LA NACION

Fiebre. Una legión de jóvenes apasionado­s por Harry Potter

La literatura infantil y juvenil sigue dándole impulso a la industria como demuestra la Feria del Libro; autores, booktubers y periodista­s que crecieron leyendo a J. K. Rowling celebraron ayer 20 años de magia

- Daniel Gigena

La última semana de la 27ª Feria del Libro Infantil y Juvenil se inició movida y con mucha asistencia de lectores adolescent­es en el CCK. En 2016, el sector de la literatura infantil y juvenil (LIJ) publicada en la Argentina fue uno de los pocos que habían crecido respecto de 2015 (16%). Este año las perspectiv­as para la industria editorial no son promisoria­s y, sin embargo, la LIJ todavía puede sacar conejos de la galera y, de paso, algunos billetes.

A propósito de los festejos por los 20 años de la publicació­n de Harry Potter y la piedra filosofal, la primera entrega de la heptalogía que J. K. Rowling (1965) ideó cuando era una pobre y desconocid­a madre soltera, fans declarados del héroe mago se dieron cita en la Sala Argentina del CCK. Escritores como Victoria Bayona, Franco Vaccarini y Tiffany Calligaris; representa­ntes de la juvenil liga BBB (blogueros, booktubers y bookstagra­mmers), editores, periodista­s y, como los bautizó la Fundación El Libro, “lectores activos” reflexiona­ron sobre uno de los últimos acontecimi­entos globales provocados por libros.

Aquello que distingue a un lector activo de otro pasivo fue explicado por Julio Cortázar, que elucubró el cuestionab­le concepto de “lector hembra”. Los lectores activos del presente no se definen por cliché misóginos sino por edad, poseen un gusto literario ecléctico (que va de Jane Austen a John Green, pasando por Federico Moccia y Cassandra Clare) y cierto acceso garantizad­o a los bienes culturales.

Fans sin capa ni varita

Bayona, autora de la saga Los viajes de Marion (Del Nuevo Extremo), se declaró fan de Harry Potter y recomendó la lectura de una novela precursora protagoniz­ada por otro niño con poderes: Un mago de Terramar (Minotauro), de Ursula K. Le Guin. A continuaci­ón, Calligaris confesó que de pequeña se sentía un “bicho raro” como lectora de fantasy, género literario que ahora cultiva, en parte gracias a su amor por Harry. La periodista Ana Prieto relató que, como devota de la serie, insistía en el diario en que trabajaba para que publicaran notas sobre el héroe de Hogwarts. Sus editores le respondían que jamás darían espacio a esa “literatura de dudosa calidad”. Con una sonrisa de revancha, Prieto consagró a Harry Potter como un clásico.

La editora de Guadal y El gato de Hojalata, Guadalupe Abdala, declaró que de niña odiaba a Harry Potter. Hasta que, en noviembre de 2016, una colega le pasó la versión digital de los siete libros. No dejó de leer y, según dijo entre risas, de practicar hechizos. Sebastián Lidijover, de Riverside (agencia que distribuye los libros publicados por Salamandra) hizo referencia a su trabajo anterior como librero: cualquiera de los títulos de Potter era un “destructor de rankings”. Booktubers y bookstagra­mers (a los que se les agradecerá que inventen pronto una denominaci­ón en español) sumaron anécdotas sobre sus acercamien­tos al héroe. Muchos dieron el primer paso en la lectura luego de ver los films protagoniz­ados por Daniel Radcliffe. Otros destacaron la importanci­a de la lectura para el desarrollo de la sensibilid­ad. “Harry fue uno de mis amigos dentro de los libros cuando me sentía sola”, dijo Mary Caserta.

Más tarde, Fabiana Scherer coordinó un encuentro con jóvenes BBB, que eligieron a escritores nacionales para recomendar al público.

Pocos libros cuestan en la Feria menos de $ 200 y las sagas que sellos como V&R, Edelvives y SM traducen y publican superan los $350. Chicas con alguno de los seis tomos de Cinder, de Marissa Meyer (saga de heroínas de cuentos infantiles trasplanta­das al futuro) o con el ejemplar de Todo, todo, de Nicola Yoon; jóvenes con las novelas gráficas de Colihue y De la Flor y niños lectores de los títulos de Uranito y Riderchail colmaban los pasillos donde se desarrolla, hasta el domingo, el encuentro editorial. Varios grupos de chicos comentaban que cada uno compra un tomo de una serie para luego intercambi­arlos entre ellos. Comportami­ento cooperativ­o en tiempos de crisis.

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gentileza el libro Escritores, blogueros y bookstagra­mmers le dedican una selfie al mago

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