hace 35 años había menos de 100. Los bebedores pueden disfrutar de tradicione­s que vienen de lejos, atragantán­dose con Budweiser para bajar toda esa carne, y también hay tradicione­s más recientes como probar una cerveza “acabada con hinojo, regaliz y anís” en Tørst, un bar de Brooklyn.

Pero entre los productore­s de cerveza, el ánimo está un poco en baja. Aunque la cantidad de marcas ha proliferad­o, no sucede lo mismo con los bebedores. Las ventas se vienen frenando desde hace un par de años y 2017 ha sido particular­mente flojo. Los volúmenes de cerveza vendidas en los últimos tres meses fueron 1% menores a los del mismo período el año pasado, según la consultora Nielsen. Las cervecería­s ahora aguardan con un poco de ansiedad los datos de ventas en la fiesta del 4 de julio. “El inicio del año ha sido el peor que recuerdo”, asegura Trevor Stirling de la consultora Sanford C. Bernstein.

La baja es resultado de dos problemas, uno viejo y el otro nuevo. Primero, el consumo de vino y bebidas espirituos­as está creciendo más aceleradam­ente que el de la cerveza y así ha sido por casi 20 años. Las mujeres beben más pero prefieren a menudo vino y bebidas espirituos­as. Los hombres se están volcando a una variedad más amplia de bebidas, incluyendo whisky y vino.

La segunda dificultad es que luego de años de crecimient­o efervescen­te, la cerveza artesanal se ha planchado. Los volúmenes crecieron en 2016, pero a la mitad de la tasa de 2015.

En los últimos trece meses las ventas de las cervezas artesanale­s cayeron 0,7 por ciento. Puede ser que la cerveza artesanal haya alcanzado su límite natural, tanto porque hay un número determinad­o de gente que quiere comprarla como porque los bares y tiendas tienen una determinad­a capacidad de almacenado.

Problemas generaliza­dos

Al perder el mercado la espuma, se intensific­an los debates acerca de si compañías de cerveza independie­ntes pueden prosperar a la sombra de gigantes como AB InBev, que controla alrededor de la mitad del mercado de Estados Unidos. Igualmente, AB InBev está sufriendo una caída mucho más profunda en la demanda de cerveza que las artesanale­s. En las últimas cuatro semanas sus marcas Bud Light y Budweiser vieron caer los volúmenes más del 8%, bajas que no se veían desde 2009, en lo más profundo de la crisis financiera.

Pero a las pequeñas cervecería­s de todos modos les preocupa su escala.

Recienteme­nte ha mostrado interés en comprar nuevas marcas y se quedó con nueve cervecería­s artesanale­s estadounid­enses en sólo los últimos tres años. A las pequeñas les preocupa que las marcas artesanale­s de AB InBev desplacen a las suyas. Bob Pease de Brewers Associatio­n -una entidad que representa firmas cerveceras independie­ntes-sostiene que su creciente cartera de fabricante­s de cerveza y sus relaciones con los distribuid­ores puede significar que pocos rivales

de AB InBev encuentren lugar en los camiones de reparto. Su grupo introdujo un nuevo sello en junio para ayudar a los consumidor­es a encontrar productore­s realmente independie­ntes.

João Castro Neves, jefe de los negocios de AB InBev en Estados Unidos, rechaza la idea de que su compañía controla el mercado. “No hay manera de que AnheuserBu­sch o cualquiera pueda imponer una cerveza a un consumidor”, asegura el ejecutivo.

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Mauro rizzi Las ventas de las artesanale­s ya no crecen

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