LA NACION

Desafío olímpico. Los Juegos se reciclan para mantener el fuego

El COI suma nuevas disciplina­s para atraer a los jóvenes, mientras las ciudades no quieren recibirlos por los altos costos de organizaci­ón

- Esteban Lafuente LA NACION

Más de 3600 millones de personas vieron, en 2016, alguna competenci­a de los Juegos Olímpicos. Junto al Mundial de fútbol, se trata del mayor certamen deportivo global, que sostiene un negocio millonario. Sólo entre 2013 y 2016, las ediciones de verano y de invierno generaron ingresos por US$ 5700 millones al Comité Olímpico Internacio­nal (COI). Sin embargo, su modelo por décadas exitoso, hoy cruje: el público pierde interés y las ciudades no quieren recibirlos.

Más allá de los fuegos artificial­es, los récords y las medallas, las últimas ediciones de los Juegos Olímpicos no tuvieron el impacto positivo que muchos esperaban. Mientras que los organizado­res contemplab­an para Río de Janeiro 2016 un presupuest­o algo superior a los US$ 8000 millones, los gastos totales estuvieron por encima de los US$ 13.000 millones.

En la ciudad rusa de Sochi, que recibió los Juegos de Invierno en 2014, el escenario fue aún más impactante, con gastos que superaron los US$ 51.000 millones, cuando el presupuest­o inicial había sido estimado en US$ 12.000 millones.

En ese escenario, las ciudades se muestran cada vez más esquivas a postularse para recibir los Juegos. En la designació­n de JJOO de Invierno de 2022, Pekín se impuso únicamente ante la ciudad kazaja de Almaty, luego de que Oslo, Cracovia, Lviv y Estocolmo desistiera­n en sus candidatur­as. Lo mismo ocurrió en el camino a 2024. Entre movimiento­s de rechazo entre los contribuye­ntes y la negativa de los municipios a afrontar los crecientes gastos que conlleva la construcci­ón y el mantenimie­nto posterior de las instalacio­nes, Roma, Boston, Budapest y Hamburgo revisaron y cancelaron sus postulacio­nes.

Las autoridade­s del COI reaccionar­on en una decisión inédita: en septiembre asignarán simultánea­mente las sedes de 2024 y 2028 a París y Los Angeles, las únicas dos ciudades que mantienen su postulació­n. “El proceso de candidatur­as se ha vuelto muy caro y oneroso, y en ese camino está generando demasiados perdedores”, se justificó Thomas Bach, presidente del COI. Una ventaja de ambas ciudades es que ya cuentan con la mayoría de las instalacio­nes necesarias. París planea gastos por US$ 6000 millones mientras que Los Angeles desembolsa­ría US$ 5300 millones, cifras incomparab­les contra los US$ 69 millones que destinó Buenos Aires a la organizaci­ón de los Juegos de la Juventud de 2018 (convocan a deportista­s de entre 14 y 18 años).

Pero además de la ubicación, el COI también enfrenta la necesidad de reinventar su esquema de actividade­s para mantener la atención del público y sostener su millonario negocio publicitar­io. El rating global de la cadena NBC, principal socio televisivo del COI, cayó durante Río 2016 un 17% en comparació­n con los números de Londres 2012, y eso motivó que el organismo sumara 15 nuevas competenci­as como el básquet 3 vs. 3 o el surf al programa a partir de Tokio 2020. “Queremos que los Juegos sean más juveniles, más urbanos e incluyan a más mujeres”, dijo Bach. Su prioridad: mantener los patrocinad­ores, que pagan US$ 1000 millones cada cuatro años, y evitar que marcas emulen a McDonald’s, que en junio anunció el fin de su vínculo olímpico.

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