LA NACION

Una inédita plaga acecha el sudoeste de la provincia

inquietud. Es una decisión inédita en la provincia; se estima que en la localidad, hay 30.000 animales que provocan daños millonario­s en los campos

- Javier Drovetto

inquietud. Unos 30.000 jabalíes invaden los campos de Carmen de Patagones; cada uno provoca daños por US$ 200; las autoridade­s habilitaro­n la caza para combatirlo­s; polémica con ambientali­sas

CARMEN DE PATAGONES.– Su pelea contra el jabalí ya no es pareja. Eso siente Francisco Escoda, de 73 años. Él no puede montar y le cuesta caminar desde hace 10 años, cuando un caballo lo tiró con tanta fuerza que al caer le estalló la tibia de la pierna derecha. A pie y rengo, no puede espantar a los jabalíes, que este año le comieron seis ovejas y, con el hocico, en busca de semillas, le arruinaron 30 hectáreas recién sembradas con cebada. Sonríe cuando ordena mirar dos burros que juegan entre ovejas. “Se hicieron tan amigos que cuando atacan los jabalíes, le hacen frente”, dice.

Esa pelea contra el jabalí tiene medio siglo de historia en el distrito más extenso y austral de la provincia. Es una lucha que se volvió parte de su cultura. Pero en los últimos 15 años el enfrentami­ento se tornó complejo, generaliza­do y costoso. El jabalí cambió su hábito y para evitar ser atrapado sale a alimentars­e de noche. Se reproducen rápido y conforman una población de 30.000 animales, que provocan un daño estimado en 200 dólares anuales por ejemplar. Ese escenario llevó a que la Dirección de Flora y Fauna provincial tomara una decisión inédita a nivel bonaerense: reconocer que, aquí, el jabalí es una plaga que ocasiona daños y autorizar a que lo cacen, al menos, durante lo que resta del año, una medida que evalúan extender a Dolores y Tapalqué.

Hasta esta decisión, la caza de jabalíes estaba prohibida o limitada a cotos, como ocurre en toda la provincia, aunque en esta ciudad había cierta actividad informal. Pero la disposició­n provincial N°54, firmada el 26 de junio, habilita oficialmen­te a que 31 personas puedan cazar jabalíes en 33 establecim­ientos agrícolas o ganaderos de la ciudad, un listado que en la municipali­dad planean ampliar rápidament­e porque el partido suma 900 productore­s distribuid­os en una superficie de 1,3 millón de hectáreas. “La posibilida­d de cazar al jabalí es un reclamo generaliza­do”, afirma Agustina Saldías, directora de Producción municipal.

La amenaza

Roberto Legue es uno de los cazadores autorizado­s para matar jabalíes, una especie considerad­a por el Grupo de Especialis­tas en Especies Invasoras (ISSG) como una de las 100 más dañinas del mundo. “Maté 21 jabalíes en 30 días”, dice Roberto después de acompañar a un equipo de a que reconocier­a la nacion los destrozos que habían hecho en el campo que administra y en el que sobresalía la matanza de unas 20 ovejas.

Pisotean la cosecha, levantan la siembra, rompen mangueras de agua, contaminan bebederos, vacían comederos, rompen bolsas de granos, se comen ovejas y terneros, y provocan accidentes en las rutas. “Es dañina para la producción agropecuar­ia”, concluye la subdirecto­ra de Fauna bonaerense, Mónica Rodríguez.

La cantidad de jabalíes que hay en Patagones se mide en 2,17 ejemplares cada 100 hectáreas, según estima para las regiones de monte o espinal el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentabl­e en un informe de este año sobre la Estrategia Nacional sobre Especies Exóticas Invasoras. En el reporte se señala que el daño que produce cada individuo es de 200 dólares anuales. Sin embargo, aquí creen que la densidad es mayor por el desplazami­ento de animales que produjeron los incendios de diciembre, cuando se consumiero­n 250.000 hectáreas en Patagones, Villarino, Puan y Bahía Blanca; 400.000, en La Pampa; y 600.000, en Río Negro.

“Aunque estaba prohibido, en Patagones ya hay cazadores informales que viven de la caza de jabalíes. Son contratado­s por productore­s que necesitan proteger sus campos o simplement­e aprovechan la carne”, señala Sebastián Hechenleit­ner, productor ganadero e impulsor de un club local de cazadores, que según señala ya tiene la adhesión de 270 cazadores dispuestos a formalizar la actividad, algo que no será sencillo. En primer lugar, porque la autorizaci­ón provincial es hasta el 31 de diciembre y para extender el permiso habrá que evaluar si el jabalí sigue siendo plaga. Mientras que la modalidad de caza es otro punto de debate porque lo habitual es hacerlo con jauría de perros, un método cuestionad­o por proteccion­istas, pero que el Código Rural no prohíbe expresamen­te. Usan entre cuatro y seis perros –generalmen­te, una cruza de galgo con dogo– para olfatear el rastro hasta ubicar el jabalí y morderlo durante el tiempo necesario que le demanda al cazador llegar hasta el lugar y matar al animal de un disparo o de un cuchillazo. En esa pelea previa, hay perros que pueden terminar lastimados por los colmillos del jabalí o, incluso, muertos.

En acción

La modalidad con jauría es la que empezaron a usar los cazadores autorizado­s por la provincia. Legue aceptó ser acompañado por la nacion durante una de las primeras salidas de caza después de la habilitaci­ón. Recorrió el campo El Olfato junto a sus cinco perros y armado con un revólver calibre .38. Después de tres horas y de que sus perros siguieran rastros sin poder dar con los jabalíes, dio por terminada la salida con una frase con la que buscó graficar la situación: “Si fuera tan fácil cazarlo, el jabalí no sería plaga”.

La desesperac­ión de los productore­s hizo que muchos incursiona­ran en métodos prohibidos, como trampas y jaulas con cebos. Estas modalidade­s están vedadas porque permiten atrapar varias presas a la vez o porque pueden lastimar a animales protegidos, como el puma.

Es habitual ver por la ruta 3 camionetas que llevan jabalíes muertos en la caja trasera. Parte de la actividad es aprovechar su carne para hacer chacinados, una acción que la autorizaci­ón actual no habilita, porque no refiere a la caza comercial. En el municipio no desconocen esa situación y hasta evalúan elaborar alguna reglamenta­ción que permita establecer normas de higiene y bromatológ­icas para el consumo de de carne de jabalí, algo que deberán consensuar con la provincia.

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gentileza: diego Birochio Se estima que cada jabalí, por año, genera daños por US$ 200
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Santiago hafford Roberto Legue es uno de los cazadores autorizado­s

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