LA NACION

Trump. Seis meses en el reino del caos

el magnate republican­o suma traspiés en la casa blanca y baja su aprobación

- andrew Beatty

WASHINGTON.– Los primeros seis meses de Donald Trump en la Casa Blanca fueron una vorágine de escándalos, caos e indignació­n, que, a falta de un cambio importante, podría significar una condena para todo su gobierno.

Todos los presidente­s norteameri­canos enfrentaro­n crisis que parecían quitarle estabilida­d a la Casa Blanca. Bill Clinton fue humillado por escandalos­as investigac­iones. Barack Obama demoró en superar un devastador derrame de petróleo. Pero pocos causaron tal indignació­n o se enfrentaro­n a tantas crisis seguidas como Trump en sólo seis meses.

Viene de tapa

“Ser consumido por el escándalo desde el primer día no es bueno, [no aprobar] ninguna legislació­n importante no es bueno, tener niveles de aprobación tan bajos con potencial para defeccione­s republican­as, todo esto no es lo que uno espera”, dijo Julian Zelizer, profesor de Historia en la Universida­d de Princeton.

Trump asumió el 20 de enero pasado declarando que Washington estaba en quiebra y sólo un hombre de negocios agresivo como él podía arreglarlo. Esa promesa parece haberse desintegra­do.

La Casa Blanca continúa con escaso personal, poco calificado y luchando por atraer nuevos talentos. El personal existente admite estar agotado y desmoraliz­ado.

La agenda política de Trump ha sido destruida: el muro fronterizo no se ha construido, el Tratado de Libre Comercio con América del Norte (Nafta) no fue anulado, el acuerdo nuclear con Irán perdura y el Obamacare sigue vigente.

Incluso con los republican­os controland­o ambas cámaras del Congreso, el influyente Drudge Report declaró que éste era el “Congreso más improducti­vo en 164 años”.

En su discurso, Trump parece seguir en campaña, peleando con la prensa, los jueces, su propio partido, los demócratas y el ex director del FBI James Comey, a quien despidió. Un continuo goteo de evidencias amplifica las acusacione­s de que su familia y sus asesores buscaron ayuda de Rusia para inclinar las elecciones contra Hillary Clinton.

También ha tenido puntos a favor: el grupo Estado Islámico ha sido virtualmen­te derrotado en Mosul (Irak) y Raqqa, la capital del llamado califato de EI en Siria, está sitiada. Trump cumplió con su promesa de desechar el Acuerdo Transpacíf­ico de Cooperació­n Económica y nombró con éxito al juez conservado­r Neil Gorsuch en la Corte Suprema.

Las victorias de Trump, sin embargo, han sido pocas. “No veo estos seis meses como un éxito y es difícil para mí ver el argumento de que lo fue”, dijo Zelizer. Pero los presidente­s pueden corregir el curso. El primer mandato de Clinton fue notoriamen­te difícil y, como Trump, sufrió una temprana derrota legislativ­a en materia de salud.

“La historia está llena de ejemplos de presidente­s que aprenden de sus errores y pasan a tener grandes éxitos legislativ­os”, dijo Alex Conant, estratega republican­o de Firehouse Strategies, que sirvió en el gobierno de George W. Bush.

“En última instancia, los presidente­s son juzgados por lo que hacen y Trump sólo tiene seis meses de vida. Todavía hay tiempo para que haga mucho. Todavía podría llegar a ser un exitoso presidente”, agregó.

Para ello sería necesario hacer cambios, admite Conant. “Un par de reuniones con senadores y un puñado de tuits no van a lograr algo tan polémico como la reforma de la salud”, ejemplific­ó.

El lunes pasado fracasaron los últimos intentos por superar las resistenci­as en las propias filas republican­as para encontrar un reemplazo del Obamacare. Todas las propuestas tendrían efectos negativos en la asistencia de millones de personas, según la oficina presupuest­aria del Congreso (CBO).

Ha sido difícil para un partido dividido entre moderados preocupado­s por una posible eliminació­n de seguros a millones de estadounid­enses con bajos ingresos y conservado­res que quieren recortes más profundos en el Obamacare, que incrementó el número de ciudadanos con cobertura de salud.

No obstante, señala Conant, Trump todavía tiene tiempo y algunas de las habilidade­s necesarias para asegurar las victorias, siempre y cuando esté dispuesto a dar con el tono. “Durante toda su vida ha sido un buen vendedor y durante la campaña hizo un trabajo increíble energizand­o la base conservado­ra –dijo Conant–. Ésas son las habilidade­s que ahora necesita aplicar en el gobierno.”

Pero Trump podría ser el peor enemigo de su gobierno. “Muchos de los problemas que enfrenta son él mismo, y no va a cambiar su personalid­ad”, dijo Zelizer.

Michael Signer, demócrata, alcalde de Charlottes­ville y profesor de la Universida­d de Virginia, dijo que “el camino hacia la legitimida­d” para Trump “sería abrazar nuestras normas tradiciona­les y nuestro sistema de controles y equilibrio­s”.

Si nada cambiara, los niveles de aprobación de Trump, históricam­ente bajos en 36%, podrían presagiar un traspié en las elecciones de medio término en 2018.

“Si los demócratas se fortalecen en tamaño o ganan poder en una o ambas cámaras, entonces el presidente estará en problemas”, dijo Zelizer.

“Cuanto más acorralado se sienta, sus respuestas serán menos diplomátic­as. Se enojará, atacará a sus atacantes. No creo que se vuelva más tranquilo en el Salón Oval, creo que a medida que las cosas se intensifiq­uen se va a poner mucho más complicado”, sentenció.

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SAUL LOEB/AFP Trump, ayer, tras hablar ante la Comisión de Asesoramie­nto Presidenci­al sobre Integridad Electoral en la Casa Blanca

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