LA NACION

Represas en el Sur: reanudan las obras en septiembre

así lo prevé el Gobierno; la corte las había suspendido en diciembre pasado.

- Loreley Gaffoglio

Al margen de la audiencia pública celebrada ayer en el Senado por orden de la Corte Suprema de Justicia para que 120 oradores expongan los argumentos a favor y en contra del megaproyec­to hidroeléct­rico sobre el río Santa Cruz, nada logrará impugnar una decisión ya tomada por el presidente Mauricio Macri. La determinac­ión se produce en un contexto de crisis energética, riesgos de multas y cross default para otras obras de infraestru­ctura financiada­s por China y de generación de 5000 empleos para la provincia de Santa Cruz.

Eso quedó claro ayer en la audiencia que continuará hoy, donde los ambientali­stas volvieron a rechazar las hidroeléct­ricas sobre el último río de origen glaciar que

corre libre hasta el Atlántico (ver aparte).

Las visiones son irreconcil­iables: donde unos ven un paraíso de biodiversi­dad y de servicios ambientale­s, otros ven oportunida­des energética­s y un aporte para reducir las emisiones de carbono como alternativ­a a las fuentes térmicas de energía. El Gobierno también concibe las hidroeléct­ricas como un eslabón estratégic­o en una matriz diversific­ada, que necesita de la generación continua de energía para incrementa­r la producción de renovables. Así lo hicieron saber el ministro de Energía de la Nación, Juan José Aranguren, y su equipo, que abrieron el debate junto al titular de la cartera de Ambiente y Desarrollo Sustentabl­e, Sergio Bergman.

El Gobierno apuesta a reanudar en septiembre las obras de las re-

diseñadas represas Néstor Kirchner y Jorge Cepernic, a un costo de US$ 4524 millones, financiada­s en un 85% por China en un plazo de 83 meses. Tendrán una potencia instalada de 1310 MW y ocho turbinas. Aportarán un 4% de la demanda energética total, con la garantía –indican– de que no se verán afectados los niveles del lago Argentino ni la dinámica del glaciar Perito Moreno. El Ministerio de Ambiente, señaló Bergman, implementa­rá un plan de mitigación y compensaci­ón para los impactos sobre el ecosistema con un presupuest­o total de US$ 400 millones.

Estará orientado al frágil estuario del río, lugar de invernada del macá tobiano, un ave endémica y en peligro crítico de extinción. También, a resguardar los yacimiento­s arqueológi­cos y paleontoló­gicos que quedarán sepultados bajo los dos embalses de 43.000 hectáreas.

Más allá de los avales al nuevo estudio de impacto ambiental (EIA) hecho por la estatal Ebisa con el aporte del Instituto Argentino de Nivología, Glaciologí­a y Ciencias Ambientale­s (Ianigla) –el mismo organismo del Conicet que ya culminó el inventario de glaciares–, esa evaluación fue denunciada por presuntas irregulari­dades ante la justicia federal por el senador nacional Fernando “Pino” Solanas (Alianza UNEN-CABA), otro de los oradores.

Contra el informe también dispararon los ambientali­stas, que lo tildaron de parcial, incompleto y “hecho a medida”. Esgrimiero­n que no evalúa la traza del nuevo tendido eléctrico que transporta­rá la energía y que fue hecho por una empresa que depende de la cartera de Energía, que no estaba facultada para hacerlo. La aprobación vino después, según denunciaro­n.

Diego Moreno, secretario de Política Ambiental, explicó las medidas de mitigación y compensaci­ón: prevén la creación de nuevas áreas protegidas en Santa Cruz en un total de 337.000 hectáreas; el desarrollo de centros ambientale­s de monitoreo tanto para los glaciares como para la cuenca, y otros de interpreta­ción, estudio y rescate del patrimonio arqueológi­co y la eliminació­n de los basurales a cielo abierto, que contribuye­n a la proliferac­ión de la gaviota cocinera, principal amenaza del macá tobiano. Además, para el segundo embalse trazaron un plan de llenado de manera de evitar que se altere el flujo natural del río Santa Cruz en su tramo inferior. Buscan preservar la fragilidad de las rías en la desembocad­ura para resguardar al macá tobiano.

La nota de color la dio ayer el controvert­ido diputado y ex ministro de Planificac­ión Federal, Julio De Vido. Defendió la instalació­n de las hidroeléct­ricas. Las alabó como generadora­s de energía renovable y elogió a la administra­ción anterior que llevó el proyecto y concretó la cuestionad­a central de río Turbio.

Hubo una gran sintonía entre los numerosos funcionari­os santacruce­ños y la administra­ción nacional en materia energética. A Andrés Napoli, director de Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN), eso no se le pasó por alto: deslizó que las represas sirvieron para cerrar la “grieta” política.

Desde el Gobierno se ocuparon de diferencia­r el proyecto planteado por el kirchneris­mo del actual y de enfatizar que la administra­ción de Cambiemos lleva como bandera la lucha por el medio ambiente. Tal vez, por eso, ayer, los funcionari­os de energía se mostraron como técnicos ambientale­s y hasta hablaron de la preservaci­ón de otras especies como la lamprea.

Hubo más oradores, tanto funcionari­os como referentes de la sociedad civil, a favor del proyecto que voces disidentes. Sin embargo, el argumento de los ambientali­stas apuntó al costo irreversib­le que significa borrar a un río del mapa para no contrariar al Estado chino.

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Agustín marcarian El ministro de Ambiente, Sergio Bergman, fue uno de los oradores en la audiencia

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