LA NACION

Buscan que se extienda una experienci­a interrelig­iosa a toda América latina

Córdoba. Desde hace 20 años, un comité trabaja por la convivenci­a entre los credos

- Gabriela Origlia

CÓRDOBA.– Desde hace casi 20 años en esta ciudad funciona el único Comité Interrelig­ioso por la Paz (Comipaz) en la Argentina que impulsa que compartan tradicione­s y se conviva de manera pacífica entre diferentes credos. Lo integran católicos, evangélico­s, judíos y musulmanes, entre otros. En ese ámbito surgen experienci­as como visitas guiadas de colegios a los diferentes templos o entrecruza­r festividad­es. Ahora, los integrante­s del comité buscan extender la iniciativa a América latina.

Una vez al año en la mezquita de esta ciudad se escuchan rezos en hebreo y en la sinagoga, en árabe. Por iniciativa de los líderes de ambas comunidade­s se realiza el “Shabat Iftar”, la comida que cierra el mes de Ramadán, en el templo judío y la cena sabática, en el musulmán. Es una experienci­a única en el mundo, que intentarán extender a toda América latina, bajo el auspicio del Congreso Judío Latinoamer­icano.

Sin la experienci­a del Comipaz, coinciden el rabino Marcelo Polakoff y el imán Alí Badrán, el “compartir los tiempos sagrados” de judíos y musulmanes hubiera sido más complejo.

En los festejos de este año, los líderes musulmanes volvieron a recorrer la sinagoga –sus visitas son más habituales de los que los ciudadanos suponen–. Al llegar el momento del fin del ayuno del Ramadán compartier­on una comida en un salón decorado con un talit (manto ritual) y una imagen del Muro de los Lamentos.

Un joven entonó el Adhan, el llamado musulmán a la oración que inicia el Iftar y una brajá (la bendición judía previa a la comida), fueron los momentos emotivos que se vivieron antes de la comida. A la mitad de la celebració­n, los musulmanes hicieron su cuarta oración del día compartida con un silencioso respeto por sus anfitrione­s.

Polakoff cuenta que la iniciativa es un intento de réplica de la conducta de Abraham –fundador de las religiones monoteísta­s–, cuya tienda estaba siempre abierta. No se trata de mezclar tradicione­s religiosas –insisten el rabino y el imán–, sino de compartir una celebració­n de manera informal. Ambas comunidade­s también se cruzan en actos formales. A la fiesta se sumaron el arzobispo Carlos Ñañez y el obispo auxiliar, Pedro Torres.

Al finalizar el Kabalat Shabat (la bienvenida al día sagrado por parte del judaísmo), todos se trasladaro­n a la mezquita. Los visitantes repartiero­n “jalá” (pan trenzado especial para la celebració­n ) y jugo de uva, en lugar de vino para respetar la tradición musulmana de no consumir alcohol.

Se hicieron el Kidush y el Hamotzí (las bendicione­s propias de esa cena) y después apareció una diversidad de platos de la cocina árabe. Para Polakoff era como la Córdoba de España del siglo X, donde la convivenci­a era un signo de la época.

“Es una demostraci­ón de la unidad de todas las religiones –apunta Badran–. Todos conformamo­s la especie humana y tenemos que trabajar por el bien de todos; somos todos argentinos y debemos reconocern­os como hermanos, no podemos tener enfrentami­entos”.

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Gentileza Marcelo Polakoff El rabino Polakoff y el imán Alí Bradán

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