La avanzada china llegó a la cultura pop
Hace más de 50 años, el escritor Philip K. Dick describía en El hombre en el castillo un mundo en el que Alemania terminaba venciendo a los Aliados en la Segunda Guerra Mundial, Europa estaba dominada por los nazis y en Estados Unidos había un gobierno títere de Japón. En la novela, la sociedad norteamericana estaba completamente orientalizada y ante cualquier duda, un vecino de Los Angeles o San Francisco recurría al I Ching en busca de una respuesta. Medio siglo después, esa ucronía imaginada por el autor que inspiró a Blade Runner finalmente está llegando, aunque el papel de potencia que pone en jaque el liderazgo económico, militar y cultural de los Estados Unidos hoy no lo ocupa Japón, sino China.
La avanzada china es especialmente sensible en el terreno de las marcas. En menos de veinte años, las corporaciones con base en Pekín o Shanghai dejaron sepultada la idea de que el país es una megafábrica de productos baratos y de calidad dudosa, y cada vez son más las marcas made in China que cruzan las fronteras y se animan a jugarles de igual a igual a las multinacionales de origen norteamericano o europeo. Esto explica que Huawei esté terciando en cada vez más mercados en la pelea entre iPhone y Samsung, que la marca de deportes Peak le “robe” a Adidas y Nike algunas estrellas de la NBA como Tony Parker o Dwight Howard, o que las compañías chinas que están detrás de los equipos de fútbol de ese país desembolsen 40 millones de dólares para convencer a Carlos Tevez de abandonar Boca.
La Argentina no es una excepción en esta avanzada. Muy lejos quedó el tiempo en que la presencia china en el mercado local se limitaba al autoservicio de la esquina especializado en vinos baratos. Las marcas chinas se volvieron una presencia cotidiana para los argentinos, desde las vidrieras copadas por televisores de marcas chinas en las casas de electrodomésticos hasta las camisetas de Boca o Rivera patrocinadas por una empresa de celulares, pasando por la competencia cada vez más fuerte que le representa Alibaba a Amazon entre los argentinos a la caza de ofertas online.
Frente a esa avanzada oriental, la asignatura pendiente sigue pasando por lo cultural. A China le resulta casi imposible asomarse a la pelea por la hegemonía cultural del imperio norteamericano y un arsenal que incluye los tanques de Hollywood, las estrellas de rock, los escritores de best sellers y las series de Netflix y HBO.
Este monopolio sobre la cultura pop que ejerce Estados Unidos, sin embargo, podría empezar a correr peligro, y una de las primeras señales es la novela El problema de los tres cuerpos, del escritor Cixin Liu, que de la mano de lectores entusiastas como Barack Obama y Mark Zuckerberg también se convirtió en un best seller en Estados Unidos. El libro cuenta –al menos en su primer tomo– los preparativos ante una invasión extraterrestre de una civilización –los Trisolarianos– que se encuentra a punto de desaparecer y que ya partió hacia nuestro planeta, pero que tardará 400 años en cruzar la galaxia, lo que despierta un dilema: ¿vale la pena preocuparse por algo que no verán nuestros nietos ni sus hijos? En la novela hay personajes para todos los gustos: héroes y villanos, valientes y traidores, pero casi todos comparten una cosa: el origen chino, dejando en claro que los norteamericanos ya perdieron el monopolio al menos en el terreno de la ciencia ficción.