LA NACION

Tirarse a la pileta con los zapatos y todo

- Texto María Julieta Rumi

Los hombres más influyente­s del país como el presidente Mauricio Macri usan sus calzados pero Gastón Greco, CEO de Posco, no detiene su marcha. Con su modelo Abaco como emblema, una criatura mitad zapato, mitad zapatilla, su facturació­n creció un 500% en 2016 y al local que tiene en Plaza Armenia piensa sumar otros cuatro en la ciudad de Buenos Aires en el próximo año y medio. Pero el destino último no es la Argentina sino que con su marca busca tener un alcance global. “Cuando vivía en Chaco ya pensaba en Japón”.

Greco, de 28 años, es emprendedo­r desde chico. “Mi padre era emprendedo­r de alto riesgo y tuvo muchos comercios. Yo iba a ayudarlo después del colegio. Era una aventura. Muchos proyectos no prosperaro­n pero él me enseñó a no tener miedo, a tirarme a la pileta”, contó en diálogo con La NacioN. Una vez que se mudó a Buenos Aires para estudiar arquitectu­ra, empezó a sentir que le faltaba la “cosa aventurera comercial” y se inclinó por la moda. “Mi objetivo era mejorar la calidad de vida de las personas con un producto simple, funcional y estético. Desarmé un zapato que me quedaba cómodo para ver cómo era por dentro y empecé con $ 5000 y una máquina de coser ”, explica el emprendedo­r.

1 Obsesionar­se por el hacer

De la primera máquina de coser pasó a una industrial, la que puso al lado de su cama para trabajar hasta que se dormía. Comerciali­zaba los zapatos los fines de semana entre los padres de sus amigos y luego comenzó a abrir cuentas en mayoristas. “Empecé a caminar y no pude cobrar mi primera venta. Hacia dos zapatos vendía dos, hacía cuatro vendía cuatro. Hasta que terminé la carrera y me dedique full time a esto”.

2 Tener una visión a largo plazo

Finalizada la facultad, Greco entendió que tenía que profesiona­lizarse y contar con su local. El primero quedaba en un pequeño pasaje de Palermo y fue la primera y única obra arquitectó­nica de su autoría. Pero el negocio empezó a crecer y, al cerrar el 2016 con un crecimient­o del 500% y $ 6 millones de facturació­n, decidió mudarse al actual, también en Palermo. “Ahora tenemos separada la oficina del local porque sino yo salía y me ponía a vender zapatos. En un año y medio sumaríamos cuatro tiendas más en Buenos Aires. Tenemos un plan de consolidac­ión de marca a nivel regional y luego global. Nos llegan más mails de Japón que de Córdoba”, aseguró.

3 Un producto original para un cliente original

Según Greco, el éxito que tiene el producto se debe a su alta calidad. Los zapatos son 100% de cuero y la plantilla es cómoda. Son de larga duración, no hay colección ni temporada. “Posco es una marca auténtica y transparen­te. Apuntamos a personas reales. Cuando veo a alguien usando mis zapatos por la calle, lo paro y lo saludo. Entendió lo que queremos transmitir”. En esta búsqueda de originalid­ad, no hay lugar para influencer­s sino que cada figura que los usa comparte la filosofía de la marca. “A Mauricio Macri le mandé una carta con las Posco y después vi en una foto que las usaba. A Andy Kusnetzoff lo fui a buscar a la radio y a Martín Churba lo paré mientras corría para contarle de la marca. Ellos trabajan todo el día y no quieren perder tiempo cada mañana viendo qué ponerse. Destinan su energía a otra cosa”.

4 Tomar riesgos

Acercarse a personas conocidas sin embargo no fue fácil. Cada vez que buscaba a alguien existía la posibilida­d de ser rechazado, pero Greco tenía un objetivo.

“Hay que tirarse a la pileta. En un momento el panorama se aclara. La fábrica de la suerte la tenemos todos y en cualquier momento puede pasar lo que me pasó a mí con el presidente. Siempre pensé mucho en lo que quería hacer y tuve hambre”.

A Macri le mandé una carta con las Posco, a Andy Kusnetzoff lo fui a buscar a la radio y a Martín Churba lo paré mientras corría para contarle de la marca”

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