Desafío olímpico. Los Juegos se reciclan para mantener el fuego
El COI suma nuevas disciplinas para atraer a los jóvenes, mientras las ciudades no quieren recibirlos por los altos costos de organización
Más de 3600 millones de personas vieron, en 2016, alguna competencia de los Juegos Olímpicos. Junto al Mundial de fútbol, se trata del mayor certamen deportivo global, que sostiene un negocio millonario. Sólo entre 2013 y 2016, las ediciones de verano y de invierno generaron ingresos por US$ 5700 millones al Comité Olímpico Internacional (COI). Sin embargo, su modelo por décadas exitoso, hoy cruje: el público pierde interés y las ciudades no quieren recibirlos.
Más allá de los fuegos artificiales, los récords y las medallas, las últimas ediciones de los Juegos Olímpicos no tuvieron el impacto positivo que muchos esperaban. Mientras que los organizadores contemplaban para Río de Janeiro 2016 un presupuesto algo superior a los US$ 8000 millones, los gastos totales estuvieron por encima de los US$ 13.000 millones.
En la ciudad rusa de Sochi, que recibió los Juegos de Invierno en 2014, el escenario fue aún más impactante, con gastos que superaron los US$ 51.000 millones, cuando el presupuesto inicial había sido estimado en US$ 12.000 millones.
En ese escenario, las ciudades se muestran cada vez más esquivas a postularse para recibir los Juegos. En la designación de JJOO de Invierno de 2022, Pekín se impuso únicamente ante la ciudad kazaja de Almaty, luego de que Oslo, Cracovia, Lviv y Estocolmo desistieran en sus candidaturas. Lo mismo ocurrió en el camino a 2024. Entre movimientos de rechazo entre los contribuyentes y la negativa de los municipios a afrontar los crecientes gastos que conlleva la construcción y el mantenimiento posterior de las instalaciones, Roma, Boston, Budapest y Hamburgo revisaron y cancelaron sus postulaciones.
Las autoridades del COI reaccionaron en una decisión inédita: en septiembre asignarán simultáneamente las sedes de 2024 y 2028 a París y Los Angeles, las únicas dos ciudades que mantienen su postulación. “El proceso de candidaturas se ha vuelto muy caro y oneroso, y en ese camino está generando demasiados perdedores”, se justificó Thomas Bach, presidente del COI. Una ventaja de ambas ciudades es que ya cuentan con la mayoría de las instalaciones necesarias. París planea gastos por US$ 6000 millones mientras que Los Angeles desembolsaría US$ 5300 millones, cifras incomparables contra los US$ 69 millones que destinó Buenos Aires a la organización de los Juegos de la Juventud de 2018 (convocan a deportistas de entre 14 y 18 años).
Pero además de la ubicación, el COI también enfrenta la necesidad de reinventar su esquema de actividades para mantener la atención del público y sostener su millonario negocio publicitario. El rating global de la cadena NBC, principal socio televisivo del COI, cayó durante Río 2016 un 17% en comparación con los números de Londres 2012, y eso motivó que el organismo sumara 15 nuevas competencias como el básquet 3 vs. 3 o el surf al programa a partir de Tokio 2020. “Queremos que los Juegos sean más juveniles, más urbanos e incluyan a más mujeres”, dijo Bach. Su prioridad: mantener los patrocinadores, que pagan US$ 1000 millones cada cuatro años, y evitar que marcas emulen a McDonald’s, que en junio anunció el fin de su vínculo olímpico.