Finocchiaro. “Hay que formar menos abogados y más ingenieros”
El flamante ministro de Educación de la Nación dio lineamientos sobre su gestión
Obtuvo su maestría en Educación por la Universidad de San Andrés con una tesis sobre la autonomía universitaria. Por aquel trabajo, el nuevo ministro de Educación nacional, Alejandro Finocchiaro, mereció un diez.
El mundo universitario le resulta cercano. Y se le nota cuando lo analiza. Fluye cuando expone la realidad del sistema universitario y su rol estratégico. “Hay que formar menos abogados y contadores y más ingenieros y enfermeros”, afirma. Y señala: “El kirchnerismo degradó las instituciones de este país y la universidad fue parte de ese proceso”.
La formación docente y los planes, algunos truncos, de la política educativa de Cambiemos. De eso también habló con
Viene de tapa A Finocchiaro, que asumió como ministro el lunes pasado en reemplazo de Esteban Bullrich, le gusta pensar la educación como una sucesión de edificios que recorre un individuo. El último es el universitario. Los docentes de la Argentina no llegan generalmente a ese edificio, pero el ministro los recorrió a todos: Finocchiaro es abogado por la Universidad de Buenos Aires (UBA) y doctor en Historia por la Universidad del Salvador. También es profesor adjunto de la UBA y titular de la Universidad Nacional de La Matanza, donde fue decano de Derecho. –La autonomía y la autarquía universitaria tuvieron efectos colaterales durante el kirchnerismo. Me refiero a los hechos de corrupción que involucraron a las universidades. ¿Es una consecuencia estructural de la autonomía universitaria? –Todo lo contrario. Esto pasó básicamente durante el kirchenrismo. Cuando hubo rispideces con la universidad en el gobierno de [Carlos] Menem, tuvo que ceder y fue merced a la autonomía. Cuando el gobierno del presidente [Fernando] De la Rúa intentó recortar en un 5% el presupuesto universitario, le costó la renuncia al ministro de Economía y fue merced a la autonomía. Tenemos que ir a un proceso para que las universidades vuelvan a recuperar su calidad institucional. La autonomía tiene que estar enmarcada dentro de gobiernos saludaTexto blemente democráticos. –El arancelamiento universitario es un tema tabú en la Argentina, pero, de hecho, una medida de gratuidad generalizada es regresiva en términos sociales, como el IVA. ¿Hay alguna idea de establecer un financiamiento de ese tipo? –El tema del arancel y del ingreso irrestricto o no, son discusiones de más de 50 años y que no son conducentes. La gratuidad en un punto es regresiva, pero arancelar también lo es. Tenemos que enfocarnos en que el sueño de ir a la universidad sea para todos los argentinos, estableciendo un sistema de becas que induzca a los chicos a estudiar carreras en áreas de conocimiento vacante, que son las que necesita el sistema productivo argentino. –¿Cuáles son las grandes líneas pedagógicas con las que se está avanzando en los otros niveles educativos? –Por ejemplo, a través del Instituto Nacional de Formación Docente (Infod), la formación inicial. –El Infod está a cargo de dos especialistas destacadas, Cecilia Veleda y Florencia Mezzadra. ¿Van a seguir en su gestión? –Sí, van a continuar. Están haciendo un trabajo magnífico. –¿Qué trabajo están haciendo puntualmente? –En la estructuración de una nueva manera de formar inicialmente a los docentes con los institutos de formación docente de todo el país. Lo mismo con la capacitación. A través del sitio educ.ar estamos incorporando tecnología tanto en la formación como en la capacitación. Ahora tenemos chicos que tienen capacidades de generar conocimientos. El docente debe planificar, facilitar, colaborar para que estos chicos puedan producir conocimiento del mismo modo en que se produce y se trabaja ahora, en forma interdisciplinar, colaborativa. –Veleda y Mezzadra son autoras de un trabajo de investigación para Cippec de 2014 sobre la formación docente en la Argentina. Unos de los datos preocupantes que muestran es la dispersión de la formación en casi 1500 institutos y la dificultad para generar una calidad docente alta y uniforme. ¿Van a cerrar institutos o darles un nuevo sentido? –Me quedo con la frase: “Darles un nuevo sentido”. No se van a cerrar institutos. Tenemos que ver cómo se está formando, qué es lo que necesita curricularmente un profesor de matemática para formarse. Estamos viendo con cada provincia qué carreras necesitamos. Cecilia [Veleda] ha trabajado en un mapa a nivel nacional. –El trabajo de Veleda también muestra que el capital cultural, por su pertenencia social y sus trayectorias educativas, es muy bajo entre los alumnos de las carreras docentes. ¿Cuál es la mirada sobre ese problema? –Con respecto al capital cultural de las personas que entran a estudiar la carrera docente, es una preocupación que alcanza a todo el sector de la educación superior tanto no universitaria como universitaria. En algunos casos, el 60% de los chicos que entran a cualquier universidad, en septiembre ya la han dejado. Soy profesor en dos universidades en materias que se dan en primer año, y lo que falta es capital cultural, no sólo la no comprensión de texto, que es tremendo, o la imposibilidad de hacer operaciones matemáticas básicas. Nuestro sistema de educación superior no puede ni debe “secundarizarse” más. –¿Qué quiere decir “secundarizarse”? –Es un gran problema que no ha sido ni programado ni digitado desde el Estado: muchos profesores empezaron hace muchos años a bajar el nivel de sus clases para que los alumnos los entiendan. No ha sido ni el famoso “siga siga” de la época de [Daniel] Scioli en la provincia de Buenos Aires, que hacía pasar a los chicos a partir de una decisión política. Creo que ha sido algo espontáneo por parte de los profesores: como hablaban en un idioma que los alumnos no entendían, empezaban a bajar el nivel del idioma o la calidad de la bibliografía, entonces resulta que uno no encuentra mucha diferencia entre un texto de primer año de la universidad con uno de tercer año de la secundaria. La universidad es el último edificio de una carrera académica. –¿Hay algún proyecto que plantee la exigencia de que el docente tenga título universitario? –No sé si debe tener título universitario. Sí creo que debe estar formado como un buen docente. Si me preguntás si me gustaría, sí, creo que la universidad tiene mucho para dar en la formación docente. Lo que tenemos que hacer es generar incentivos positivos. Hoy la carrera docente, el sistema docente, no genera ningún tipo de incentivo positivo para la mejora. Si terminaste una licenciatura universitaria o un doctorado, no vas a ganar más plata. Si sos un mal docente, con el mero paso del tiempo vas a ganar más. –¿Piensa poner en el centro de sus batallas culturales alguna medida de productividad y de calidad de ese trabajo docente? –No estoy a favor de medir a los docentes por productividad porque creo que sería injusto. Estoy a favor de premiar al que va siempre, al que se capacita, al que más estudia, a los que tienen proyectos innovadores. A los docentes les tenemos que pedir que tengan vocación, que vayan a dar clases, que eduquen, que se capaciten, que en el secundario un profesor además tenga una maestría. –Pero el título universitario es una rareza entre los docentes. No se ve una política agresiva que plantee la posesión de un título difícil o niveles salariales altos que cambien la percepción social de la docencia. –Hay mitos que han quedado instalados. Hoy en la provincia, el salario promedio ha quedado en alrededor de 23.300 pesos. A fin de septiembre, el salario inicial para un cargo de maestro sin hijos será de 12.150 pesos. Un ingeniero recién recibido que entra a una empresa no gana mucho más que eso.