LA NACION

Maternidad precoz

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Los datos cuantitati­vos diseñan objetivame­nte el perfil de las realidades humanas y sociales. Eso ocurre con la informació­n estadístic­a del número de embarazos que anualmente se registra en el país, en el que, sobre un total de 770.040 nacimiento­s en 2015, hubo 108.912 hijos de menores de 19 años y 2787 niñasmadre­s, de entre 10 y 15 años. Esta división de los datos, según las edades maternales, lamentable­mente vincula a las más jóvenes (alrededor de un 15%) –casi niñas y algunas que lo eran– con episodios de violencia y abuso sexual.

El porcentaje indicado es, sin duda, inquietant­e y la preocupaci­ón se acentúa cuando tomamos conocimien­to de que dicha cifra se mantiene constante desde hace más de una década, aunque en algunas provincias, como Misiones, Formosa y Chaco, el problema es más serio, pues las madres menores de 15 años representa­n el 25% del total anual.

La maternidad precoz lleva a otro tipo de limitacion­es que han de influir en el futuro de las chicas, como ocurre con el abandono de la escuela primaria, en cuya deserción incurre una de cada cuatro madres menores de 15 años. Pero lo más grave fue señalado por un informe reciente de Unicef Argentina: “Cuanto menor es la edad de la madre –se sostiene en ese estudio–, más probable es la existencia de abuso sexual y mayores los riesgos de salud asociados para ellas y sus hijos”.

Florence Bauer, representa­nte de Unicef en nuestro país, calificó los porcentaje­s citados de “altísimos”.

Según relatan, cuando se les habla de planificar la concepción, el 60% de las chicas y el 70% de los varones no aceptan gratuitame­nte el empleo de ningún método anticoncep­tivo. El mismo organismo internacio­nal informa acerca de los derechos de los adolescent­es y jóvenes, entre los 10 y 18 años –que suman en el país un total de 5.617.003–, a través de una publicació­n titulada “Posicionam­iento sobre la adolescenc­ia: para cada adolescent­e, una oportunida­d”. En ella se revisan los derechos de los jóvenes y se trata, también, su necesaria protección contra las formas de violencia y la imposición del trabajo desde la infancia.

Nina Zamberlin, de la Federación Internacio­nal de Planificac­ión Familiar, recuerda el número de madres niñas antes citado, y compara su efecto con el de una luz roja que permanece encendida igualmente desde hace años, porque no se atiende debidament­e un problema tan serio. Varios especialis­tas subrayan, asimismo, que dada la disminució­n de la edad del inicio sexual, se requiere que comience también tempraname­nte el cuidado sobre el embarazo y las infeccione­s de ese origen.

En consecuenc­ia, se percibe por una parte la gravedad del problema que afecta a las niñas en su desarrollo y a las jóvenes adolescent­es. Se advierte la necesidad de que reciban adecuada educación sexual, impartida con conocimien­to profesiona­l y el necesario respeto que merecen.

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